El cuento del Banco Central sobre el crecimiento económico

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   El cuento como género literario para relatar resulta fascinante no solo para el escritor, sino también para el lector y no es para menos, su lectura es entretenida al tiempo de instruir; pero acudir al uso del referido recurso por parte de una entidad estatal autorizada para informar al país acerca del desempeño económico de algún periodo puede ser osado, pero riesgoso, porque se aparta del rigor. Acomodar una explicación con fines que no son de la competencia, sesga su rol y no le hace un buen servicio a la autonomía y a la credibilidad que debe preservar ante las circunstancias.

   El Banco Central al dar a conocer los resultados económicos del indicador mensual de la actividad económica (IMAE) de febrero del año en curso, informó que el crecimiento fue de un 6.2 % y que el acumulado en el primer bimestre correspondió a un 5.4 %. La entidad enfatizó que los datos son ofrecidos en el interés de mantener debidamente informados a los agentes económicos y a la opinión pública nacional, justo este punto es que llama la atención, porque si ese es el propósito, entonces lo publicado debe estar apegado estrictamente a la veracidad, a los fines de conservar la reputación. 

   Esta opinión no entrará en el detalle de si el crecimiento económico de febrero es cierto, porque lo es, tampoco haremos referencia al componente de rebote estadístico en la expansión del IMAE, que también lo tiene, al compararse con iguales meses del año anterior con desempeño muy inferior, característica que muy probablemente se mantenga en los próximos meses. Tal vez la entidad responsable de elaborar las cuentas nacionales, en su deber de mantener debidamente informado al país, pudo haber dicho cuánto corresponde a crecimiento real y cuánto es de rebote estadístico, el desempeño económico de los dos primeros meses del 2024.

   A lo que si vamos a referirnos es al fundamento de la explicación que el Banco Central presenta para argumentar el crecimiento económico referido más arriba. En efecto, la entidad indica que, “Este desempeño reciente de la economía dominicana es consistente con la operación favorable del mecanismo de transmisión de la política monetaria y con el mayor nivel de gasto de capital público registrado desde mediados del año 2023.” ¿Qué de cierto hay en la afirmación, existe evidencia empírica en lo monetario y en las finanzas públicas que pueda respaldarlo?, entiendo que no, veamos.

   El Banco Central fijó a la baja a partir de junio de 2023 una nueva tasa de política monetaria, de un 8.5 % a un 8.0 %, dando inicio a una postura laxa, la que luego siguió profundizándola a través de ese clave instrumento monetario y a la fecha, la tasa se sitúa en un 7.0 %, por lo que han transcurrido 9 meses de reducciones y no se experimenta un efecto transmisión sobre las tasas de interés bancarias, -tiempo más que suficiente-, pues en particular, la tasa activa promedio ponderada a junio de 2023 era de un 12.41 %, en cambio, al 25 de marzo de 2024 fue de un 15.99 %, lo que indica que no ha habido efecto transmisión, por el contrario, la tasa de interés ha crecido en vez de reducirse, quedando neutralizado su papel propagador positivo sobre la actividad económica, al menos en ese aspecto.

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   El canal de la tasa de interés probablemente sea el más importante de los canales de transmisión que tiene la tasa de política monetaria de un Banco Central para incidir sobre el curso de la economía, en este caso el relativo al gasto y la inversión. Tasas de interés altas desincentivan el consumo y la inversión y lo contrario.

   En cuanto al aumento del gasto de capital, la contabilidad pública no registra mejoría de una mayor proporción de ese tipo de gasto sobre el gasto público total, por el contrario, se aprecia una reducción. Mientras en el año 2022 el gasto de capital sobre el gasto total fue de un 13.6 %, en el 2023 fue ligeramente inferior con un 13.4 % y en lo que va del 2024 es apenas de un 8.5 %, indicativo de que ese tipo de gasto no explica un impacto positivo sobre el desempeño del IMAE, como el atribuido por el Banco Central, sino que, por el contrario, el año pasado no impulsó la economía al crecer menos que en el 2022 y ahora se aprecia una reducción significativa en el gasto de capital hasta marzo.

   Los resultados de la tasa de interés y del gasto de capital, indican que el comportamiento mostrado por el IMAE de febrero y del bimestre de 2024, no son de su autoría, por el contrario, revela el efecto nulo en el principal canal de transmisión de la tasa de política monetaria y el deterioro progresivo del gasto de capital de las finanzas públicas.

   El papel de los bancos centrales no es tirar flores para favorecer el camino de un gobierno, es publicar y narrar los datos con explicaciones desapoderadas de sesgos, de tal forma, que los números e indicadores hablen como acontecen, de esa manera no se hacen cuentos.    

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