Sí, Teresa Ribera estará en la primera línea de la nueva Comisión Europea -si pasa el examen del Parlamento Europeo- como vicepresidenta y como comisaria de Transición Energética y Competencia. Pero no es menos cierto que su labor será muy complicada a la vista de las prioridades de Bruselas para los próximos años; será una cuestión de convivencia con otros pesos pesados, sobre todo el francés Stephane Sejourné, que será el responsable de Industria y se situará en paralelo a la española. Ambos apuntan a ser los dos pilares de Von der Leyen 2.0 y el papel de Ribera puede chocar, a veces, con la razón de ser del nuevo Ejecutivo comunitario.
En Bruselas se hablará mucho menos el lenguaje ‘verde’ y mucho más el de la autonomía estratégica, la industria y la economía. Por eso es importante relativizar. Es más, el foco ha de cambiarse un poco para hablar del papel de la nueva comisaria española: es una apuesta fuerte, pero a efectos de la UE su peso será más relevante en el ámbito de la Competencia y la lucha contra las grandes tecnológicas, no tanto desde el punto de vista de un Pacto Verde que desaparece de las prioridades teóricas de la Comisión.
Además, la nueva era, como dijo Von der Leyen, exigirá una mayor “coordinación” entre comisarios, pues muchos se pisan y reparten temáticas. Ribera está en el escalafón por encima de otros nombres como el comisario de Energía, Dan Jorgensen, o el de Clima, Wopke Hoekstra. La presidenta no quiere horizontalidades ni perfiles que le hagan sombra, pero eso se aplica también en otros ámbitos. Ahora, la realidad es que el papel de la española puede ir en contra de la razón de ser de la Comisión Europea 2024-2029. El tanto que se ha apuntado España es positivo en la teoría; la práctica, en la UE, como se diría en Juego de Tronos, alberga ‘horrores’, si por esto entendemos obstáculos en la proactividad, en la toma de decisiones o en las conversaciones con los Estados miembros.
La Comisión será geopolítica y no climática. El giro en este sentido es importante, pues Bruselas dice adiós a la ‘perspectiva social’ de la UE, de momento: ni empleo, ni igualdad, ni un peso importante para la sanidad. Vivienda sí, pero junto a Energía, a falta de ver cómo se articula. De este modo, las prioridades del grupo socialdemócrata (S&D) quedan diluidas en un pensamiento más orientado al poder duro, un concepto muy repetido en los últimos años en la capital comunitaria.
Por tanto, se impone el mensaje, sobre todo, de los países bálticos: Defensa, industria, apuesta por la imagen exterior, juego de competición con China y Estados Unidos. Y en ese escenario, el Green Deal (Pacto Verde Europeo) queda camuflado en beneficio de una autonomía estratégica que es tan amplia como compleja parece la estructura de la nueva Comisión. La UE piensa menos en sí misma y más en su papel en el mundo y esa falta de lenguaje climático va en contra de la experiencia de Ribera que puede acabar escorada más a ser la nueva Margrethe Vestager en Competencia y no tanto una heredera de Frans Timmermans, primer ‘padrino’ de ese Pacto Verde.
“Las competencias de transición verde relacionadas con Industria y Energía dependen del vicepresidente ejecutivo francés, el de Industria”, matiza por ejemplo el vicepresidente del Parlamento Europeo Esteban González Pons (PP), quien asemeja el puesto de Ribera con el que tuvo otro socialista, Joaquín Almunia, entre 2010 y 2014, cuando fue “comisario de Competencia con rango de vicepresidente”. Será, quizá, más importante lo pequeño que lo grande en lo que a su puesto en la estructura del Ejecutivo se refiere.
No se trata de mantener lo que existe sino también de abrazar lo nuevo
Con todo, Ribera tendrá muchos quehaceres a su cargo, al menos sobre el papel pero las exigencias llegarán desde el lado de la Competencia; en este sentido tendrá que recoger el guante del informe Draghi y tratar de poner, quién sabe, menos presión sobre las grandes tecnológicas. Su trabajo será por ejemplo la creación de un nuevo marco de ayudas de Estado para impulsar los desarrollos verde y tecnológico: el paso por tanto en las medidas será de lo competitivo hacia lo ecológico y no al revés, como puede parecer de primeras.
“Todo esto se da en un contexto de competitividad” y por eso apuesta, explicó Von der Leyen, por una estructura “con mayor coordinación” y que sea “más flexible” que en legislaturas anteriores. En rueda de prensa, la alemana pidió ser “valientes” como UE: “No se trata de mantener lo que existe sino también de abrazar lo nuevo”. Un objetivo, por tanto, debe ser “desarrollar todas las competencias” basándose “en el modelo social” de la UE. “Tenemos que ser líderes”, sostuvo la presidenta. Así, hizo un llamamiento a todos los comisarios: “Tienen que cooperar, tienen que trabajar todos juntos”. Por eso el papel de Ribera será importante, pero también tiene el riesgo de acabar chocando con otros miembros del Ejecutivo comunitario.
Su aspiración era climática, verde, energética. Y algo de eso habrá, pero es importante ver la foto completa. Ribera no lo tendrá fácil: necesitará competir con las bases de la nueva Comisión Europea. Cuando Sánchez la situó como cabeza de lista para las elecciones europeas, todas las miradas se posaban en Ribera como comisaria de Energía, Pacto Verde o similares, con un puesto de relevancia también como vicepresidencia de la Comisión. Visto el esquema del Ejecutivo comunitario, se puede deducir que hay una gran parte de éxito, pero el quid de la cuestión en Bruselas siempre está en la práctica. Ahí la nueva ‘número dos’ de Von der Leyen tendrá que hacer honor a la etiqueta… y no lo tendrá fácil.