La propagación del sarampión en Estados Unidos ha tomado un rumbo en los primeros meses de 2025. Según los últimos reportes oficiales, más de 700 casos han sido confirmados en distintos puntos del país, superando por un amplio margen los 285 contagios registrados en todo 2024.
Esto ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias, que insisten en la necesidad de reforzar las campañas de vacunación para contener un brote que amenaza con extenderse aún más.
La mayoría de los contagios afecta a menores de edad, lo que añade una capa de preocupación adicional. Datos difundidos por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) indican que el 32% de los casos corresponden a niños menores de cinco años, mientras que el 38% involucra a personas entre los cinco y los 19 años. Estos grupos, considerados especialmente vulnerables, han sido los más golpeados por un virus que parecía bajo control en el país desde hace décadas.
Además del número creciente de contagios, los casos de hospitalización también están en aumento. Hasta el último balance, 79 personas han requerido atención médica especializada debido a complicaciones, y 45 de ellas son niños pequeños.
Las cifras sugieren que la gravedad del brote no puede subestimarse. Un patrón que se repite en la mayoría de los casos es la ausencia de inmunización, el 97% de los afectados no habían recibido la vacuna contra el sarampión o no se tenía certeza de su estado de vacunación. Esta realidad ha encendido el debate sobre el impacto de la desinformación y el rechazo a las vacunas en algunos sectores de la población.
Texas se ha convertido en el foco principal de la crisis sanitaria. En ese estado se han reportado más de 540 casos, una cifra que representa más del 70% del total nacional. Dentro del territorio texano, el condado de Gaines concentra 355 infecciones, consolidándose como el epicentro del brote.
Jornadas de vacunación
Las autoridades locales han intensificado las acciones de respuesta, incluyendo jornadas de vacunación y monitoreo comunitario, pero el ritmo de propagación del virus continúa siendo alto.
El brote ya ha dejado víctimas fatales. Dos niños sin condiciones médicas previas han fallecido en Texas tras contraer el virus. Uno de los casos más conmovedores es el de una niña de ocho años, cuya muerte ha generado un profundo impacto en la comunidad y ha avivado las discusiones sobre la urgencia de vacunar a la infancia.
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Ambos menores no estaban vacunados, lo que ha sido señalado por los especialistas como un factor determinante en la evolución fatal de la enfermedad. Los CDC han recordado que la vacuna triple vírica que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola es segura y altamente efectiva.
Aunque es posible que, en casos poco frecuentes, una persona vacunada contraiga la enfermedad, la probabilidad es extremadamente baja y los síntomas suelen ser leves. También han hecho énfasis en que existen dosis de refuerzo disponibles, especialmente recomendadas en contextos de brote activo.
Con casos confirmados en al menos 24 estados, el escenario epidemiológico actual representa uno de los mayores desafíos en materia de salud pública en los últimos años. Las autoridades temen que la situación empeore si no se logra frenar la transmisión en los próximos meses.
La rápida escalada de contagios ha reavivado viejos fantasmas sobre enfermedades que se creían casi erradicadas, y que ahora resurgen como una amenaza real en medio de un contexto de menor cobertura vacunal y creciente reticencia a la inmunización en algunas comunidades. Frente a este panorama, expertos insisten en que la vacunación masiva es la única estrategia capaz de detener un brote que podría tener consecuencias aún más graves si no se actúa con rapidez.
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