El papa Francisco felicitó al cardenal López Rodríguez

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Santo Domingo.- En 2021, el papa Francisco envió una emotiva carta al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez con motivo de su 60 aniversario de ordenación sacerdotal, celebrado el 18 de marzo de ese año.

En la misiva, el pontífice expresó su gratitud por la entrega generosa del cardenal al servicio de la Iglesia, primero como sacerdote y luego como obispo, destacando su fidelidad al Evangelio y su compromiso con la misión pastoral a lo largo de seis décadas.

Francisco también valoró el testimonio que López Rodríguez continúa ofreciendo tras su retiro como arzobispo de Santo Domingo, alentándolo a seguir colaborando con sus oraciones, experiencia y consejos en beneficio de la comunidad eclesial.

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El cardenal dominicano, una de las figuras más influyentes de la Iglesia en América Latina durante décadas, fue nombrado arzobispo de Santo Domingo en 1981 y creado cardenal por Juan Pablo II en 1991.

Aquí la carta íntegra:

Querido hermano:

El pasado 18 de marzo celebraste 60 años de haber sido ordenado sacerdote. En aquel día, el Señor Jesús, con un gesto de amor, te eligió y te confió el anuncio de su Evangelio y la administración de sus sacramentos, haciéndote participe de su misión salvadora en favor de toda la humanidad. Tu servicio a la Iglesia, primero como sacerdote y luego como obispo, responde a una gracia de elección de parte de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, así como a tu respuesta generosa, decidida y, sin duda, también sufrida. Has dedicado la mayor parte de tu vida a la causa del Reino de los cielos y, hace 4 años, al haber renunciado como arzobispo de Santo Domingo, dejaste la responsabilidad directa del ministerio pastoral. La Iglesia aún te necesita. Ella aprecia los servicios que puedas seguir prestando en múltiples campos de apostolado, cuenta con tu oración constante, espera tus consejos fruto de la experiencia, y se enriquece del testimonio evangélico que continúas dando día tras día.

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A lo largo del camino de tu servicio ministerial habrás experimentado que el sacerdocio está íntimamente asociado al abrazo de alguna cruz concreta. Pues sólo bajo el signo de la cruz somos capaces de ofrecer la vida por el Señor y servir con humildad y agradecimiento su santo Pueblo fiel.

No pierdas de vista que cuando Dios permite el sufrimiento causado por la soledad, la enfermedad u otros motivos relacionados con la edad avanzada, da siempre la gracia y la fuerza para que nos unamos con más amor al sacrificio de su Hijo y participemos con mayor intensidad en su proyecto salvífico.

Estamos sumergidos en el tiempo, en él nacemos, vivimos y finalizamos nuestro camino terreno. En la ancianidad percibimos vívidamente cómo la vida se nos escapa con rapidez. Ante su fragilidad y fugacidad, la única certeza capaz de fortificar nuestro corazón vacilante es el amor del Señor. Porque es su amor, infinito e inmutable, el que nos salva y nos asegura que la esperanza que Él ha infundido en nuestra alma no defrauda. Por eso, te exhorto, querido Nicolás, a confiar en Jesús resucitado, que con la luz y la consolación de su Espíritu Santo nunca nos abandona. Y te encomiendo a la protección de la Virgen María, Madre de los sacerdotes. A Ella le pido que te acompañe con su amor maternal y no aparte nunca de ti «sus ojos misericordiosos».

Te recuerdo en la oración y te envío mi bendición como signo de comunión y cercanía. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí.

Fraternalmente,

Francisco.





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