Hoy se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, con el objetivo de visibilizar esta condición que afecta a 280 millones de personas en el mundo, incluyendo el 5% de los adultos y el 5,7% de los mayores de 60 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tener un familiar o amigo con depresión puede ser angustiante y desafiante, generando miedo e incertidumbre sobre cómo ayudar. Los expertos sugieren que comprender la depresión nos acerca a nuestros seres queridos, facilitando la aceptación y el apoyo.
La licenciada Sandra Germani, coordinadora del Programa Neurociencia del Bienestar en el Hospital de Clínicas de la UBA, describe la depresión como un trastorno del estado de ánimo que impacta tanto mental como físicamente. Sus síntomas incluyen tristeza, vacío, pérdida de interés en actividades placenteras, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y problemas de concentración. La depresión es una condición clínica que requiere tratamiento y tiene causas multifactoriales, como factores genéticos, químicos y traumas.
Pablo Rafael Santángelo, psicólogo clínico, explica que las personas con depresión experimentan anhedonia, es decir, pérdida de placer en actividades que antes disfrutaban. Los síntomas emocionales incluyen tristeza constante, sentimientos de culpa y baja autoestima, mientras que los cognitivos abarcan dificultad para recordar y tomar decisiones, así como pensamientos negativos y suicidas. También hay síntomas físicos como cambios en el apetito, problemas de sueño, fatiga y dolores.
La depresión puede durar semanas, meses o años si no se trata, y puede ser leve, moderada o grave. Juan David Jurado, psicólogo en DIM Centros de Salud, señala que los niños y adolescentes también pueden sufrir depresión, aunque a menudo sus síntomas son más difíciles de detectar. Recomienda a padres y cuidadores estar atentos a cambios de comportamiento y distinguir entre tristeza temporal y depresión persistente.
La tristeza es una emoción normal y temporal, mientras que la depresión interfiere significativamente en la vida diaria. Ante los síntomas de un ser querido, muchas veces la familia no sabe cómo actuar, y los afectados pueden tener dificultades para expresar sus sentimientos y pedir ayuda. Germani menciona que los familiares suelen experimentar impotencia, frustración y miedo, incluyendo el temor a no saber cómo ayudar o a perder a la persona.
Si se detectan síntomas de depresión en niños o adolescentes, es crucial hablar con ellos y explorar sus emociones, involucrando a otros adultos significativos y consultando a profesionales de salud mental para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
Es importante evitar frases que minimicen el dolor de una persona con depresión, como “tenés que ponerle ganas” o “deberías ser más fuerte”. Germani y Santángelo aconsejan no ofrecer soluciones rápidas, no tomar el comportamiento como algo personal y no ignorar signos de peligro, como pensamientos suicidas.
Para brindar apoyo emocional, es fundamental practicar la escucha activa, motivar a buscar ayuda profesional, validar las emociones y ser paciente. Ayudar con tareas diarias y fomentar la conexión social también es crucial, ya que el aislamiento es común en la depresión. La recuperación puede ser un proceso lento, por lo que es importante celebrar los pequeños avances y mantener una presencia constante, pero sin ser invasivos.
Reconocer nuestros límites en la ayuda es esencial para evitar frustraciones y cuidar tanto al otro como a nosotros mismos.