Todavía no me queda claro si Nikki Haley se queda en la campaña republicana cuando conozca el resultado de las primarias del partido en su estado natal, o, si seguirá en la contienda buscando arrebatarle la candidatura al expresidente Donald Trump.
En ambos casos será bueno y malo para ambos aspirantes del partido de oposición, porque mutuamente se restan votos y posibilidades mientras muestran un partido dividido que no se ve bien ante los electores.
Aunque según las encuestas Donald Trump, seguro que le propinará una paliza electoral a su ex embajadora ante las Naciones Unidas, ella se muestra fuerte y no se amedrenta; pues asegura que, aunque le vaya mal en Carolina del Sur, el estado donde fue gobernadora, no abandonará las primarias del Partido Republicano y continuará hablando sobre cómo ella cree que con Trump el partido perderá la opción de volver a mandar en la Casa Blanca y los Demócratas mejoran sus posibilidades de seguir en el poder por al menos otros cuatro años.
Los analistas políticos comienzan a hacer sus cábalas, pues creen que la señora Haley mantiene la esperanza de ver a Trump condenado en algunos de los más de 90 casos que le siguen en varios juzgados de New York y por eso es que se niega a considerar su retiro o cambio de bando para mantenerse vigente en el mapa político electoral del año 2024.
Ella calcula que es muy posible que Trump tenga que abandonar la campaña por los líos legales que enfrenta en varios juzgados de la nación y así ella quedaría como abanderada de los rojos para enfrentar a los azules Demócratas que representa el presidente Joe Biden, para entonces intentar arrebatarle la reelección.
Este fin de semana las elecciones del 24 de febrero son decisivas en Carolina del Sur, pues las encuestas dicen que Trump podría darle una pela a Haley en las votaciones que la dejarían mal parada con una imagen de debilidad en su propio partido y ante los electores.
Pero Nikki dice que no se rinde y en recientes declaraciones a la cadena Fox tampoco quiso hablar de su posibilidad de postularse por otra corriente política, porque asegura que sólo habla con el partido que la llevó a ser gobernadora y diplomática de los Estados Unidos en el gobierno en el que Trump fue su jefe.
Ella tampoco se postularía por fuera de los partidos tradicionales con el llamado movimiento “No Labels” o en español “Sin etiquetas partidistas” republicana o demócrata, pues defiende que es una candidatura diferente y que llena las expectativas que no cumplen los octogenarios Donald Trump o Joe Biden.
Como autora, Sofía Villa escribe esta columna a título personal y sus opiniones no representan a Televisa-Univision Inc. donde trabaja como Writer/Producer.