Un menor de apenas 13 años encabezaba una banda delincuencial en un barrio de Santo Domingo. El hallazgo no fue realizado por la Policía ni unidades de inteligencia, sino por un periodista y un influencer que rastrearon al adolescente hasta entregarlo a las autoridades.
La madre del joven declaró que estaba exhausta de buscar ayuda institucional sin obtener respuestas. Su testimonio evidencia cómo los menores en situación de vulnerabilidad cargan con una sentencia social no escrita, donde la falta de oportunidades y apoyo los lleva a ser adoptados por las calles.
La comunidad conocía la situación pero mantuvo silencio, actuando como cómplice pasivo. Mientras las autoridades se culpan mutuamente, queda al descubierto la cruda realidad: tenemos niños delinquiendo y el sistema carece de herramientas efectivas para rescatar a quienes aún podrían salvarse.
Por cada caso como este que llega a la luz pública, existen cientos -quizás miles- de menores en situación similar en los barrios del país, invisibles para la sociedad y el Estado.
La delincuencia infantil no se combate únicamente con redadas policiales, sino mediante una firme responsabilidad social y políticas públicas preventivas que aborden las causas estructurales de este fenómeno. **REDACCIÓN FV MEDIOS**