Cuando uno dice Estados Unidos le vienen a la cabeza varias virtudes: es el país más poderoso del mundo, uno de los que mejor controla su economía y mayor influencia internacional tiene, el que se sitúa a la cabeza de la riqueza mundial, aunque China amenace con superarlo en los próximos años… Pero decir Estados Unidos es decir también desigualdad social, trampantojos originados por el proverbial sueño americano, racismo, tiroteos masivos y padres que son conscientes de que un día de colegio de sus hijos puede acabar, en ciertas ocasiones, en tragedia.
Pocos ejemplos de mayor contraste entre prosperidad económica y crisis social pueden encontrarse en el mundo. Estados Unidos encarna de igual manera la oportunidad y el techo indestructible; la democracia y la intolerancia; la diversidad y el ostracismo; la palabra y la pólvora.
Este martes 5 de noviembre se celebran las elecciones en el país. Una cita a la que tanto la candidata demócrata y vicepresidenta, Kamala Harris, y el aspirante republicano y expresidente, Donald Trump, llegan muy igualados, con una ligera ventaja para la primera. Ambos tienen el mismo reto: ganar los comicios y gobernar un país cuya radiografía ofrece diagnósticos muy dispares.
La primera economía del mundo
Estados Unidos fue en 2023 un 2,9% más rico que en 2022, y su PIB cerró el año en más de 27.000 billones de dólares. Para 2024, el Fondo Monetario Internacional calcula un crecimiento prácticamente idéntico para el país.
Actualmente, su tasa de paro se sitúa en el 4,1% y la brecha de género es prácticamente inexistente. De hecho, hay más hombres parados (4,2%) que mujeres (3,9%), según se desprende de la estadística de Trading Economics, relativa al mes de septiembre. Así, alrededor de 161 millones de personas conforman la población ocupada de la nación norteamericana.
Una vez superado lo peor de la pandemia, la tasa de paro estadounidense no ha rebasado el 5%. Ejemplo de su portentosa maquinaria económica es que en abril de 2020 había casi un 15% de desempleados en el país. En diciembre la cifra había bajado al 6% y en junio de 2022, ya anotaba su mejor dato en casi medio siglo (3,5%). De la misma manera, si en 2020 su economía se hundió un 2,2%, en 2021 ya crecía por encima del 6%.
Por otro lado, según los datos publicados por la Oficina del Censo de EEUU en septiembre, la media real de ingresos de hogares aumentó un 4% entre 2022 y 2023. Esta se situó en 80.610 dólares frente a los 77.540 del año anterior. Asimismo, disminuyó la tasa oficial de pobreza 0,4 puntos porcentuales, anotando un 11,1%.
Estados Unidos sí está teniendo más dificultades para disminuir este marcador. En 2019 llegó a su nivel histórico más bajo (10,5%), y desde la pandemia aún no ha sido capaz de recuperarse. Actualmente, hay en Estados Unidos casi 37 millones de personas en riesgo de pobreza.
Si bien la fotografía general es halagüeña, es profundizando en estos datos cuando comienza a observarse la grave brecha social que padece el país. Así, según el Centro de Investigación Pew, en promedio los negros tienen el doble de probabilidades de ser pobres o de estar desempleados que los blancos.
De esta manera, las familias afroestadounidenses ganan poco más que la mitad de lo que ingresan las blancas. En términos de patrimonio neto, los hogares blancos son por lo menos 10 veces más ricos que los negros.
El racismo, uno de sus problemas sociales más graves
No es ningún secreto que Estados Unidos aún no ha superado el preocupante problema que tiene con el racismo. La situación, es innegable, ha mejorado en los últimos años, pero los datos anteriormente expuestos revelan la falta de oportunidades que sufre la población negra y que parte de la la sociedad norteamericana aún está infectada del veneno vertido por la leyes Jim Crow. La normativa, promulgada a fines del siglo XIX, promovía la segregación racial en todas las instalaciones públicas bajo el cínico lema “separados pero iguales”.
A ello hay que añadir los casos de brutalidad policial por los que el país es muchas veces noticia en el mundo. El más extremo y que provocó la reacción más importante en los últimos años entre la población negra fue el asesinato de George Floyd a manos de un agente en mayo de 2020.
La realidad es que hoy, según la ONG Mapping Police Violence, una persona negra tiene el doble de probabilidades de morir en un enfrentamiento policial que una blanca. El 24% de los fallecidos por la acción de las autoridades son afroamericanos.
Por su parte, en otra encuesta realizada por el Centro de Investigación Pew en 2019, el 84% de los adultos negros consultados dijo que sienten que la Policía los trata peor que a la comunidad blanca.
Asimismo, el 44% de los afroestadounidenses aseguró haber sido detenido injustamente por las autoridades debido a su raza y la inmensa mayoría piensa que las instituciones norteamericanas fueron diseñadas para frenar el progreso y torpedear la integración de la población negra.
Por otro lado, la percepción afroamericana de uno de los aspectos que aborda el estudio es tremenda: el 51% de los adultos negros dice que el Gobierno promueve el control de la natalidad y el aborto para reducir el tamaño de la población negra.
El país con más armas que habitantes
Si Estados Unidos disfruta de la condición de país más poderoso del mundo, sufre, en cambio, otra más perniciosa: la de país con más armas que habitantes. La protección que brinda la Constitución a su posesión dificulta la capacidad regulatoria de la instituciones.
Actualmente, en el país hay 120 armas por cada 100 habitantes. La situación es caldo de cultivo para que se sucedan los incidentes con ellas y los tiroteos masivos, la gran enfermedad de la nación norteamericana.
Así, según Gun Violence Archive, en 2023 murieron a causa de disparos (entre asesinatos y accidentes) casi 19.000 personas. La cifra es más positiva que la registrada en 2021, cuando lo hicieron más de 21.000. En cualquier caso, todavía queda lejos de las 12.356 personas que murieron en 2014.
El aumento de víctimas ha ido de la mano de un incremento de los tiroteos masivos. De los 272 registrados en 2014 se han pasado a los 656 que se produjeron el año pasado. Faltan poco más de dos meses para que termine 2024 y ya han tenido lugar 428.
Si se diferencia a las víctimas por edad, en la última década han muerto en tiroteos casi 2.700 niños de hasta 11 años. En cuanto a adolescentes (12-17 años), han fallecido más de 10.300. Estos datos revelan un hecho desolador: este tipo de violencia es la principal causa de muerte en niños y adolescentes de entre 1 y 19 años en EEUU, superando las producidas por accidentes de tráfico, cáncer y sobredosis por drogas.
Las armas también están muy presentes en los suicidios. Así, de las 49.500 personas que se quitaron la vida en 2022 (un dato que anota un máximo histórico), 27.038 hicieron uso de ellas para conseguir su propósito.
Por último, llama la atención una cifra que pone en entredicho los argumentos que exponen los defensores más acérrimos de las armas. Estos aluden al derecho a la legítima defensa de los ciudadanos. Lo cierto es que, según Gun Violence Archive, los casos en los que se han utilizado para es fin son exiguos en comparación a los de asesinatos o matanzas: los muertos registrados en estos supuestos representan apenas el 6%.