El cierre de Rikers: un camino hacia la justicia, la seguridad y la reconstrucción de nuestras comunidades

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El complejo carcelario centenario de Rikers Island ha representado durante mucho tiempo una mancha para la ciudad de Nueva York. Es conocido por su violencia y sus condiciones precarias, tanto para quienes están encarcelados, como para quienes allí trabajan. Muchos de los que entran salen en peores condiciones. Desde el año 2022, 32 personas encarceladas han muerto, siendo el suicidio una de las principales causas. Las familias de los reos también sufren, teniendo que sacar horas de su día para visitar a sus seres queridos, debido a que Rikers se encuentra ubicado literalmente en una isla con una sola vía de acceso. El mayor impacto recae en las comunidades minoritarias, ya que el 92% de los encarcelados y el 91% del personal están compuestos por minorías.

Existe una mejor solución: cerrar las cárceles de Rikers y reemplazarlas por cárceles modernas cerca de los juzgados y asegurar camas de hospital que, en conjunto, ofrezcan una mejor atención de salud mental y servicios de reinserción. Esto beneficiaría no solo a encarceladas y al personal de las cárceles, sino también a las familias y las las personas comunidades, especialmente en los vecindarios predominantemente negros y latinos más afectados por el crimen y el encarcelamiento.

Las tragedias en Rikers son mucho más que solo cifras; son vidas reales afectadas por enfermedades mentales, violencia y negligencia. Durante los años que lideré los Tribunales de Familia en la ciudad de Nueva York, fui testigo de cómo muchos jóvenes de color terminaban en Rikers debido a la falta de mejores opciones. Tenemos que hacerlo mejor, por ellos y por todos nosotros.

El cierre de las cárceles de Rikers ofrece la oportunidad de mejorar nuestro sistema de justicia penal, en particular para los adultos jóvenes. Más de la mitad de los menores de 25 años que se encuentran en Rikers padecen algún tipo de enfermedad mental y la mayoría se encuentra a la espera de su juicio, algunas veces, por años. Eso también retrasa la justicia para las víctimas de delitos.

Las nuevas instalaciones en los distritos estarán más cerca de los tribunales, lo que facilitará a los reos reunirse con sus abogados y llegar a los tribunales. Las visitas familiares serán más fáciles. Mientras más personas en prisión se mantengan en contacto con sus familias, habrá menos posibilidades de que cometan un nuevo delito cuando sean liberadas.

Con demasiada frecuencia, personas encarceladas en Rikers necesitan cuidados de salud mental pero se enfrentan con dificultades para obtenerlos de manera consistente porque las cosas son caóticas y no funcionan bien. En las nuevas cárceles, será más fácil obtener servicios de salud mental. Los programas de alfabetización, educación y capacitación laboral brindarán a los jóvenes esperanza y oportunidades para cambiar sus vidas. Si también logramos conectar a las personas con vivienda y apoyo cuando salgan, eso ayudará a detener el ciclo delictivo y a poner a las personas en un mejor camino.

Las condiciones en las nuevas instalaciones serán mucho mejor para todos. No más techos con goteras que requieran mantas para absorber el agua cuando llueve, ni más puntos ciegos donde los agentes no puedan ver lo que está sucediendo. Y lo que es más importante: menos muertes y suicidios.

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Es importante señalar que el cierre de Rikers es independiente del debate sobre la reforma de las fianzas. El objetivo de las leyes de reforma de las fianzas del estado de Nueva York es garantizar que las personas que esperan su día en el tribunal no estén en la cárcel solo porque no tienen suficiente dinero para pagar por su salida. Ese es el objetivo correcto, aunque creo que las leyes de fianzas pueden y deben mejorarse para lograr un mejor equilibrio entre seguridad y justicia.

El cierre de Rikers tiene como objetivo aumentar la seguridad pública y obtener mejores resultados cambiando nuestro enfoque, especialmente para los jóvenes y las personas con enfermedades mentales graves. Necesitamos solucionar las condiciones inhumanas y la violencia en las cárceles, asegurarnos de que los casos penales avancen más rápidamente en los tribunales y brindar a las personas el tratamiento y el apoyo que necesitan para romper el ciclo de delincuencia y violencia.

No podemos hacer esto en Rikers. Resulta muy difícil llegar. Las edificaciones están en ruinas y empeorando a diario, especialmente porque la mayor parte de la isla no es otra cosa que basura. Es el lugar donde la ciudad de Nueva York arrojó su basura durante años, y muchas de las cárceles fueron construidas justo encima. Tomaría mucho más tiempo y costaría mucho más dinero reconstruir las cárceles de Rikers que construir las nuevas cárceles y conseguir camas de hospital en los distritos. Y, a veces, solo se necesita un cambio radical para cambiar las cosas de verdad.

Tenemos una oportunidad única en una generación de reemplazar a Rikers por algo mucho mejor y más eficaz. Por el bien de todos nosotros en las comunidades de color y en toda la ciudad de Nueva York, trabajemos juntos para hacer realidad esta visión.

La jueza Jeannette Ruiz se desempeñó como jueza administrativa del Tribunal de Familia de la Ciudad de Nueva York y es miembro de la Comisión Independiente de Rikers.

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