Cinco formas en que la depresión afecta tu cuerpo

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La depresión es más que un estado de ánimo bajo; es una enfermedad sería que afecta a millones de personas en el mundo. Además de impactar la mente, la depresión tiene efectos tangibles en el cuerpo. Desde la fatiga constante hasta dolores inexplicables, los síntomas físicos son una realidad para muchos.

Fatiga y niveles bajos de energía

La depresión no solo influye en tu mente, sino que también afecta notablemente tu cuerpo. Uno de los aspectos más comunes es la fatiga constante y la disminución de los niveles de energía. Aquí exploraremos cómo se manifiesta esto y sus principales causas.

Alteración de los patrones de sueño

La depresión puede causar tanto insomnio como hipersomnia. En algunos casos, las personas pueden encontrar difícil conciliar el sueño o despertarse frecuentemente durante la noche. En otros casos, pueden dormir excesivamente, pero aun así sentirse agotados al despertar. Esto se debe a que la depresión puede desregular los ritmos circadianos, los cuales son responsables de los ciclos de sueño y vigilia.

Sensación de cansancio permanente

La fatiga crónica es otro síntoma común de la depresión. No importa cuánto duermas, siempre te sientes cansado. Este agotamiento constante se relaciona con cambios en el cerebro que afectan los niveles de energía. Además, la falta de motivación y el desinterés en actividades previamente disfrutadas pueden aumentar esta sensación de cansancio, creando un círculo vicioso difícil de romper.

Dolor y molestias físicas

La depresión no solo afecta la mente, sino que también puede manifestarse a través de diversos síntomas físicos. Estas molestias pueden variar en intensidad y tipo, pero son un recordatorio constante de una mente que no está en equilibrio. A continuación, se destacan algunos de los dolores y molestias físicas más comunes en quienes padecen de depresión.

Dolores musculares y articulares

La depresión puede conducir a dolores en los músculos y las articulaciones que son difíciles de explicar. Este tipo de dolor no necesariamente proviene de una lesión o actividad física intensa, sino que se cree que está vinculado a los desequilibrios químicos en el cerebro que afectan la percepción del dolor. Así, una persona deprimida puede sentir:

Rigidez en las articulaciones: a veces, al levantarse de la cama o después de estar sentado por un tiempo.

Dolores musculares persistentes: aun sin haber realizado ejercicio físico.

Cefaleas y migrañas

Otra manifestación física común de la depresión son las cefaleas y migrañas. Las personas que sufren de depresión a menudo reportan dolores de cabeza constantes que pueden variar en intensidad desde molestias leves hasta migrañas debilitantes. La conexión entre depresión y cefaleas está bien documentada y puede darse debido a:

Tensión constante: provocada por la ansiedad y el estrés que acompañan la depresión.

Cambios en el sueño: la falta de sueño reparador puede desencadenar este tipo de dolores.

Cambios en el apetito y peso

La depresión puede tener un impacto significativo en el apetito y el peso de una persona. Estos cambios pueden variar de persona a persona, pero en general, los efectos son notables y pueden ser un indicador importante de la presencia de esta condición. A continuación, se abordan dos formas clave en que la depresión afecta el apetito y el peso.

Pérdida de apetito

La depresión a menudo puede llevar a una falta de interés en la comida. Esto no solo implica comer menos, sino también perder el placer que solía traer la comida. Imagine sus platos favoritos parecer insípidos y poco atractivos. Las personas que experimentan pérdida de apetito debido a la depresión pueden notar:

Desinterés por comidas previamente disfrutadas: los platillos que solían ser placenteros ahora parecen aburridos o incluso repulsivos.

Omisión de comidas: la falta de motivación puede llevar a saltarse comidas, haciendo que el cuerpo carezca de los nutrientes necesarios.

Pérdida de peso notable: esta disminución del consumo de alimentos conduce inevitablemente a una pérdida de peso significativa y, en algunos casos, peligrosa.

Aumento de peso

Por otro lado, algunas personas con depresión pueden aumentar de peso debido a que comen en exceso como mecanismo de afrontamiento. La comida se convierte en una fuente de consuelo en momentos de tristeza, estrés o ansiedad. Esto puede manifestarse de diferentes formas:

Comer emocionalmente: el uso de alimentos ricos en azúcar y grasa para sentirse mejor temporalmente.

