Hace casi exactamente un año, se decía que John Elkann, presidente de Ferrari, había “conseguido por fin lo que siempre había querido fichando a Lewis Hamilton. Pero posiblemente a un precio excesivo y con una fecha de caducidad que ya había pasado.
Lewis Hamilton nació en 1985 y tiene, por tanto, 40 años. Cuando ganó su último campeonato del mundo hasta la fecha, en 2020, tenía 35 años.
Qué significa tener más de 40 años para los deportistas de primer nivel
Yo mismo (el autor de este artículo) tengo ahora 43 años y a mediados de los 30 seguía corriendo carreras de 30 kilómetros como si no hubiera un mañana. Y dormir tres o cuatro horas los fines de semana tampoco era un problema, pero hoy es diferente.
El tiempo roe la fisiología y aunque Lewis Hamilton ciertamente trató a su cuerpo mejor que yo, ni tan siquiera él, siete veces campeón del mundo y experto en su deporte, puede anular por completo las reglas de la biología.
No cabe duda de que Charles Leclerc fue el piloto de Ferrari más rápido en Melbourne, lo que no es de extrañar. Para Leclerc, 2025 es ya su séptima temporada a los mandos de un Ferrari. Hamilton, en cambio, apenas está conociendo su nuevo coche.
Incluso los críticos más duros no deben esperar que tenga una comprensión perfecta del SF-25 después de sólo un día y medio de test en Bahrein y tres sesiones de entrenamientos libres en Australia.
La radio de boxes muestra todas las dudas que aún tiene
Fue muy revelador escuchar sus radios en boxes para comprender el alcance de las dudas que tenía en su primera carrera vestido de rojo. Todo empezó incluso antes de la primera salida, cuando Hamilton preguntó: “¿Cómo está configurado el alerón en comparación con el otro coche?”. A lo que su ahora ingeniero de carrera Riccardo Adami le dijo que Leclerc llevaba “cuatro clics más que nosotros”. Hamilton, sin embargo, hizo exactamente lo contrario y pidió dos clics menos.
Más carga aerodinámica suele significar más ritmo en lluvia, así que no es de extrañar que Hamilton fuera de media más de medio segundo por vuelta más lento que su compañero en el primer stint utilizando los compuestos intermedios.
Tampoco hay que malinterpretar algo: esperar que batiera a Leclerc de inmediato no era muy realista. Pero estoy bastante seguro de que Elkann esperaba exactamente eso. Al fin y al cabo, en su día nadie podía esperar que Lewis Hamilton, debutante en la F1, luchase con un bicampeón como es Fernando Alonso desde el principio en 2007. Y, sin embargo, lo consiguió.
Uno compra o quiere tener a un Lewis Hamilton en sus filas porque se supone que hace posible cosas que otros no pueden. Pero por ahora, eso es algo que aún tiene que demostrar a Ferrari.
La carrera ni siquiera había empezado cuando ya se pudo ver que la comunicación entre Hamilton y Adami no estaba siendo tan fluida como el piloto de F1 más laureado de todos los tiempos estaba acostumbrado cuando trabajaba con su antiguo sparring en Mercedes, Peter Bonnington.
Tras la primera salida, Adami le indicó amablemente que tenía que mantener el embrague más tiempo. Hamilton lo sobrellevó bien: “Sí, es que me patinaban las ruedas, así que…”.
Y también se dio cuenta antes de la segunda salida de que, contrariamente a su consejo original, probablemente tendría que ir más en la dirección que Leclerc había tomado con la configuración del alerón: “No tenía trasera”, le dijo a Adami. “El neumático trasero no funcionaba”. Más tarde quiso saber lo siguiente: “¿El otro coche también tiene problemas con la temperatura del neumático trasero?”.
Oír que no era así debió de ser una puñalada en el corazón para alguien del calibre de Hamilton: “Empujó un poco más hacia la curva 5 y por eso tuvo mejores temperaturas. Y Charles evitó un toque en la curva 5 pisando el acelerador más tarde”.
La carrera llevaba menos de media hora cuando Hamilton empezó a mostrarse ligeramente molesto. Por ejemplo, cuando le pidió a Adami que por favor “no repitas todo” y las constantes referencias a un modo llamado K1 tampoco le sentaron muy bien: “Sí, lo sé. Déjamelo a mí, por favor”.
Cuando Adami empezó a darle instrucciones como si fuera un profesor de autoescuela, como por ejemplo el de “para evitar que el DRS permanezca cerrado, sugerimos subir de marcha y luego DRS”, Hamilton se enfadó en un momento dado: “¡Déjamelo a mí! Por favor, déjamelo a mí. Estoy conociendo el coche. Dejadme el DRS a mí. No es un problema”.
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Al final, cuando el tiempo se volvió loco y Hamilton completó sus primeros kilómetros en cabeza con el Ferrari porque todos los demás entraron en boxes y él se quedó en pista con gomas de seco, el recién llegado a Maranello se enfadó porque, evidentemente, le habían informado mal: “Hemos perdido bastantes posiciones. Habéis dicho que no llovería mucho. Perdimos una gran oportunidad”.
En algún momento, se le escapó un “mierda” que su ingeniero de carrera probablemente no debería haber oído: “Lo siento. No me di cuenta de que la radio estaba encendida”, dijo acto seguido. Y tras cruzar la línea de meta, añadió: “No ha sido genial. Pero seguiremos luchando”.
Qué tiene que ver esto con Lauda y Schumacher
Está en la naturaleza de las cosas que lo que una vez fue extraordinario, acabe envejeciendo. A mediados de los 90, Michael Schumacher doblaba a sus rivales con el Benetton, casi como un extraterrestre. 20 años más tarde, con un Mercedes, se enfrentó al prometedor Nico Rosberg y cayó.
Niki Lauda era probablemente la referencia de todo en la Fórmula 1 a mediados de los 70, cuando fichó por Ferrari, pero el hecho de que se proclamara campeón del mundo por tercera vez en 1984 en McLaren no se debió a su velocidad, sino a su astucia… y, hay que reconocerlo, a un poco de suerte, ya que el joven Alain Prost era en realidad el más rápido de los dos.
Se puede comprar el mejor y más caro filete de wagyu, pero después de diez años en el congelador ya no estará tan jugoso como al principio. Hay leyes de la naturaleza que no se pueden deshacer, ni siquiera si eres Lewis Hamilton.
Al mismo tiempo, cualquiera que ya lo descarte después de un fin de semana de carreras en Ferrari está cometiendo un error. Yo no lo cometo. No hace ni cuatro años que Hamilton estaba pilotando al más alto nivel de rendimiento que he visto nunca en un piloto de F1 a finales de 2021. Si todo se junta, puede volver a alcanzar ese nivel. Incluso con un coche rojo.
Pero la probabilidad estadística de que todo encaje disminuye un poco con cada año que envejece.
En este artículo
Christian Nimmervoll
Fórmula 1
Lewis Hamilton
Ferrari
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