Por Néstor Estévez. Comunicar sirve para entendernos y lograr propósitos, pero también para dañar. Un caso que merece repudio colectivo obliga a cumplir con un deber. Se trata de un aberrante acto de violación grupal en Villa González, convertido en espectáculo en redes sociales y medios tradicionales. Según trascendió, uno de los agresores inició la difusión de un video registrando el acto. Personas y medios han amplificado el contenido bajo la excusa de aprovechar las facilidades de la modernidad. Este hecho refleja un problema sistémico que exige reflexión sobre el uso de la comunicación. El video expuso la vulnerabilidad de la víctima y evidenció la falta de responsabilidad en el manejo de la información. Muchos comparten contenido sin medir consecuencias, mientras otros se benefician de la sobreexposición, generando estrés, ansiedad, depresión o incluso muerte. La espectacularidad inducida distrae de lo esencial con objetivos claros, sin importar el sufrimiento de las víctimas. Quienes difunden estos mensajes contribuyen a una segunda agresión. El caso de Villa González debe recordar el verdadero significado de comunicar, un proceso que crea, mantiene o destruye la vida social. Ojalá sirva para contrarrestar el deterioro de valores y promover la comunicación al servicio de la sociedad. En nuestras manos queda contribuir a construir la sociedad que merecemos. **REDACCIÓN FV MEDIOS**