Antojos frecuentes: un incremento en los antojos, especialmente de comidas poco saludables, como helados, chocolates y comida chatarra.

Aumento de peso considerable: la ingesta calórica excesiva y la falta de actividad física provocan un aumento de peso que puede ser difícil de revertir.

Además, ciertos antidepresivos pueden tener el efecto secundario de aumentar el apetito y, por ende, contribuir al aumento de peso. Identificar y entender estos patrones es crucial para abordar la depresión de manera efectiva y evitar complicaciones adicionales relacionadas con el peso y la salud general.

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Problemas digestivos

La depresión no solo afecta la mente, también puede causar estragos en el sistema digestivo. De hecho, muchas personas con depresión experimentan una variedad de problemas digestivos que pueden complicar aún más su situación. Aquí exploraremos cómo la depresión puede manifestarse a través de síntomas digestivos específicos.

Náuseas y malestar estomacal

La depresión puede causar náuseas y malestar estomacal. Este tipo de malestar digestivo es común y puede surgir de varias maneras:

Tensión y estrés: la ansiedad y la depresión a menudo van de la mano, y ambos pueden provocar una sensación constante de mariposas en el estómago o un estómago revuelto.

Cambios en el apetito: el apetito fluctuante, ya sea comer en exceso o muy poco, puede desestabilizar el sistema digestivo, llevando a una sensación de náusea.

Problemas en el intestino: la depresión está relacionada con cambios en la flora intestinal, lo que puede contribuir a malestares gástricos.

Estreñimiento o diarrea

La depresión también puede alterar los hábitos intestinales, provocando síntomas como el estreñimiento o la diarrea. Este impacto en el sistema digestivo puede deberse a varios factores:

Desequilibrio hormonal: la depresión influye en los niveles hormonales, los cuales pueden afectar la digestión y el movimiento intestinal.

Medicamentos antidepresivos: algunos de estos medicamentos pueden tener efectos secundarios que incluyen problemas digestivos, como estreñimiento o diarrea.

Estilo de vida y hábitos alimenticios: los cambios en los patrones alimenticios y la falta de actividad física, comunes en personas con depresión, pueden contribuir a estos síntomas.

Problemas cardiovasculares

La depresión no solo afecta el estado mental, también tiene un impacto significativo en el sistema cardiovascular. Estas dos condiciones están estrechamente relacionadas, y comprender esta conexión puede ser crucial para el manejo de la salud integral.

Aumento de la presión arterial

La relación entre la depresión y la hipertensión es bastante directa. Cuando una persona está deprimida, su cuerpo está constantemente bajo estrés. Este estado de tensión hace que el corazón lata más rápido y que las arterias se estrechen, lo que aumenta la presión arterial.

La presión arterial elevada, conocida médicamente como hipertensión, es un factor de riesgo crucial para diversas enfermedades cardíacas. La ansiedad y el estrés generados por la depresión pueden llevar a que el cuerpo libere hormonas del estrés, como el cortisol. Este incremento hormonal puede mantener la presión arterial alta de manera constante, contribuyendo a dañar los vasos sanguíneos con el tiempo.

Riesgo de enfermedades cardíacas

La depresión puede aumentar significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Las personas con depresión tienen un 65% más de probabilidades de sufrir problemas cardíacos. Este mayor riesgo se debe a varios factores interconectados:

Inflamación crónica: la depresión puede causar inflamación crónica en el cuerpo, lo que afecta negativamente al sistema cardiovascular.

Estilo de vida sedentario: la falta de motivación y energía puede llevar a un estilo de vida inactivo, lo que aumenta el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares.

Hábitos alimenticios poco saludables: algunas personas con depresión recurren a la comida chatarra y otros hábitos alimenticios poco saludables, contribuyendo a la acumulación de placas y el endurecimiento de las arterias.

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Aparte de estos factores, la depresión puede afectar la adherencia al tratamiento en pacientes con enfermedades cardíacas, empeorando su condición. Desde la presión arterial alta hasta enfermedades graves, la relación entre la depresión y el corazón es innegable y resalta la importancia de tratar ambos para una mejor salud general.

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Dany Levito
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