Día Mundial contra el Cáncer de Mama: una lucha que en República Dominicana sigue siendo cuesta arriba

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Cada 19 de octubre el mundo se viste de rosa para recordar la lucha contra el cáncer de mama, pero más allá del color y los lazos simbólicos, esta fecha debe servir para reflexionar sobre los grandes desafíos que persisten en República Dominicana frente a una enfermedad que sigue cobrando demasiadas vidas.

El cáncer de mama continúa siendo la principal causa de muerte por cáncer en mujeres dominicanas. Según datos del Registro Nacional de Cáncer y de la Organización Panamericana de la Salud, el país registra alrededor de 3.200 nuevos casos cada año, y más del 57% son diagnosticados en etapas avanzadas, cuando las probabilidades de supervivencia se reducen considerablemente.

Uno de los mayores retos es la desigualdad en el acceso al diagnóstico temprano. En muchas provincias, especialmente en el interior del país, las mujeres deben desplazarse largas distancias para realizarse una mamografía, y en ocasiones se enfrentan a equipos dañados o a listas de espera que tardan meses. Esa brecha territorial y económica marca la diferencia entre la vida y la muerte, y evidencia un sistema de salud que sigue sin garantizar igualdad de oportunidades en la prevención.

A ello se suma el bajo nivel de educación preventiva. Aunque las campañas promueven el autoexamen, los especialistas recuerdan que no sustituye los estudios médicos, ya que muchas veces el tumor solo es palpable cuando ya lleva tiempo desarrollándose. La cultura de chequeos regulares sigue siendo débil, especialmente en zonas rurales y entre mujeres de bajos ingresos.

El diagnóstico de cáncer no solo afecta el cuerpo, también impacta la estabilidad emocional y económica de las familias. Los tratamientos son costosos, y aunque en los últimos años se han ampliado las coberturas del sistema de seguridad social, todavía existen limitaciones en terapias complementarias, reconstrucción mamaria y medicamentos de última generación.

Las mujeres de escasos recursos enfrentan un doble desafío: el de la enfermedad y el de la pobreza. Para muchas, dejar de trabajar o viajar constantemente a la capital para recibir tratamiento implica un costo emocional y financiero insostenible.

Además, falta un acompañamiento psicológico y social integral que ayude a las pacientes y sus familias a sobrellevar el proceso, incluyendo programas de reinserción laboral y educación sobre los derechos de las sobrevivientes.

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A más de una década de haberse planteado la necesidad, República Dominicana aún carece de un registro nacional de cáncer funcional y público, lo que impide tener datos actualizados y confiables para diseñar políticas efectivas. Sin información precisa, los programas de prevención se improvisan, los presupuestos se dispersan y las muertes continúan.

La lucha contra el cáncer de mama, al igual que otros problemas de salud pública, necesita más que campañas de sensibilización: requiere decisión política, planificación sostenida y presupuesto real. Porque cuando el Estado decide priorizar un tema —como ocurrió con el control del alcohol adulterado o la respuesta al COVID-19— los resultados son evidentes.

Cada octubre recordamos que el cáncer de mama se puede detectar a tiempo y tratar con éxito, pero solo si existen las condiciones adecuadas. La equidad en el acceso, la educación continua y la transparencia en los datos deben convertirse en pilares de una política nacional que garantice que ninguna mujer muera por falta de diagnóstico o atención oportuna.

El lazo rosado debe representar algo más que una foto o una campaña: debe simbolizar una promesa colectiva de acción, empatía y justicia sanitaria. Porque sí, el cáncer de mama se puede vencer, pero no con indiferencia, ni con silencio.

**REDACCIÓN FV MEDIOS**