Donald Trump es un hombre al que le gusta el poder, y al haberse asegurado este martes matemáticamente la nominación para las presidenciales de noviembre vislumbra su mayor anhelo desde que abandonó la Casa Blanca: ejercer de nuevo la Presidencia de Estados Unidos.
El exmandatario necesitaba 1,215 delegados para tener garantizada su candidatura en la convención de su partido en julio en Milwaukee, Wisconsin, y las primarias en Georgia, Mississippi, Washington y Hawaii le han acabado de despejar un camino en el que en verdad no había obstáculos.
Trump lanzó su campaña en noviembre de 2022 y en este tiempo ha dejado atrás a una veintena de contendientes, aunque solo dos amenazaron con hacerle sombra: la exembajadora de EE.UU. ante la ONU Nikki Haley, que se retiró la semana pasada, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que abandonó la lucha el 21 de enero consciente de la falta de apoyos.
No le quedaban rivales dentro del Partido Republicano y gozaba igualmente del apoyo de la cúpula conservadora en el Congreso, pero este último trámite, a la espera de que se oficialice en verano, afianza las aspiraciones de quien siempre ha pensado que nunca llegó a perder la Presidencia.
Este magnate nacido en una familia de clase media el 14 de junio de 1946 en Queens hizo de ‘Make America Great Again’ el lema tanto de sus campañas como de su presidencia, y agrupa bajo las siglas MAGA a todos los que ven en él a la persona necesaria para, tal y como estas dicen, devolver la grandeza a Estados Unidos.
A sus 77 años, cuatro menos que su probable rival, el presidente, Joe Biden, encara esta nueva etapa electoral sin lastres políticos pero sí jurídicos, los de sus cuatro casos penales, dos de ellos por intentar revertir los resultados de las presidenciales de 2020.
Los otros dos, por haberse llevado de la Casa Blanca documentos clasificados al abandonar el poder y por pagos irregulares a la actriz porno Stormy Daniels para comprar su silencio durante la campaña de 2016 sobre un romance entre ambos.
Estas causas judiciales en Washington DC, Georgia, Nueva York y Florida están condicionando su estrategia ante la necesidad de fondos para defenderse.
Son frecuentes los emails de su equipo pidiendo a los “patriotas” “un dólar, cinco, diez o incluso 24” para “salvar Estados Unidos”, y su victoria en noviembre le facilitaría la retirada de los cargos federales en su contra.
Ruido mediático y político
El correo electrónico no es el único medio privilegiado para hacer llegar su mensaje. Su red social, Truth Social, lanzada en febrero de 2022, es su mayor altavoz más allá de los distintos mítines, y desde ahí carga contra todo y contra todos, a todas horas y sin aparente coherencia.
Ese fue el tono de su Presidencia, donde los exabruptos y el ruido mediático se superpusieron a las propuestas de calado, y esa es la línea mantenida. Este lunes afirmó por ejemplo que, de resultar elegido, una de sus primeras acciones será “liberar” a los imputados y condenados por el asalto al Capitolio de enero de 2021.
El exmandatario, licenciado en Economía por la Universidad de Pensilvania, y que antes de saltar a la arena política había hecho carrera tanto en la inmobiliaria como en la televisiva, como presentador del programa ‘The Apprentice’ (‘El aprendiz’), aparece prácticamente solo en esta nueva tentativa presidencial.
Si en la anterior campaña su familia se sumó al equipo e incluso ocupó cargos de peso en el poder, en esta es destacable la ausencia incluso de su mujer y madre de su hijo Barron, la exmodelo de origen esloveno Melania Trump, con la que se casó en 2005.
Trump, mientras, afronta el eventual duelo con Biden con energía. Su discurso pone en su punto de mira la edad del actual mandatario, su gestión de la frontera con México y su supuesta falta de mano dura ante potencias como China y Rusia, y demoniza a los inmigrantes indocumentados, a los que acusa de un aumento del crimen y del flujo de fentanilo en el país
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