Por Luis Ruiz
“Los políticos tenemos que vivir como vive la mayoría y no como vive la minoría” (Pepe Mujica).
“La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano” (Eisenhower). Ambas frases recuerdan que la política no debe ser privilegio ni espectáculo, sino servicio y corresponsabilidad.

África Occidental
Burkina Faso, un pequeño país del África Occidental, desafió lo imposible. Tras el golpe de Estado liderado por el capitán Ibrahim Traoré, su pueblo lanzó una batalla contra el Desierto del Sahel. Con fe, dignidad y acción colectiva, enfrentaron siglos de abandono y sequía. Traoré declaró: “El cambio de un país está en la autoestima colectiva”. Porque “cuando la fe se convierte en fuerza, la tierra responde”.
Burkina Faso demuestra que la dignidad no se negocia ni se mendiga: se cultiva. La “autoestima colectiva” no es un eslogan, sino una verdad incómoda para las potencias que han hecho del saqueo una política exterior disfrazada de ayuda. Mientras los habitantes huían desesperados, viendo morir sus animales y sus esperanzas, los imperios tejían campañas para desacreditar al nuevo gobierno. Pero Traoré no se replegó: trabajó junto a los campesinos. Les dijo: “Si el pueblo no detiene al desierto, el desierto detendrá al pueblo”.
Durante siglos, el Sahel fue sinónimo de muerte lenta. Pero con liderazgo y fe, sembraron semillas en tierra árida, regadas con esperanza. Cuando actores globales bloquearon el envío por tierra, Traoré decidió lanzar semillas al viento desde helicópteros para sembrar soberanía. Hoy, esa zona se ha convertido en potencia agrícola, compitiendo con quienes antes la condenaban al despojo.
División como estrategia de saqueo
Las potencias no solo intervienen con armas o tratados: intervienen sembrando desconfianza, fragmentando identidades, promoviendo élites que administran el despojo. En países ricos en oro, coltán, petróleo o tierras fértiles, la pobreza no es casualidad: es consecuencia. La división interna —étnica, religiosa, política— se convierte en herramienta para justificar presencia militar, condicionar préstamos y facilitar concesiones extractivas.
¿Quién diseña el mapa del conflicto?
Desde el Sahel hasta América Latina, el patrón se repite: donde hay recursos, hay inestabilidad inducida. Las potencias no necesitan ocupar físicamente un territorio para dominarlo; basta con manipular su narrativa, financiar su fragmentación y controlar sus canales de exportación. El conflicto se diseña como un mapa de intereses, no de necesidades.
La resistencia empieza por el lenguaje
Traoré lo entendió: antes de cambiar el país, hay que cambiar el espejo. La autoestima colectiva no es solo emocional, es política. Es el acto de reconocerse como sujeto histórico, no como víctima perpetua. Es entender que la unidad no es ingenuidad, sino estrategia y que la fe no es evasión, sino motor que impulsa la unión y la independencia de los pueblos.
Ibrahim Traoré procuró la cohesión de su pueblo mediante el diálogo en igualdad de condiciones; consenso de mínimos respetando las diferencias; toma de acuerdos que no respondan a intereses personales o de una facción; desarrollo y debate de ideas que pongan sobre la mesa la realidad, las necesidades y las perspectivas. Porque cuando la política se convierte en diálogo, la nación deja de ser campo de batalla y se convierte en proyecto común.
Lic. Luis Ma. Ruiz
19/10/2025
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


