Científicos a bordo del barco Arctic Sunrise, de la organización ecologista Greenpeace, estudian una ‘migravía’ submarina que conecta Panamá, Costa Rica, Colombia y Ecuador para proteger las especies endémicas y las migratorias, a fin de dar mayores argumentos a los Gobiernos para que ratifiquen el Tratado de los Océanos de las Naciones Unidas, suscrito hace un año.
Las aguas circundantes de las Islas Galápagos “son un ejemplo de conservación, que intentamos replicar en otros lugares del mundo, queremos mostrar que es posible establecer herramientas de conservación duraderas y que tengan efectividad”, dijo a EFE el investigador de Greenpeace, Hernán Pérez Orsi.
Y por ello apoyan el trabajo científico de aliados como las fundaciones Charles Darwin (FCD) y Jocotoco, así como la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), que servirá para generar una base de conocimiento que permita comparar el estado de conservación con el pasado y la proyección futura.
A primera hora de este martes, un bote salió del Arctic Sunrise para tomar en alta mar muestras de ADN en un corto desplazamiento en el que se divisaron varios delfines, dando cuenta de la riqueza de la zona.
Sobre el monte submarino Paramount
“Estamos tomando muestras de ADN ambiental. En este caso, una muestra de agua”, explicó a EFE la investigadora ecuatoriana Paola Sangolquí, de la Fundación Jocotoco, a bordo del bote desde el que lanzó un cilindro para recolectar el agua que someterán a estudios.
La toma la realizó en un sector sobre el monte submarino Paramount, dentro de las aguas jurisdiccionales de Ecuador que rodean a las Galápagos, y con ello “se puede determinar la ausencia o presencia de ciertas especies de interés para conservación y manejo”, dijo.
Sangolquí tomó nota del tipo de aves y de los delfines nariz de botella que se encontraban en el lugar porque “es de vital importancia para poder construir una línea base de información que apoye la toma de decisiones de las autoridades ambientales”.
“Si no conocemos qué tipo de especies están usando ésta área, no podemos conocer cuáles son las estrategias de manejo más adecuadas. De la misma forma, esta técnica nos permite tener otro tipo de información, como una detección temprana de especies invasoras, por ejemplo, y esto permite a las autoridades encargadas tomar medidas de mitigación al respecto”, explicó.
Por otra parte, desde el Arctic Sunrise lanzaron también cámaras a baja profundidad y otra hasta el fondo, unida por un cable al barco, así como un robot submarino operado remotamente. De esa manera los científicos tienen “una buena foto de cómo está la biodiversidad“.
Autopista submarima
La ‘migravía’ es un corredor biológico submarino que usan muchas especies, y un tramo de ella, donde realizaron los estudios, comunica las aguas de Panamá, de las Islas Galápagos (Ecuador), de la Isla de Coco (Costa Rica), de la Isla Malpelo (Colombia) y de las zonas aledañas.
“Es un sitio donde hay buena disponibilidad de alimentos, una serie de condiciones oceanográficas que permiten que esta macrofauna (tiburones, rayas, tortugas, mamíferos marinos…) utilicen esta zona como ruta de migración”, indicó Pérez Orsi mientras el buque navegaba sobre las aguas del monte Paramount.
Incidió en que en esta ruta están distribuidos sitios clave como para que no haya ninguna interrupción en la disponibilidad de alimentos, nutrientes y otros.
Lo importante -dijo- es generar conocimiento de cómo es su utilización, de qué especies y en qué época del año, con qué frecuencia para generar un corredor seguro para esta ‘macrofauna’, “pensando en que la salud de todo el océano depende en gran medida de la salud de la macrofauna que utiliza estos corredores”.
El británico Stuart Banks, oceanógrafo y científico marino de la FCD, dijo a EFE que el bajo Paramount, un monte oceánico fuera de la área protegida de Galápagos y de la nueva Reserva Hermandad, “es una zona que está frecuentada por la industria pesquera también por la alta productividad que se asocia con estos montes submarinos en alta mar”.
Al funcionar los océanos “como los pulmones del planeta, así como los bosques tropicales”, indicó que buscan información en la zona para ofrecerla a fin de dar argumentos a los Gobiernos para ratificar el Tratado de los Océanos, suscrito hace un año y al que hasta el momento sólo solo se han adherido Chile y la pequeña república insular de Palau.