Kiskeya Life: El 22 de mayo de 1933, una nave gigantesca apareció en los cielos sobre Santo Domingo. Las calles se llenaron rápidamente de espectadores, mientras que los techos se abarrotaron de personas, todos maravillándose ante la vista sin precedentes de esta enorme nave voladora.
Este fue un espectáculo como ningún otro, un momento en el que el tiempo parecía detenerse.
En la mansión del presidente, Rafael Trujillo salió al balcón. Su mirada estaba fija en el impresionante visitante desde arriba.
La llegada del dirigible no fue solo una desviación de su ruta planeada; fue un gesto deliberado, un emblema flotante de amistad de una nación distante, llevando consigo implicaciones de nuevas alianzas para la República Dominicana.