Con cada ataque entre Israel y la milicia del partido chií libanés Hezbolá Oriente Próximo se aproxima más a una guerra abierta que la comunidad internacional trata de evitar a toda costa. La ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza, que ya ha dejado más de 41.000 muertos, no es el único frente de un conflicto que cumplirá un año en dos semanas. Los bombardeos en Líbano e Israel truenan más que nunca y la operación atribuida al Mossad (el servicio de inteligencia israelí) en la que se detonaron miles de buscas y walkie-talkies de miembros de Hezbolá ha envalentonado a ambos. Además de resucitar el fantasma de una operación terrestre israelí en el sur del territorio libanés, una región que desde hace décadas controla el grupo islamista.
En la madrugada de este domingo se ha escuchado el retumbar de los cohetes lanzados contra territorio israelí. Hezbolá lanzó cerca de “150 proyectiles entre cohetes, misiles de crucero y drones”, según recogió un comunicado del Ejército israelí, que reconoció daños en algunas viviendas y fuegos en el distrito de Haifa, pero en el que no se produjeron víctimas. Era este mismo Ejército el que unas horas antes había bombardeado unos 290 “objetivos” de Hezbolá en el sur del Líbano, dejando al menos tres muertos. En los últimos días han sido varios los ataques de este tipo. El más grande se produjo el viernes en Beirut, donde murieron 50 personas, entre ellos tres niños y 15 comandantes de Hezbolá.
El otro gran ataque de esta semana contra Hezbolá se produjo entre el martes y miércoles, cuando una compleja operación produjo la explosión de miles de dispositivos de miembros del grupo. Esta acción ha llevado a analistas militares y políticos de numerosos países a advertir de que se puede tratar de un ataque que busca crear desconcierto y desconexión entre los miembros de la milicia antes de un ataque mayor que podría incluir una ofensiva terrestre. Este domingo el primero ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha enviado una mensaje que precisamente apunta hacia la escalada en la zona: “En los últimos días hemos infligido a Hezbolá una secuencia de golpes que no se imaginaba (…). Si Hezbolá no ha entendido el mensaje, os prometo que lo entenderá“.
Por el momento ningún cargo político ni militar israelí ha verbalizado la posibilidad de entrar de manera terrestre en el Líbano, aunque a lo largo de estos meses sí han reforzado con más militares toda su frontera. El jefe de Estado Mayor israelí, el general Herzi Halevi, ha afirmado este domingo que la “intensidad” de los ataques israelíes “aumentará”. “Tenemos muchas otras capacidades que aún no hemos logrado, ya que estamos viendo un nivel muy alto de preparación tanto ofensiva como defensiva. Estamos listos para entrar en las siguientes etapas y las estamos planificando muy bien”, ha sentenciado Halevi.
El Gobierno israelí ha insistido en que su objetivo es que los habitantes del norte de Israel puedan volver “sanos y salvos a sus hogares”, en referencia a los 60.000 israelíes que siguen evacuados. Lo cierto es que la situación tanto en el norte de Israel como en el sur del Líbano he convertido en invivible la región, lo que ha provocado que localidades enteras se hayan vaciado.
Este domingo los hospitales del norte del país han reducido su actividad y están trasladando sus operaciones a zonas blindadas. Así lo ha pedido el Ministerio de Sanidad israelí, que ha ordenado que muevan sus actividades a zonas fortificadas como búnkeres y que cancelen las cirugías opcionales. Además, se han limitado durante varias horas las reuniones en el exterior a un máximo de 10 personas y a 100 las interiores, y obliga a los lugares de trabajo a desarrollar su actividad cerca de refugios antiaéreos. Además, el mando militar de esta zona del país ha cerrado las playas y las escuelas.
Por su parte, el número dos de Hezbolá, Naim Qassem, ha dicho este domingo que continuarán con su actividad contra Israel mientras este siga con la invasión en Gaza. Además, ha reconocido que se ha entrado en “una nueva fase de ajuste de cuentas” con Israel y que seguirán “de vez en cuando matándolos desde donde esperan y no esperan”. Naim ha calificado como crimen de guerra los ataques de esta semana en Líbano, ya que acabaron con la vida de “civiles, mujeres y niños” en lugares como “farmacias y hogares”.
“Al borde de una catástrofe inminente”
Miembros de Naciones Unidas también han alertado sobre el ataque coordinado contra miembros de Hezbolá. El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, ha asegurado esta semana que hacer explotar los dispositivos sin saber quién estaba en posesión de estos y cuál era el entorno, es un hecho que viola las normas fundamentales de los derechos humanos.
La ONU también ha pedido este domingo a través de la coordinadora especial de Naciones Unidas para Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, que frenen los ataques y ha advertido de que Oriente Próximo se asoma a una tragedia si no cesan las acciones militares. “Con la región al borde de una catástrofe inminente, no es posible decirlo suficientemente alto: no hay una solución militar que vaya a hacer que cualquiera de las partes esté más segura”, ha dicho Hennis-Plasschaert en un mensaje en redes sociales.
También ha pedido un alto el fuego este domingo el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell. “La Unión Europea está sumamente preocupada por la escalada de violencia en Líbano, tras los atentados del viernes en Beirut y por el aumento de la violencia transfronteriza entre Israel y Hezbolá”, dijo el jefe de la diplomacia europea en un comunicado. La UE ha pedido que se aplique “la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, aprobada en 2006 y que llamaba a un cese de fuego permanente en la llamada ‘Línea azul’, donde hay presencia de cascos azules y cuya misión dirige el general español Lázaro Sáenz.