@abrilpenaabreu

La reciente decisión judicial que otorga libertad a Donni Santana, condenado por incesto, revive el fantasma más oscuro que acecha al sistema de justicia dominicano: la impunidad disfrazada de legalidad. No es un caso aislado. Apenas semanas atrás, la misma judicatura permitió la salida de “Chuki”, implicado en el atentado contra David Ortiz, sin cumplir la mitad de su condena. ¿Qué mensaje se transmite cuando los jueces parecen más dispuestos a creer en la “buena conducta” de los criminales que en el derecho de las víctimas a una justicia plena?
La República Dominicana carga con cifras alarmantes: más de 1,200 denuncias de violación sexual y cerca de 250 de incesto en 2024, a lo que se suman las decenas de casos ya reportados en 2025. En un país donde las estadísticas confirman la crudeza del problema, liberar a un agresor sexual que negó lo innegable hasta el final de su juicio no solo desmoraliza a las víctimas, sino que legitima la perversión de quienes hoy caminan en las calles convencidos de que la justicia es frágil, negociable o complaciente.
No se trata de un tecnicismo judicial, ni de un debate académico sobre el derecho penitenciario. Se trata de vidas truncadas, de familias que cargan con traumas irreparables y de una sociedad que, cada vez más, siente que la justicia no le pertenece. Lo más grave es la sospecha que despiertan estas decisiones: ¿son actos de indulgencia jurídica, o de un poder judicial corroído por influencias que desconocemos?
Si el Poder Judicial no revisa sus cimientos, el costo no será solo institucional, sino social. El riesgo de que las víctimas, hartas de ver cómo se les niega justicia, decidan buscarla con sus propias manos está latente. Y en ese escenario, la democracia misma se tambalea.
La confianza en la justicia no se construye liberando violadores ni asesinos, sino garantizando que quienes han destruido vidas cumplan sus penas hasta el final. De lo contrario, la impunidad seguirá resonando como un eco peligroso que erosiona nuestra fe en el sistema y nos deja expuestos a la ley del más fuerte.


