El Sur despierta: entre la continuidad y el cambio

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El Sur ha sido históricamente el gran olvidado de la República Dominicana. Décadas de pobreza estructural, migración forzada y falta de oportunidades educativas y de salud lo convirtieron en una de las regiones más rezagadas del país. Ni siquiera el hecho de haber tenido un presidente oriundo de allí, como Danilo Medina, significó un cambio sustancial para su desarrollo.

Sin embargo, bajo la actual gestión de Luis Abinader, se percibe un viraje. No se trata de negar que en el pasado hubo esfuerzos, sino de reconocer que hoy confluyen dos factores determinantes: un gobierno que ha dado prioridad a la zona y un sector privado que por fin apuesta con fuerza al Suroeste. El resultado es una combinación de obras heredadas concluidas y proyectos nuevos en ejecución.

**Obras de continuidad de Estado:**
– Circunvalación de Azua, inaugurada en 2023, tras más de una década de espera.
– Presa de Monte Grande, cuya primera etapa entró en operación en 2024, garantizando agua para consumo y riego.
– Aeropuerto Internacional María Montez (Barahona), rescatado para servir como enclave aéreo de toda la región.

Estas infraestructuras ya estaban iniciadas en gobiernos anteriores, pero recibieron la inversión y el seguimiento necesarios para concluirse. Es un ejercicio positivo de continuidad institucional que merece reconocerse.

**Obras nuevas en esta gestión:**
– Circunvalación de Baní, inaugurada en 2025, que aligera la movilidad de todo el corredor Sur.
– Universidades UASD en Azua y Baní (2024) y el avance de la sede en Neyba, que evitan que los jóvenes tengan que migrar para estudiar.
– Planta de tratamiento de aguas residuales de Cabo Rojo (Pedernales), inaugurada en 2025, vital para el turismo sostenible; además, la rehabilitación de la planta de Barahona.
– Remozamientos hospitalarios: la nueva emergencia del Hospital de Bohechío en San Juan, la reactivación de equipos en el Jaime Mota de Barahona y la transformación del Jaime Sánchez en el primer materno-infantil del Sur.
– Aeropuerto doméstico “El Granero del Sur” en San Juan, en construcción con proyección de operación en 2025; y aeropuerto de Cabo Rojo (Pedernales), con pista de 3.1 km en desarrollo.
– Puerto de Cabo Rojo, que ya recibe cruceros desde enero de 2024, y el inicio de la terminal de cruceros en Barahona con miras al 2026.

En Pedernales, la transformación toma forma con la llegada de cadenas hoteleras internacionales de primer nivel. Marcas como Hilton, Marriott, Sunwing, AMResorts/Inclusive Collection (Hyatt), Iberostar y Karisma ya tienen proyectos en ejecución, lo que representa la construcción de miles de habitaciones en la primera fase del destino Cabo Rojo. Esto no es solo infraestructura turística: significa empleo directo para miles de sureños, encadenamientos productivos para pequeños agricultores, pescadores y emprendedores locales, y la garantía de que desde el inicio el polo se desarrolle con estándares globales de servicio y sostenibilidad. La presencia de estas marcas ancla, además, asegura conectividad aérea, mayor poder de negociación frente a turoperadores internacionales y la posibilidad de que el Sur se posicione como un destino competitivo en el Caribe.

Las obras son palpables y marcan un antes y un después. Pero el verdadero desafío es que ese desarrollo no repita la paradoja de Punta Cana, un polo turístico mundialmente exitoso en una provincia donde la riqueza no se refleja en la calidad de vida de su gente.

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El Sur necesita que:
– Los empleos sean ocupados por dominicanos, especialmente por jóvenes de la región.
– Las MIPYMES locales se integren a la cadena de valor del turismo y de las grandes obras.
– Los servicios de salud y educación acompañen el boom turístico, evitando que el crecimiento genere islas de prosperidad rodeadas de pobreza.

Hoy el Sur se encamina a dejar atrás el abandono histórico. Bien por el gobierno en impulsar proyectos nuevos y dar continuidad a los heredados. Bien también por el sector privado que se integra en alianza estratégica.

Pero el éxito no se medirá en kilómetros de carretera, ni en barcos o aviones que arriben, sino en la vida de las familias sureñas que puedan estudiar sin irse, trabajar sin migrar y recibir atención médica sin recorrer cientos de kilómetros.

El Sur comienza a despertar. Ahora toca garantizar que ese despertar no sea ajeno a su propia gente.

**Redacción FV Medios**

**REDACCIÓN FV MEDIOS**