Cuando la mentira se volvió estrategia de poder

0
13

**Por Danylsa Vargas**

Los dos últimos artículos de opinión de este 2025 y el primero de 2026 se dedicarán a temas que invitan a la reflexión, comenzando por uno que concierne a todo el que trabaja en periodismo y comunicación.

La República Dominicana no escapa a una realidad mundial. Vivimos una nueva era donde los cambios en el flujo de información han provocado transformaciones estructurales significativas. Hemos pasado de competir por ideas a competir por narrativas. La verdad pura y simple ha dejado de ser un valor democrático para transformarse en un elemento que se maquilla, se manipula o se elimina cuando incomoda a quienes manejan los estamentos de poder, y no solo me refiero al poder político.

Lo más grave es que la sociedad se está acostumbrando. Este escenario se percibe como algo normal, algo contra lo que los periodistas, facultados y preparados en materia de información e investigación, deben constantemente defenderse y luchar.

Lamentablemente, los periodistas de formación y vocación enfrentan una amenaza creciente: el intrusismo. Con frecuencia se confunde a un ‘influencer’ con un periodista, cuando su misión principal es promover un mensaje específico a su comunidad de seguidores.

Esto ha provocado que la información oficial, e incluso la propaganda, ya no llegue principalmente mediante discursos formales. Ahora los anuncios más importantes se difunden a través de redes sociales como X, Instagram, TikTok o YouTube, lo que a menudo da pie a la distorsión, los memes y otros recursos utilizados para manipular o desinformar.

La urgencia que generan estas plataformas al confirmar la veracidad de la información ha llevado incluso a medios reconocidos y con credibilidad a caer en el ‘gancho’ de la desinformación.

Te podría interesar:

Los resultados de acciones y políticas ahora se miden en ‘likes’, tendencias y titulares, no en impactos reales. Los gobiernos se centran en invertir más en ‘control narrativo’ que en la resolución efectiva de problemas estructurales. Y la oposición juega el mismo juego. Es una guerra de percepciones, no de soluciones.

El resultado es una ciudadanía saturada y desorientada, incapaz de analizar y distinguir entre información y propaganda, entre lo real y una creación de inteligencia artificial. Ya no importa tanto si algo es cierto; importa si se vuelve viral.

Es la era de la posverdad, que funciona precisamente porque no busca convencer mediante argumentos, sino confundir mediante emociones.

Las narrativas siempre serán gestionadas; para eso existe la comunicación estratégica y el manejo de crisis. Pero todo lo que se construya sobre la falsedad y lo irreal tendrá consecuencias tarde o temprano. Como dice el refrán: ‘La mentira puede sostenerse un tiempo, pero no para siempre’.

Es un deber ciudadano leer críticamente, analizar y reflexionar sobre lo que se nos informa y comunica, porque de lo contrario, se debilita la democracia y, con ella, la libertad.

**REDACCIÓN FV MEDIOS**