El gobierno de Estados Unidos anunció nuevos aranceles del 100% a las importaciones chinas en respuesta a los controles de exportación de tierras raras aplicados por Pekín. China replicó con tarifas portuarias a barcos estadounidenses y defendió la legalidad de sus medidas. La escalada amenaza con reconfigurar el comercio global y agravar la tensión geopolítica entre ambas potencias.
Las dos principales economías del planeta han entrado en una nueva fase de fricción. El presidente estadounidense Donald Trump anunció esta semana la imposición de un arancel adicional del 100% a las importaciones procedentes de China, en represalia por los recientes controles que Pekín impuso a la exportación de tierras raras, minerales esenciales para la producción de chips, baterías, motores eléctricos y tecnologías avanzadas.
El anuncio marca un nuevo punto de inflexión en la relación entre ambos países, que desde hace más de una década atraviesan una disputa comercial y tecnológica con implicaciones globales.

**Posición estadounidense**
Durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, Trump argumentó que las medidas buscan ‘proteger los intereses estadounidenses y garantizar un comercio justo’, aunque insistió en que su país ‘no busca perjudicar a China, sino ayudarla a corregir prácticas injustas’.
El paquete incluye, además de los nuevos aranceles, restricciones a la exportación de software crítico y la posibilidad de endurecer el control sobre equipos de telecomunicaciones fabricados por empresas chinas. La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) confirmó que votará en los próximos días un proyecto para ampliar el veto a compañías consideradas riesgosas para la seguridad nacional.
Las medidas se suman a las sanciones que ya existían contra gigantes tecnológicos chinos y a la política de ‘reindustrialización interna’ promovida por Washington para reducir su dependencia de las cadenas de suministro asiáticas.
**Respuesta china**
China reaccionó con firmeza. A través de un comunicado del Ministerio de Comercio, el gobierno calificó los aranceles de ‘acto de coerción económica’ y aseguró que sus propios controles de exportación de tierras raras son ‘legítimos y necesarios para proteger los intereses nacionales’.
Pekín anunció, como represalia inicial, la imposición de tarifas portuarias especiales a los barcos estadounidenses que atraquen en puertos chinos y advirtió que ‘no permanecerá de brazos cruzados ante la escalada’.
Aunque el gobierno de Xi Jinping reiteró que ‘China no busca una guerra comercial’, dejó claro que ‘no teme responder’ y acusó a Washington de ‘doble moral’ por exigir apertura comercial mientras aplica restricciones unilaterales.
**Impacto global y tensiones económicas**
Las llamadas tierras raras —un grupo de 17 minerales estratégicos— son el corazón de las industrias tecnológicas modernas. China controla alrededor del 70% del procesamiento mundial, lo que le otorga una posición dominante en sectores clave como la fabricación de semiconductores, vehículos eléctricos y turbinas eólicas.
El endurecimiento de las restricciones, tanto por parte de Estados Unidos como de China, amenaza con interrumpir cadenas de suministro, encarecer productos tecnológicos y afectar a economías intermedias que dependen de ambos mercados.
Los mercados internacionales reaccionaron con volatilidad tras los anuncios: los precios de materias primas tecnológicas subieron y varias bolsas asiáticas registraron pérdidas.
**Escenarios futuros y consecuencias diplomáticas**
Fuentes diplomáticas confirmaron que la escalada podría afectar el calendario de encuentros bilaterales previstos para los próximos meses. Analistas internacionales advierten que, más allá de los aranceles, la desconfianza entre ambas potencias se profundiza, especialmente en temas de ciberseguridad, control de inteligencia artificial y acceso a información sensible.
Entre los escenarios que se contemplan figuran una negociación forzada bajo presión, un proceso de desacoplamiento económico acelerado —en el que ambas potencias reduzcan su interdependencia— o una prolongada guerra comercial que se convierta en un nuevo ‘normal’ en la relación entre Washington y Pekín.
**Efectos regionales**
Expertos consultados señalan que América Latina, el Caribe y África podrían ser regiones afectadas indirectamente, al servir de escenarios de competencia por mercados, inversiones y recursos naturales.
En el caso de República Dominicana y el Caribe, el impacto podría sentirse en sectores como la electrónica, la importación de equipos tecnológicos, el transporte marítimo y las cadenas de suministro industriales.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


