La posibilidad de nuevos aranceles del 50% a productos chinos abre un escenario tenso entre las dos economías más grandes del mundo, y China podría responder con medidas contundentes.
Si Estados Unidos decide imponer un nuevo aumento del 50% en los aranceles a todos los productos chinos, el comercio entre ambas potencias podría colapsar.
Esta nueva tarifa se sumaría al 34% anunciado la semana pasada, al 20% que entró en vigor al inicio del mandato de Donald Trump y a otros aranceles residuales que quedaron de su primera presidencia.
En total, los productos chinos enfrentarían aranceles superiores al 100%, alcanzando en algunos casos hasta el 120%, un costo que volvería prácticamente inviable cualquier tipo de intercambio comercial.
A diferencia de otras naciones que han optado por el camino de la negociación, China ha decidido resistir.
Mientras más de 50 países ya buscan acuerdos con Estados Unidos, Pekín ha mostrado una postura firme, apostando a que su imagen internacional no puede verse doblegada.
Pero si mañana se concreta esta nueva ofensiva comercial de Washington, la gran pregunta es: ¿qué hará China?
Aunque Pekín ha prometido que ‘luchará hasta el final’, las opciones reales son limitadas y costosas.
Entre las respuestas más probables está el refuerzo de los controles a la exportación de minerales de tierras raras, insumos esenciales para la fabricación de productos tecnológicos avanzados.
China domina gran parte de la producción global de estos materiales, aunque se estima que Estados Unidos podría encontrar soluciones alternativas con el tiempo.
Otra reacción posible sería aumentar los aranceles a productos estadounidenses con alto impacto, como los bienes agrícolas, una medida que China ya ha utilizado en el pasado. Sin embargo, esta estrategia tiene un alcance limitado.
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Entre las respuestas más agresivas —y también más riesgosas para Pekín— está la posibilidad de sancionar a empresas estadounidenses icónicas como Apple o Tesla, aunque esto chocaría con el objetivo actual de atraer más inversión extranjera al país.
También se ha planteado una devaluación del yuan, pero esto podría desatar efectos negativos en la economía china y aumentar la inestabilidad.
Las medidas más delicadas podrían cruzar la frontera de lo comercial.
En un artículo de opinión publicado hoy, el editor de Xinhua —la agencia oficial de noticias de China— sugirió que el país podría suspender toda cooperación con Estados Unidos en la lucha contra el fentanilo, un tema políticamente muy sensible para Trump y que podría interpretarse como una provocación directa.
Otras posibles represalias mencionadas incluyen la prohibición de películas estadounidenses en China o incluso un llamado oficial para que la ciudadanía boicotee productos fabricados en EE.UU.
Este clima de tensión podría derivar en algo más que una guerra comercial.
Lo que está en juego es la posibilidad de una ruptura total no solo económica, sino también cultural, entre las dos principales superpotencias del planeta.
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