Por: Alfredo López Ariza
El 11 de marzo, la República Dominicana celebró el Día del Bombero Municipal, un momento para reconocer la labor heroica y sacrificada de aquellos que arriesgan sus vidas para proteger a la comunidad. Sin embargo, este año la conmemoración se vio empañada por la sombra de la tragedia, ya que dos incendios devastadores sacudieron al país recientemente, subrayando la urgente necesidad de abordar las deficiencias en el sistema de bomberos.
El primero de estos incendios tuvo lugar durante el carnaval de Salcedo, lo que resultó en la trágica pérdida de siete niños. Posteriormente, un siniestro en el penal de La Victoria cobró la vida de trece reclusos, resaltando nuevamente las deficiencias de la capacidad de respuesta ante emergencias. Estos eventos, sumados a otros desastres ocurridos en los últimos cuatro años, como el incendio de Casa Mora en La Vega que cobró la vida de tres bomberos, y la trágica explosión de la fábrica Vidal Plast en San Cristóbal, donde perdieron la vida treinta y siete dominicanos y más de sesenta resultaron heridos, han puesto de manifiesto la importancia de contar con un cuerpo de bomberos eficiente y bien equipado.
La historia de los cuerpos de bomberos en la República Dominicana se remonta a 1880, cuando fueron fundados por el prócer de la restauración, Gregorio Luperón, mediante el Decreto 1851. En 1912, durante el gobierno del general Eladio Victoria, dicho decreto se convirtió en ley, consolidando así su estatus como una institución fundamental en la República Dominicana. Esta entidad, una de las más antiguas del país, ha desempeñado un papel crucial en la protección de la vida y la propiedad de los dominicanos durante más de un siglo.
En este contexto, en el año 2006 se promulgó el Decreto 316-06 con el objetivo de definir las funciones y organización de los cuerpos de bomberos, así como de establecer la Unión Nacional de Bomberos. Dentro del mismo, se consideró la creación de una Academia Nacional de Bomberos para formar a los bomberos de los diferentes municipios, pero lamentablemente esta iniciativa no ha avanzado más allá del papel.
Recientemente, en el seno del Congreso Nacional, se discutió la creación de una dirección o instituto nacional de bomberos, en respuesta a las iniciativas presentadas por legisladores preocupados por la problemática de los cuerpos de bomberos municipales. Este movimiento busca emular modelos exitosos de bomberos nacionales en la región, como el Cuerpo de Bomberos de Chile y la Dirección General de Bomberos de Colombia.
A pesar de la valentía y el compromiso de los bomberos, la profesión bomberil se enfrenta a desafíos críticos que minan su efectividad y credibilidad. Entre estos la escasez de recursos para equipamiento, capacitación y coordinación adecuada, exacerbada por la discrecionalidad en el presupuesto municipal de los bomberos. Se aúna a esto, la laxitud en los procesos de nombramiento de oficiales que ha permitido la infiltración de elementos ligados a la delincuencia común y el crimen organizado, lo que plantea una seria amenaza para la seguridad pública y desmoraliza a los bomberos de vocación. Por ende, se hace urgente establecer una dirección nacional para fortalecer y regularizar los cuerpos de bomberos, acompañada de una exhaustiva auditoría para depurar nombramientos irregulares y restaurar así la confianza en esta institución vital para la protección de la ciudadanía.
En definitiva, el presidente Abinader tiene la oportunidad de liderar este cambio histórico y elevar el estatus de los bomberos en la República Dominicana, siguiendo su compromiso con las transformaciones en políticas públicas de seguridad. Este momento representa una posibilidad única para reevaluar y fortalecer el papel de los bomberos en la sociedad dominicana. Con una atención renovada y un compromiso firme por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto, es posible rescatar la dignidad y el merecido respeto de esta antigua y noble institución, así como de aquellos héroes que la conforman.