De vez en cuando, un eclipse como el que tendrá lugar este 8 de abril en Norteamérica, cambia el rumbo de eventos históricos cruciales, para bien y para mal.
En una de las primeras novelas extensamente leídas sobre los viajes en el tiempo, publicada en 1889, Mark Twain escribió sobre un hombre cuya vida fue salvada por un eclipse.
En el libro de Twain “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, el protagonista Hank Morgan queda inconsciente y despierta en la Inglaterra del siglo VI.
Hank pronto se encuentra en aprietos y es condenado a morir quemado en la hoguera.
Para su fortuna, su ejecución queda programada para el mismo día de un eclipse.
Sabiendo que se acerca el día, Morgan engaña al rey y a su gente haciéndoles creer que él controla el Sol y la Luna.
Su conocimiento anticipado lo absuelve de la pena.
Es una historia ficticia, pero podría haberse inspirado en eventos del mundo real.
Influencia histórica
Cristóbal Colón una vez hizo algo similar y eso pudo haberle salvado la vida.
De hecho, a lo largo de la historia, varios eclipses han ocurrido en momentos cruciales, influenciando las decisiones de las personas, cambiando el resultado de batallas e incluso transformando lo que alguna vez creíamos sobre la naturaleza del universo.
Los eclipses han influido en la humanidad de muchas maneras, convirtiéndose en parte de innumerables culturas, sistemas de creencias y mitologías.
A lo largo de los siglos, las personas han asociado estos eventos cósmicos con dioses, fuerzas trascendentales, demonios y una sorprendente variedad de animales.
En Asia occidental, por ejemplo, se veía como un dragón devorando el Sol; en Perú, como un puma. Algunos nativos americanos hablaban de un oso hambriento y los vikingos veían a un par de lobos celestiales.
Pero, en ocasiones, un eclipse realmente puede cambiar el rumbo de eventos históricos.
Los relatos de Heródoto
Uno de los ejemplos más antiguos conocidos de un eclipse que provocase un cambio sucedió durante una batalla hace más de 2,000 años, según explica el escritor Mark Littmann, de la Universidad de Tennessee, quien coescribió el libro “Totality”.
En un escrito del año 430 a.C., el historiador griego Heródoto relató una guerra entre los lidios, quienes ocupaban regiones de la actual Turquía, y los medos, un antiguo pueblo iraní.
Después de seis años de lucha, con empates, victorias y derrotas a ambos lados, los oponentes se encontraron nuevamente.
Sin embargo, esta vez, “el día se convirtió de repente en noche”, escribió Heródoto.
“Los medos y los lidios, cuando observaron el cambio, dejaron de luchar y estuvieron ansiosos por llegar a un acuerdo de paz”.
En el siglo XIX, los astrónomos determinaron que Heródoto debió estar describiendo el eclipse solar del 28 de mayo del 585 a.C., según afirma Littman.
Las consultas de Jerjes
Otro relato de Heródoto describe cómo Jerjes, líder del ejército persa, presenció un eclipse antes de invadir Grecia.
No está claro qué eclipse podría haber visto ese año, según Littmann, pero si el relato de Heródoto es confiable, Jerjes tuvo que haberse alarmado lo suficiente como para consultar a sus sacerdotes zoroastrianos.
Supuestamente, estos le dijeron que Dios estaba advirtiendo a los griegos sobre la inminente destrucción de sus ciudades.
“‘El Sol les pronostica a ellos y la Luna a nosotros’”, habrían sugerido estos sacerdotes.
“Jerjes, instruido de esta manera, continuó su camino con gran alegría en el corazón”, escribió Heródoto.
Pero resultó ser un consejo terrible. Jerjes atacó con éxito Atenas, pero después de que su armada fuera destruida, no tuvo otro remedio que retirarse.
A su regreso, sus ejércitos fueron derrotados. Luego, en el 465 a.C., fue asesinado.
Sin embargo, no sería esta la última vez que un eclipse resultaría crucial.
Los líos de Colón en Jamaica
Avancemos más de 1,000 años, y nos encontramos con Cristóbal Colón en su último viaje.
En 1503, encalló sus barcos -que se hundían en Jamaica con sus tripulaciones desesperadas – habiendo perdido la mayoría de sus anclas y con las naves carcomidas lo suficiente como para estar “llenas de agujeros como un panal”, según un biógrafo.
Temiendo tanto la inanición como el conflicto, Colón prohibió a su tripulación abandonar su base y tentativamente intercambió baratijas y joyas españolas por alimentos y agua con los locales.
El peligro siempre estaba presente: uno de sus grupos de exploradores fue reducido y capturado por lugareños hostiles cuando estaba explorando el punto más al este de Jamaica.
Para empeorar las cosas, en enero de 1504, algunos miembros de la tripulación se amotinaron y huyeron a la isla.
Abusaron y se burlaron de los habitantes de la isla, robaron provisiones y “cometieron todo tipo de excesos”, escribió el biógrafo de Colón.
Después de semanas con esta situación, los habitantes locales perdieron su paciencia. La tolerancia dio paso al desprecio y al odio, y el comercio de alimentos se detuvo.
Colón y la tripulación restante se enfrentaron a la inminente inanición.
Pero mientras se acercaba el fin, Colón recordó que se aproximaba un evento astronómico: un eclipse lunar.
