El municipio de Baní, en la provincia Peravia, enfrenta una situación crítica después de que un desbordamiento de la cañada en el sector 30 de Mayo afectara decenas de viviendas, dejando a muchas familias en condiciones precarias. Los eventos ocurrieron la tarde del viernes pasado, cuando las lluvias intensas provocadas por el huracán Melissa desencadenaron inundaciones devastadoras. Los residentes fueron sorprendidos por la rápida subida del agua, que ingresó a sus hogares sin aviso, causando pérdidas significativas en pertenencias personales y bienes materiales.
En el lugar, las historias de devastación son un denominador común. Yane Montilla Peña, una residente de 37 años, vio su hogar destruido mientras se encontraba junto a su hijo de 10 años y su nieta de siete meses. La fuerza del agua era tal que no pudo recuperar pertenencia alguna; los vecinos, también afectados, le ofrecieron ropa y asistencia inmediata. Montilla describe el momento como traumático, señalando la rapidez con la que perdió todas sus posesiones.

Carlos Antonio Presinal, de 53 años, compartió una experiencia similar. Relató con resignación cómo el agua arrasó todo lo que poseía. Las familias afectadas, como la de Presinal y Montilla, enfrentan ahora la falta de albergue y recursos básicos, puesto que la mayoría de sus pertenencias y alimentos fueron destruidos por el diluvio.
Las jornadas siguientes evidenciaron el impacto psicológico y material en las vidas de los afectados. Odalis Rodríguez, por ejemplo, destacó cómo el nivel del agua la obligó a cargar a su nieto de cinco meses sobre la cabeza para resguardarlo; todo lo que poseían quedó dañado o perdido tras el incidente.
Las autoridades locales, encabezadas por la Defensa Civil, tuvieron que responder ante la emergencia rescatando a 56 familias, incluidos ancianos y niños atrapados. Además de las secuelas físicas, la comunidad enfrenta ahora el reto de reconstruir y buscar apoyo para continuar con sus vidas. El director provincial de la Defensa Civil, Rafael Miguel Bello, confirmó que otras zonas como La Colina, El Llano y El Carretón también se vieron seriamente afectadas.
La respuesta de la comunidad ha sido un pilar fundamental en estos momentos de crisis. Los vecinos, haciendo uso de la solidaridad, comparten los pocos recursos que les quedan mientras esperan ayuda gubernamental significativa. Las familias como las de Karina Lara y su esposo Yansel Montero se ven obligadas a vivir con la incertidumbre, luchando día a día sin tener claro cuándo podrán recibir suficiente ayuda para reconstruir sus hogares.
El panorama es desolador, pero los residentes mantienen la esperanza. Las autoridades han solicitado intervención urgente del Ministerio de Obras Públicas para reparar las infraestructuras dañadas, especialmente la carretera Baní-Caldera que permanece intransitable debido a la acumulación de agua.
A medida que las comunidades afectadas exigen una intervención rápida, hay un sentimiento compartido entre ellos: agradecimiento por haber sobrevivido a esta situación extrema, pero también un llamado urgente a la acción preventiva para evitar futuras crisis de esta magnitud. Restablecer la normalidad será un proceso largo, marcado por la necesidad de planificación y apoyo continuo por parte de las autoridades.
En el horizonte queda la promesa de las autoridades de proporcionar una respuesta más estructurada y eficaz a las necesidades actuales de las comunidades. La expectativa es que en los próximos días se establezca un plan de acción que contemple no solo el alivio inmediato, sino también el refuerzo de las infraestructuras para prevenir sucesos similares.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


