A pocos días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, las encuestas prevén uno de los comicios más igualados de la historia: con ambos candidatos separados por apenas un punto porcentual, serán los detalles los que inclinen la balanza en favor de la vicepresidenta Kamala Harris o el expresidente Donald Trump.
Una de las claves de las elecciones estará en el complejo sistema electoral de Estados Unidos, que podría ser decisivo y otorgar la victoria a uno de los dos candidatos, incluso si tiene menos votos que su rival: es una de las particularidades del sistema ‘winner-takes-all‘, por el que un solo voto en un estado concreto puede terminar decidiendo la presidencia.
Los ciudadanos votan para decidir a qué candidato apoyarán sus delegados en el Colegio Electoral
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el sistema electoral estadounidense establece que la elección presidencial se realiza a través de delegados electorales: cada estado tiene asignado un número de delegados electorales en función de su peso demográfico (su censo), y los ciudadanos de cada territorio votan para decidir a qué candidato apoyarán sus delegados en el Colegio Electoral, el órgano que forman todos ellos tras las elecciones. Ese órgano colegiado es el encargado de elegir formalmente al Presidente (aunque los medios de comunicación, con sus modelos de predicción y aproximaciones, lo hagan en la misma noche de las elecciones).
En ese Colegio Electoral, que se reúne meses después de las elecciones en una sesión conjunta en el Capitolio de Washington D.C., los delegados transmiten el apoyo de su estado a uno de los candidatos. Está formado por 538 delegados, por lo que la mayoría está en 270: el candidato que alcance esa cifra es designado Presidente de Estados Unidos.
“El ganador se lleva todo”: un voto puede decidir todo un Estado
La clave de todo este sistema está en la norma ‘winner takes all‘, la gran particularidad de las elecciones estadounidenses: al contrario que en España (donde hay un sistema proporcional), en EEUU se emplea este sistema mayoritario en el que, como su propio nombre en inglés indica, ‘el ganador se lo lleva todo’.
¿Qué significa esto? Que el candidato que gane la votación en un estado, aunque sea por un único voto, se lleva todos los delegados electorales de ese Estado. Por ejemplo, si Harris gana a Trump por un único voto en California, se lleva los 55 delegados electorales de ese Estado.
El ganador no tiene por qué ser el candidato más votado
Este sistema busca, en teoría, equilibrar el peso demográfico con la influencia de todos los Estados en la elección del próximo presidente. Por otra parte, el sistema permite situaciones en las que el candidato más votado no consigue ganar la presidencia al no tener delegados suficientes en el Colegio Electoral.
Por ejemplo, supongamos que el ‘candidato A’ gana por un único voto tres estados que reparten 30 delegados electorales, mientras que el ‘candidato B’ gana por millones de votos cuatro estados que suman 29 delegados electorales. Pues bien, aunque el ‘candidato B’ tenga el apoyo de cuatro estados y de varios millones de votantes más, ‘el candidato A’ sería el ganador de las elecciones, ya que suma más delegados electorales.
Este supuesto se ha producido varias veces en la historia norteamericana: el más reciente, en 2016, cuando Hillary Clinton obtuvo 3 millones más de votos que Donald Trump, pero el magnate logró 304 delegados electorales frente a los 227 de la demócrata. Trump consiguió ganar más estados, aunque tuvieran menos sillas, aunque Clinton ganase en el voto popular y en los estados más poblados.
Nebraska, Maine y Wshington D.C, las excepciones
Solo hay dos Estados en los que este sistema mayoritario no existe: Nebraska y Maine, en los que los delegados se reparten de forma proporcional, como en el sistema electoral español: en las últimas elecciones, por ejemplo, Nebraska repartió sus cinco delegados electorales, otorgando 4 a los republicanos y 1 a los demócratas, mientras que Maine hizo lo propio repartiendo 3 a los demócratas y 1 a los republicanos.
También es una excepción el Distrito de Columbia: aunque no es un Estado propiamente dicho, la capital estadounidense dispone de 3 votos electorales, según lo establecido en la Constitución de Estados Unidos.
¿Cuánto ‘vale’ cada estado en las elecciones de EEUU?
El número de delegados electorales de cada Estado, que es igual a la suma de sus congresistas y senadores de dicho Estado, se establece en función al censo de población de cada territorio en cada periodo electoral, sumando siempre un total de 538 delegados:
- California – 54 votos electorales.
- Texas – 40 votos electorales.
- Florida – 30 votos electorales.
- Nueva York – 28 votos electorales.
- Pensilvania – 19 votos electorales.
- Illinois – 19 votos electorales.
- Ohio – 17 votos electorales.
- Georgia – 16 votos electorales.
- Carolina del Norte – 16 votos electorales.
- Michigan – 15 votos electorales.
- Nueva Jersey – 14 votos electorales.
- Virginia – 13 votos electorales.
- Washington – 12 votos electorales.
- Arizona – 11 votos electorales.
- Massachusetts – 11 votos electorales.
- Indiana – 11 votos electorales.
- Tennessee – 11 votos electorales.
- Wisconsin – 10 votos electorales.
- Colorado – 10 votos electorales.
- Minnesota – 10 votos electorales.
- Maryland – 10 votos electorales.
- Carolina del Sur – 9 votos electorales.
- Alabama – 9 votos electorales.
- Oregón – 8 votos electorales.
- Luisiana – 8 votos electorales.
- Kentucky – 8 votos electorales.
- Connecticut – 7 votos electorales.
- Oklahoma – 7 votos electorales.
- Kansas – 6 votos electorales.
- Missouri – 10 votos electorales.
- Arkansas – 6 votos electorales.
- Iowa – 6 votos electorales.
- Misissippi – 6 votos electorales.
- Nevada – 6 votos electorales.
- Utah – 6 votos electorales.
- Nuevo México – 5 votos electorales.
- Nebraska – 5 votos electorales.
- Maine – 4 votos electorales.
- Montana – 4 votos electorales.
- Idaho – 4 votos electorales.
- Virginia Occidental – 4 votos electorales.
- New Hampshire – 4 votos electorales.
- Rhode Island – 4 votos electorales.
- Hawái – 4 votos electorales.
- Alaska -3 votos electorales.
- Wyoming – 3 votos electorales.
- Dakota del Norte – 3 votos electorales.
- Dakota del Sur – 3 votos electorales.
- Delaware – 3 votos electorales.
- Distrito de Columbia – 3 votos electorales.
- Vermont – 3 votos electorales.
Los críticos defienden la importancia del voto popular y la proporcionalidad
Aunque en la teoría el sistema busca equilibrar la demografía y el peso de los estados, los críticos del sistema winner-takes-all argumentan que al final todo el peso de las elecciones recae sobre los ‘swing states‘, aquellos ‘estados bisagra’ que no tienen una tendencia definida y pueden decantarse por uno u otro candidato. Las críticas aducen que los candidatos se centran en estos estados y descuidan el voto de otros territorios con el voto más definido, lo que desincentivaría la participación electoral.
Pero la gran crítica se centra en la posibilidad que da el sistema a que el ganador pueda ser el candidato con menos votos: el sistema hace que apenas un voto pueda definir todo el poder de decisión de un estado y, por lo tanto, suprimir cualquier efecto de millones de votantes del partido que pierda en ese estado. Ante esta distorsión de representación, hay algunas propuestas alternativas, como un sistema proporcional al uso o que el ganador sea, simplemente, quien tenga más votos en todo el país.
Sin embargo, no hay ninguna expectativa de cambiar un sistema vigente desde la fundación del país y que, según afirman varios autores como Maurice Duverger, tiende a incentivar la dominancia del bipartidismo.