El cerebro humano, una máquina extraordinaria y compleja, no siempre sigue los deseos más simples, como el de desconectarse al llegar la noche. Es habitual que, al apagar las luces y recostarse en la cama, los pensamientos comiencen a fluir descontroladamente, interrumpiendo la capacidad de conciliar el sueño.
Este fenómeno, conocido como rumiación o perturbación mental, afecta tanto a personas con condiciones de salud mental como a aquellas bajo estrés cotidiano.
La rumiación se caracteriza por un patrón repetitivo de pensamientos negativos, muchos de ellos inconscientes, que giran en torno a errores del pasado, preocupaciones sobre el futuro o análisis excesivo de las experiencias del día. Según un análisis de psicólogos citado por BBC Science, este tipo de actividad mental tiende a intensificarse en momentos de transición, como el inicio de un nuevo año, cuando las personas suelen reflexionar y planificar intensamente.
Tal como explicó el psicólogo Luc Beaudoin, este estado mental puede ser exacerbado por el estrés, la ansiedad y el consumo de cafeína, que son elementos que activan el córtex frontal en horarios en los que debería estar preparándose para el descanso.
Beaudoin, investigador y profesor adjunto en la Universidad Simon Fraser, ha propuesto una técnica llamada “cognitive shuffle” (barajado cognitivo) para combatir estos pensamientos intrusivos. Este método busca imitar los procesos naturales del cerebro al inicio del sueño, cuando las conexiones entre pensamientos se vuelven más difusas y desorganizadas.
Según explicó, el objetivo de esta estrategia es distraer la mente con imágenes o ideas no relacionadas. Por ejemplo, el ejercicio puede comenzar seleccionando una palabra cualquiera, como “piano”. La persona visualiza este objeto durante unos segundos, y luego asocia palabras con cada letra.
Según Beaudoin, esta técnica ocupa suficiente espacio cognitivo para impedir que los pensamientos estresantes interfieran, mientras no demanda tanto esfuerzo como para mantener al cerebro alerta.
En estudios preliminares dirigidos por Beaudoin, los resultados han sido alentadores, aunque recalcó que es fundamental complementar este método con prácticas de higiene del sueño y evitar factores disruptivos como el consumo de café antes de dormir.
La higiene del sueño, definida ampliamente en fuentes como WebMD y Health, incluye prácticas destinadas a optimizar las condiciones físicas y mentales para dormir. Estas recomendaciones abarcan desde la desconexión de pantallas electrónicas al menos una hora antes de acostarse, hasta evitar comidas pesadas o actividades estimulantes en horarios cercanos al descanso.
Según investigaciones de Mayo Clinic, la exposición a la luz azul emitida por dispositivos electrónicos afecta negativamente la producción de melatonina, una hormona crucial para regular los ciclos de sueño y vigilia.
Por otro lado, estrategias como la “programación de tiempo para preocuparse”, mencionadas en Very Well, también se han mostrado efectivas para quienes luchan con pensamientos persistentes. Este enfoque consiste en reservar un momento específico durante el día para escribir preocupaciones junto con posibles soluciones, trasladando mentalmente estas inquietudes a otro momento en lugar de permitir que interfieran con el sueño.
La práctica de escribir una lista de tareas pendientes antes de acostarse tiene un efecto similar. Un estudio realizado por Baylor University en 2018, publicado en Journal of Experimental Psychology, encontró que las personas que dedicaban cinco minutos a listar tareas futuras experimentaban un inicio del sueño más rápido en comparación con quienes escribían sobre actividades ya realizadas.
Para quienes encuentran difícil aplicar estas técnicas o padecen insomnio crónico, se recomienda buscar ayuda médica. Según Health, condiciones como la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la depresión están estrechamente vinculadas con trastornos del sueño.
En estos casos, intervenciones como la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I, por sus siglas en inglés) pueden ofrecer alivio.
Este enfoque terapéutico aborda las creencias y comportamientos que contribuyen a los problemas de sueño, ayudando a restablecer patrones saludables.
En términos fisiológicos, también existen factores que dificultan el descanso. Según Health, la cafeína consumida hasta seis horas antes de acostarse puede retrasar el inicio del sueño, mientras que el alcohol, aunque inicialmente induce somnolencia, interfiere con el sueño REM, una fase esencial para procesar emociones y memorias.
Además, el dolor crónico, los efectos secundarios de ciertos medicamentos y los cambios en los ritmos circadianos, como el jet lag o los turnos laborales nocturnos, también pueden desregular el ciclo natural de sueño.
Para combatir estos desafíos, las técnicas de relajación han demostrado ser altamente eficaces. Ejercicios de respiración profunda y relajación muscular progresiva, descritos ampliamente en fuente, según contó a Web MD, la médica Poonam Sachdev, de Madras Medical College, permiten al cuerpo liberar tensiones acumuladas.
Un método simple implica contraer y relajar diferentes grupos musculares, comenzando por los pies y subiendo gradualmente hasta la cabeza, lo cual desconecta la mente de preocupaciones persistentes.
FUENTE/ INFOBAE