Desde una idea familiar hasta el renombre nacional, lo de Margarita Araujo es una trayectoria digna de resaltar en la vinicultura, es una emprendedora neta
Hace 10 años, Margarita Araujo de Cáceres y su familia (esposo, hija y suegra) atesoraban la idea de tener una bodega de vinos en San Cristóbal.
Reconocían que su sueño era ambicioso, retador y disruptivo en este mercado, pero a la vez motivador, entonces descubrieron que, “en familia es mejor”, y así lo reflejaron en su eslogan.
Su fortaleza le ha permitido adaptarse y gestionar los cambios, obstáculos y críticas, de manera positiva, e innovar con una variedad de vinos artesanales de distintas frutas, elaborados de forma 100 % natural, sin preservantes, colorantes o sabor artificial añadidos. De hecho, el grado de alcohol es el que produce naturalmente la fermentación de la fruta.
Nos cuenta que comenzó preparando vino y ponche ocasionalmente (Día de la Madre, Navidad, Año Nuevo y más), pero muchos solicitaban que hiciera para otras fechas y se mostraban interesados en comprar.
Hubo críticas que ellos convirtieron en oportunidades de mejora, tales como: diseñar una mejor etiqueta y logo, importar una botella apropiada y sustituir la tapa de rosca por corchos y finalmente definir una marca que en consenso familiar fue Don Cáceres, “de ahí hemos venido creciendo” afirma Margarita.
El primer vino creado por la familia Cáceres-Araujo fue de fresa, luego sumaron chinola, manzana, tamarindo, tayota, arándanos, mango y el más reciente de pitahaya.
“Para dar a conocer la marca participamos en ferias artesanales y comerciales. La última y en la que tuvimos gran impacto fue la Feria del Mango de Baní. Se nos acercaron muchas personalidades a degustar y comprar el vino, varios medios y otras vías que llegan al público”.
Margarita ha realizado cursos de enología. Además, visitó viñedos en Carolina del Norte, Carolina del Sur y Maryland, Estados Unidos, donde aprendió y se educó para seguir perfeccionando sus vinos con estándares internacionales y adquirir la maquinaria necesaria.
Ella y su familia, que son verdaderos emprendedores, al hablar dejan notar todos sus conocimientos enológicos adquiridos y cuentan: “Nuestras metas para el 2024 son organizarnos para producir el año entero, y así colocar el vino en supermercados del país”.
En un primer ciclo planean suplir San Cristóbal y Santo Domingo, donde ya tienen algunos clientes fijos y de esa manera, por etapas abarcar otras localidades. “También visualizamos exportar. En algunos viñedos de países que visitamos, les llevamos muestras y recibimos opiniones positivas y ofertas de mercado”.
“Pie de amigo”
La Fundación Dominicana de Desarrollo (FDD) ha sido un gran soporte para Margarita, a la que ha otorgado créditos y asesoramiento técnico que le han conducido a un mejor camino. Es una organización sin fines de lucro que trabaja en República Dominicana para promover el desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida de las personas en áreas como la educación, la salud, el medio ambiente, el emprendimiento y el desarrollo comunitario.
Empuje en comunidades
La FDD ha desempeñado un papel fundamental en la mejora de la calidad de vida de las comunidades dominicanas y de la gente que tiene una idea que quiere poner a caminar, a través de una amplia gama de iniciativas.
Con un enfoque multidisciplinario, la FDD trabaja en colaboración con diferentes sectores de la sociedad, incluyendo el gobierno, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales y la comunidad en general.
Una de las áreas principales de acción de la FDD es la educación. Desarrolla programas innovadores para fortalecer el sistema educativo dominicano, mejorar el acceso a la educación de calidad y fomentar el desarrollo de habilidades en los jóvenes.
Además, la FDD brinda apoyo a proyectos de capacitación profesional y técnica, contribuyendo así a la formación de una fuerza laboral más calificada y competitiva. Otro aspecto destacado del trabajo de la organización es su compromiso con el desarrollo comunitario y la inclusión social. A través de proyectos de empoderamiento y fortalecimiento de capacidades, la fundación promueve la participación activa de las comunidades en la identificación y solución de sus propias necesidades.
Además, la FDD realiza iniciativas para mejorar el acceso a servicios básicos como la salud y el agua potable, así como para impulsar el desarrollo económico local a través del apoyo al emprendimiento y la creación de empleo. En resumen, la Fundación Dominicana de Desarrollo es un actor clave en la construcción de un futuro más próspero y equitativo para la República Dominicana.
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