Dormir en pantanos y comer hierba para sobrevivir a la ola de violencia en Sudán del Sur

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Yuba.- Tras un mes de violencia sin precedentes en el norte de Sudán del Sur, más de 84.000 personas se han visto obligadas a huir de los combates y de los bombardeos de las fuerzas ugandesas que ahora intervienen en el conflicto. Muchas de ellas han encontrado un lugar seguro en los pantanos de la zona y no tienen más remedio que alimentarse a base de hierbas.

«Llevamos más de una semana durmiendo aquí en el pantano porque los aviones están atacando nuestra zona. Mis tres hijos y yo comemos hierba silvestre», explica por teléfono a EFE Nyariak Mai Chol, una sursudanesa de 44 años que se refugia a la intemperie a las afueras de Ulang para escapar de los bombardeos contra las aldeas de la zona.

Esa localidad se encuentra cerca de Nasir, donde a principios de marzo estallaron los combates entre las tropas gubernamentales y la milicia rebelde denominada Ejército Blanco, originalmente aliada a la oposición sursudanesa, y compuesta por combatientes de la tribu nuer, la segunda más numerosa de Sudán del Sur.

Mai Chol asegura que su marido se ha alistado al Ejército Blanco «para luchar contra el Gobierno y defender la zona», en un momento en el que el Ejecutivo del presidente Salva Kiir está contando con la cobertura aérea del Ejército ugandés pese a que eso contraviene el acuerdo de paz firmado en 2018 entre el Gobierno y la oposición.

Ese pacto puso fin a un lustro de guerra que se saldó con alrededor de 400 mil muertes. Además, estipula un reparto de poder entre los partidarios de Kiir y los del líder opositor y ahora vicepresidente, Riek Machar, que ha alertado que el país más joven del mundo -se independizó de Sudán en 2011- corre el riesgo de verse sumido en un nuevo conflicto.

Catástrofe humanitaria

La oleada de violencia ha provocado el desplazamiento de decenas de miles de personas en el noreste del país, según la ONU, que apunta que alrededor de 10 mil personas han huido a Etiopía. El resto han optado por permanecer en las zonas fluviales para refugiarse de los combates, pese a que la temporada de lluvias e inundaciones está a punto de comenzar.

El gobernador de Nasir, Gatluak Lew Thiep, indica a EFE que la situación humanitaria se ha ido deteriorando desde que la fuerza aérea ugandesa atacara la zona el 16 de marzo, dejando decenas de muertos y destrucción en unas poblaciones carentes de instalaciones sanitarias y servicios básicos.

Además, la violencia ha obligado a casi todas las organizaciones humanitarias a cesar sus operaciones debido al enorme riesgo.

«La vida se ha paralizado por completo en Nasir, de donde la mayoría de los ciudadanos han huido a territorio etíope en busca de alimento y seguridad», lamenta Lew, que afirma que los heridos no pueden recibir tratamiento médico.

Asimismo, deseó que las fuerzas gubernamentales «dejen de atacar a sus ciudadanos y de clasificarlos como enemigos», después de que el Gobierno de Kiir designara al Ejército Blanco como un grupo terrorista que amenaza la seguridad nacional de Sudán del Sur.

Y es que ya antes de la escalada de la violencia, el 72 % de los sursudaneses requerían algún tipo de ayuda humanitaria, mientras que alrededor de 7,1 millones de personas sufren una «grave inseguridad alimentaria y miles viven en condiciones cercanas a la hambruna», según datos de la Comisión Europea (CE).

Al borde de una nueva guerra civil

Ter Chol Gatkouth, un miembro del Ejército Blanco de 30 años, afirma a EFE que el grupo está «listo para la confrontación», pero decidió detener sus ataques por los llamados de la población civil de la zona y ahora exige el fin de la escalada.

Por su parte, Marsa Kim Tut, una líder religiosa de 50 años de Nasir, advierte a EFE que es la primera vez que ve a un Gobierno «matar» a sus propios ciudadanos.

Exaltada, se pregunta cómo es posible que el Gobierno de Kiir, dominado principalmente por la tribu dinka -la más numerosa y poderosa de Sudán del Sur- ataque a sus propios ciudadanos.

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«¿Acaso es porque somos de la tribu nuer? Su batalla debería ser contra el Ejército Blanco, no contra los ciudadanos que mueren a diario de cólera, hambre y miedo», denuncia Kim.





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