El 1 de marzo, reunió a líderes de las comunidades locales, les reprochó el haber retirado las provisiones y les advirtió: “El Dios que me protege los castigará… Esta misma noche la Luna cambiará de color y perderá su luz, en testimonio de los males que les serán enviados desde los cielos”.
Y funcionó. Los temerosos locales cedieron y proporcionaron alimentos nuevamente. Colón prometió realizar un rito que los “perdonaría”.
Desde la perspectiva moderna, es una historia inquietante.
Es probable que los pueblos indígenas tuvieran todo el derecho a evitar a los europeos saqueadores, y ciertamente no fue diplomacia ética el usar el conocimiento científico y amenazas falsas para salirse con la suya.
No obstante, plantea la pregunta de qué habría sucedido con Colón si el eclipse lunar no hubiera ocurrido ese marzo, puesto que el rescate no llegaría hasta junio.
Tal vez habría sido mejor para su reputación si hubiera muerto en Jamaica.
El resto de su vida no fue precisamente glorioso: regresó a España con una salud física y mental deteriorada, luchando por obtener reconocimiento oficial y dinero.
Sus patrocinadores dudaron de su estado mental e ignoraron sus peticiones.
Cristóbal Colón vivió infelizmente hasta su muerte en 1506.
De manera intrigante, los eclipses lunares como el de Colón parecen influir más en momentos cruciales que los eclipses solares, según Littmann.
¿Por qué?
Esto se debe a la cantidad de personas que pueden verlos. Aunque hay más eclipses solares, los eclipses lunares duran más tiempo y son visibles para más de la mitad de la Tierra.
“Es más fácil que influyan en la historia”, explica.
El eclipse de Tecumseh
Sin embargo, un eclipse solar sí desempeñó un papel importante en la historia de Estados Unidos.
En el siglo XIX, el líder nativo americano Shawnee Tecumseh y su hermano, un autoproclamado profeta, buscaban unir a su pueblo y preservar sus tradiciones ancestrales.
El gobernador designado del territorio, William Henry Harrison, quien luego se convertiría en presidente de Estados Unidos, tenía otras ideas y comenzó a persuadir a los líderes indígenas para que entregaran sus tierras.
Él sabía que Tecumseh y su hermano se interponían en su camino, así que, con la esperanza de desacreditarlos, les pidió una señal: si el profeta era tan poderoso, ¿por qué no detiene el Sol en el cielo?
Pero la estrategia le salió mal a Harrison.
El hermano de Tecumseh anunció que el Sol se detendría el 16 de abril de 1806.
“En el momento adecuado, salió con su vestimenta completa, señaló al Sol y dijo: ‘Oscurécete’”, según relata Littmann.
No está claro cómo Tecumseh y su hermano sabían que habría un eclipse ese día.
Sin embargo, fue efectivo y fortaleció la influencia y reputación de los hermanos entre su pueblo.
Lamentablemente, cuentan los libros de historia que la consecuencia a largo plazo fue un retorno a la guerra.
Beneficios relativos
Sin embargo, para Littmann, el eclipse más importante en la historia ocurrió a principios del siglo XX: el de 1919, que confirmó que Albert Einstein tenía razón en su Teoría de la Relatividad General y lo convirtió en uno de los científicos más famosos del mundo.
“En mi opinión, este eclipse fue determinante en la historia del mundo. Ese fue un punto de inflexión, en términos de ciencia, en términos de nuestra comprensión del universo y las actitudes de las personas”, afirma Littmann.
“El universo es mucho más difícil de entender de lo que suponíamos en la época de la física newtoniana”.
En pocas palabras, el eclipse solar de 1919 permitió a los científicos observar que el campo gravitacional del Sol desvía la luz de las estrellas, una predicción clave de la teoría de Einstein.
Coincidencias cósmicas
Aceptamos los eclipses totales de Sol como parte de la vida en este planeta, pero si el Sistema Solar se hubiera formado de manera diferente, no ocurrirían.
El Sol tiene un diámetro 400 veces mayor que el de la Luna y, al mismo tiempo, está situado a una distancia 400 veces mayor de la Tierra, lo que hace que ambos parezcan del mismo tamaño en el cielo. Es realmente una coincidencia notable.
En su libro “Totality”, Mark Littmann señala que si la Luna tuviera un diámetro apenas 273 km (169 millas) más pequeño o estuviera más lejos, las personas nunca verían un eclipse total como el que cruzará Norteamérica en abril del próximo año.
¿Dónde y cuándo serán los próximos eclipses?
El próximo gran evento, un eclipse solar total, tendrá lugar este 8 abril y cruzará partes de México, Estados Unidos y Canadá.
El siguiente eclipse solar total que llegará a Estados Unidos ocurrirá en 2033 y solo será visible desde Alaska.
En 2026, Islandia occidental verá un eclipse solar total, al igual que España, que tendrá un segundo en 2027.
Después de eso, será el turno de Australia, que disfrutará de cuatro eclipses entre 2028 y 2038.
El próximo eclipse lunar total tendrá lugar a principios de 2025 y será visible en gran parte de Asia, así como en partes de África y Australia.
Esta nota fue publicada originalmente en BBC Future y BBC Mundo en octubre de 2023. Puedes ver la nota original en inglés haciendo clic aquí.
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