El camino al éxito no siempre es lineal. Para este joven margariteño de padres chinos, el éxito llegó tras siete años de esfuerzo en Estados Unidos y una apuesta audaz: vender el sabor de su infancia en las calles de Nueva York. Hoy, nos cuenta cómo pasó de entregar seis arroces bajo la lluvia a conquistar el paladar europeo.
Raíces que alimentan el negocio
— Creciste entre fogones en la Isla de Margarita, ¿la cocina siempre fue tu plan o surgió por la necesidad de migrar? “Crecí en los restaurantes de mis tíos en Margarita; ya conocía las técnicas y el movimiento, pero el emprendimiento nació de las ganas de echar para adelante. Como muchos venezolanos, emigré a Nueva York hace siete años. Empecé desde abajo, como mesero y lavaplatos. Hace tres años tuve la idea de vender arroz chino venezolano, pero me tomó tiempo reunir el valor. Primero quise construir una comunidad en redes sociales; sabía que necesitaba un público fiel antes de lanzar el producto.”

El día uno: invirtió lo que tenía y una tormenta
— ¿Cómo fue ese primer día de ventas? ¿Tuviste ayuda? “Empecé solo en mi casa. Invertí lo que para mí era muchísimo dinero en ese momento. Fui al mercado chino y a Whole Foods, compré todo y ese primer día solo hice seis arroces. Estaba lloviendo muchísimo. Recuerdo que hice un video mojado, entregando los pedidos, y le dije a mi gente: ‘Estamos trabajando, no podemos parar’. Fue algo muy natural, desde el corazón. Gracias a esos primeros clientes fieles, hoy tengo mi local.”
“Mi arroz es un producto premium. No escatimo en proteínas ni vegetales. Estoy vendiendo mi marca, mi identidad.”
El gran salto: Madrid ya tiene su primer local

La expansión no se detuvo en el continente americano. El “chino venezolano” ha cruzado el océano para abrir su primer local físico en Madrid, y la experiencia es sencillamente deliciosa.
Lo que hace que este lugar sea especial es la frescura: la comida se prepara al instante frente a tus ojos. El equipo, formado por gente joven y llena de energía, ofrece un menú directo y auténtico: arroz frito, chop suey, bebidas y, por supuesto, las inseparables salsas de soja y agridulce.
El arroz no sabe a ningún otro que hayas probado, es rico, equilibrado y nada grasoso. Tiene una cantidad generosa de proteína, lo que lo hace una comida muy completa. Se puede probar de cuatro maneras solo, con soja, con agridulce y con las dos de todas sabe increíble. El sabor base es tan potente que va perfecto con ambas salsas.
Los venezolanos en Madrid que ya lo han visitado coinciden: “¡Es el sabor de casa!”. La mayoría asegura que repetiría más de una vez sin dudarlo.

Una receta perfeccionada por la comunidad
— ¿Es la receta exacta de tus tíos o tiene tu toque personal? “Tenía la base de lo que veía de niño, pero la receta actual la construyeron los venezolanos en Nueva York. Al principio cocinaba para amigos, pero cuando vendes un producto, el cliente tiene derecho a exigir. Escuché cada crítica constructiva y cada sugerencia para ajustar los sabores. Así nació mi propia receta: un arroz viral que es distinto a cualquier otro.”
Visión de empresario desde la escuela
“¡Desde los 9 años! Mis padres tenían una quincallería en Margarita. Yo agarraba los stickers y cartucheras que no se vendían allá y los llevaba al colegio. Los niños hacían cola frente a mi salón para comprarme. Siempre supe que quería ser dueño de mi propio destino.”
Tras el éxito masivo en Madrid y el apoyo en la Gran Manzana, en 2026 se evaluará una nueva apertura en Nueva York.
¿Sabías qué? El arroz chino venezolano es único en el mundo
Aunque el arroz frito existe en toda Asia, hay una versión que se comen los venezolanos, y es considerada una joya gastronómica con identidad propia. El arroz chino venezolano tiene un delicioso el “Sabor Ahumado”, que se logra gracias a la técnica Wok Hei (aliento del wok) a temperaturas extremas. También tiene jamón de pierna contado en cuadritos, raíces chinas (frijol mungo) muy frescas y cebollín. Tiene un color característico que se lo da la salsa de soya.
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