No importa si viene en un susurro, o palpitando en la última onda de su eco, la voz de Dios no pasa inadvertida, su voluntad se deja sentir mientras acaricia el alma o estremece el espíritu. Sus ondas transmiten elocuentes verdades que nos someten hasta llevarnos al tribunal de la conciencia… Tal vez entiendas que su verdad te hace libre mientras su palabra de hace preso de un secreto a voces, que es el Yo Soy, el Dios de Dioses, Rey de Reyes, Señor de Señores. Sí, no tardes en entender, en aceptar y ensancharte. Acelera, acércate, los tiempos caducan, no hay refugio como el suyo ni perdón tan profundo, deja de ocultarte en tu lógica, en el miedo, es tiempo, elévate en tus rodillas, desata el corazón y vuela.