el poder de la genética

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La genética es un campo fascinante que nos revela los misterios más profundos del cuerpo humano. En este caso, nos encontramos con la historia de Jo Cameron, una mujer escocesa de 71 años que ha desconcertado a los científicos debido a su incapacidad para sentir dolor físico. Jo posee una mutación genética rara que la hace insensible al dolor y a la ansiedad, sorprendiendo a médicos e investigadores por igual.

Un descubrimiento asombroso

La historia de Jo Cameron comenzó hace más de cuatro décadas, cuando dio a luz a su primer hijo. A diferencia de las experiencias de otras mujeres, el parto no le causó ningún dolor, solo una sensación de cosquilleo. Fue en ese momento cuando Jo se dio cuenta de que su cuerpo no reaccionaba al dolor de la forma en que lo hacían los demás.

Sin embargo, no fue hasta hace poco tiempo que los científicos lograron entender por qué Jo era insensible al dolor. En un artículo publicado en la revista The British Journal of Anaesthesia, se reveló que Jo posee una mutación genética en un gen que no se había identificado previamente. Esta mutación es la responsable de su falta de sensibilidad al dolor físico.

El descubrimiento de esta mutación ha dejado perplejos a los expertos en genética y abre nuevas puertas para el desarrollo de tratamientos más eficaces para el dolor. Además, se cree que esta mutación también puede estar relacionada con la baja ansiedad y el rápido proceso de curación que experimenta Jo.

Un caso único en el mundo

Jo Cameron es un caso único en el mundo. Su insensibilidad al dolor físico y a la ansiedad ha desconcertado a los médicos y ha llamado la atención de la comunidad científica. John Wood, jefe del Grupo de Nocicepción Molecular de University College de Londres, afirma que nunca antes han conocido a un paciente como ella.

La mutación genética que posee Jo Cameron afecta al gen FAAH-OUT, que hasta ahora no se conocía su importancia. Este gen, que se consideraba «ADN basura«, está relacionado con procesos como la fertilidad, el envejecimiento y las enfermedades. Los científicos han descubierto que esta mutación «apaga» la expresión del gen FAAH, que está asociado con el dolor, el estado de ánimo y la memoria.

Además, la mutación también provoca una reducción de la enzima FAAH, lo que impide la correcta descomposición de la molécula de la «felicidad» llamada anandamida. Esta falta de descomposición de la anandamida en el cuerpo de Jo Cameron contribuye a su incapacidad para sentir dolor físico.

El impacto de la mutación en la vida de jo cameron

La ausencia de dolor físico ha tenido un profundo impacto en la vida de Jo Cameron. A lo largo de su vida, ha experimentado poca ansiedad o miedo, lo que sugiere que la mutación también afecta su respuesta emocional ante situaciones estresantes. Además, su cuerpo tiene la capacidad de sanar más rápido que el de una persona promedio.

Cuando Jo se sometió a una cirugía de artritis en la mano, el anestesista esperaba que experimentara un intenso dolor postoperatorio. Sin embargo, Jo no necesitó ningún medicamento para el dolor y su recuperación fue sorprendentemente rápida. Los médicos se dieron cuenta de que algo extraordinario estaba sucediendo y decidieron investigar más a fondo.

Después de seis años de investigación, los científicos finalmente descubrieron las dos mutaciones genéticas en el gen FAAH-OUT y el gen FAAH que hacen que Jo Cameron sea insensible al dolor. Esta combinación única de mutaciones es la responsable de su falta de sensibilidad al dolor y de su capacidad para sanar rápidamente.

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El futuro de los tratamientos para el dolor

El descubrimiento de la mutación genética en Jo Cameron tiene el potencial de revolucionar los tratamientos para el dolor. Los científicos creen que comprender cómo funciona esta mutación puede ayudar en el desarrollo de nuevos enfoques terapéuticos más efectivos.

La falta de sensibilidad al dolor de Jo Cameron sugiere que existen otros mecanismos en el cuerpo humano que podrían ser manipulados para controlar o aliviar el dolor. Si se pueden identificar y comprender estos mecanismos, se podrían desarrollar medicamentos más específicos y personalizados para el tratamiento del dolor.

Además, el estudio de Jo Cameron también podría abrir nuevas vías de investigación en el campo de la genética y la neurociencia. La comprensión de cómo las mutaciones genéticas afectan la experiencia del dolor y las emociones puede ayudar a desentrañar los misterios más profundos del cerebro humano.

 

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Angie Bravo

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