Dos casos y un comentario marcan la semana

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El deterioro institucional que alimenta la impunidad y la corrupción se apoya en gran parte de la clase política, sectores empresariales, gremiales y sindicales, de líderes religiosos e incluso de hacedores de la opinión pública. Todo ello sobre la base de una cultura de tolerancia al desorden y la trampa, entronizada desde los inicios de la República.

Consciente de que el desorden institucional, la impunidad y la corrupción son los principales responsables de que hoy no seamos un pueblo más próspero y organizado, el presidente Luis Abinader adoptó desde su llegada al poder medidas para emprender una profilaxis ética nacional. Su propósito: fortalecer la institucionalidad y contener esas deformaciones.

Ha llevado un corte parejo, reforzando el Estado de derecho, fomentando el respeto, fortaleza e independencia de los poderes públicos —Congreso, Justicia, órganos electorales, contralores y municipios—, y dedica cada semana horas de trabajo a impulsar la persecución del delito.

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Un aspecto clave ha sido sanear la administración pública, empezando por el cumplimiento riguroso de aplicación de la Ley de Función Pública (41-08) y la de Compras y Contrataciones (340-06), tradicionalmente fuentes de corrupción. 

A esto se suma el fortalecimiento de la transparencia y la separación inmediata de cualquier funcionario señalado por prácticas cuestionables, sin importar su jerarquía ni cercanía con él.

La lucha por institucionalizar el país y frenar la impunidad es un proceso gradual, de lo particular a lo general. Quizás los avances no sean tan profundos ni amplios como quisiéramos, pero son muestras tangibles de un progreso nunca antes visto.

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Los dos casos

La semana pasada dejó dos hechos inéditos en los tiempos modernos: la justicia alcanzó a figuras de “cuello blanco”, entre ellas un cuñado de un expresidente, una exdiputada y otros dirigentes, hoy procesados por corrupción administrativa y lavado de activos.

  1. El caso Alexis Medina Montilla. El cuñado del expresidente Danilo Medina, figura de peso en su gobierno, admitió su responsabilidad en actos de corrupción y se comprometió a devolver RD$3,000 millones mal habidos, según las acusaciones del Ministerio Público. Otros allegados al poder morado ya habían hecho lo mismo, confirmando la máxima jurídica: a confesión de parte, relevo de pruebas.
  2. La exdiputada del PRM. Una exlegisladora del partido oficialista fue condenada a cinco años de prisión por acusaciones de lavado de activos. Un recordatorio de que la justiciapirfr alcanzat también a quienes pertenecen al partido gobernante.

El comentario

En paralelo, el presidente Abinader reunió a su Consejo de Ministros para escuchar exposiciones de la procuradora Yeni Berenice Reynoso y de Carlos Pimentel, director de Compras y Contrataciones. El objetivo: actualizar a los funcionarios sobre las reformas a la Ley de Compras y Contrataciones y al Código Procesal Penal, y evitar incumplimientos por desconocimiento.

La medida, preventiva y pedagógica, fue interpretada por un conocido comentarista de la mañana como innecesaria. Lo irónico es que, precisamente por desestimar la importancia de estas prevenciones, ese comentarista ha tenido que dedicarse a defender lo indefendible en sus aliados políticos.

Una semana ganada

La combinación de los dos casos judiciales y la prevención del Ejecutivo marca un punto a favor en la batalla ética contra el descalabro institucional, la impunidad y la corrupción. La pasada, sin duda, fue una semana ganada por el proceso de institucionalización que reclama la nación.

Adelante.



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