Caso Elizabeth Silverio; de pseudoneurocientífica a condenada

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Durante un año y medio, la historia de Elizabeth Silverio ha capturado la atención de la población, revelando un complejo entramado de engaños y abusos. Silverio, quien se hacía pasar por neurocientífica y dirigía un centro de terapias para niños autistas, operaba sin los permisos necesarios y con un oscuro pasado.

N Investiga exploró cómo este caso de estafa se convirtió en un escándalo que ha marcado a muchas familias y a la sociedad en general.

Un comienzo turbulento

Elizabeth Silverio fue arrestada tras ser acusada de estafa y, tras tres meses de prisión, logró obtener arresto domiciliario. Sin embargo, su historia no terminó ahí. Luego de una cirugía bariátrica, experimentó un notable cambio físico y comenzó a reinventarse, convirtiéndose en una figura pública. A pesar de su pasado, apareció en múltiples programas de televisión, cambiando constantemente su versión de los hechos y aumentando el número de profesiones que alegaba tener.

La transformación de Silverio

Silverio pasó de ser una impostora a intentar ser pastora y, finalmente, a presentarse como escritora. Afirma haber publicado diez libros, uno de los cuales lanzó recientemente. Sin embargo, su nueva imagen y su supuesta reinvención no lograron ocultar las evidencias de su alteración psicológica, según especialistas.

La reacción de las víctimas

Mientras Silverio buscaba fama, muchos padres de niños autistas se sentían traicionados y burlados por sus mentiras. La indignación creció entre aquellos que habían confiado en ella, lo que llevó a una demanda colectiva. Este clamor por justicia culminó en una condena de siete años de prisión y un pago de 18 millones de pesos a las víctimas.

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El juicio y la justicia

El juicio fue un hito significativo en este caso. La condena fue posible gracias al trabajo conjunto del Ministerio de Salud Pública y la fiscalía del Distrito Nacional, que presentaron pruebas contundentes. Desde los títulos falsos que Silverio utilizó hasta los testimonios de los padres afectados, cada elemento fue crucial para establecer su culpabilidad.

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Los fiscales Magaly Sánchez, María Silvestre y Laura Vargas se aseguraron de que se presentaran todas las evidencias necesarias.

Entre ellas se encontraban certificaciones universitarias que demostraron que Silverio no tenía ningún registro académico, así como el material utilizado en su práctica fraudulenta, como los uniformes que ella utilizaba, los diplomas que colgaba en su oficina, el sello que plasmaba en las recetas que daba con el exequatur que no existía, los recetarios y en especial, los testimonios de los padres afectados, los cuales también se constituyeron en parte civil del proceso.

La decisión del tribunal

Al finalizar el juicio, las juezas argumentaron que no había pruebas que respaldaran las afirmaciones de Silverio sobre sus habilidades profesionales. De hecho, la defensa presentó documentos falsos que solo confirmaron la falta de credenciales de la imputada. Esto llevó a la conclusión unánime de que había cometido múltiples delitos, incluyendo el ejercicio ilegal de la medicina y la estafa.

El caso de Elizabeth Silverio es un claro recordatorio de la importancia de la regulación en el ámbito de la salud y la educación. La historia de esta impostora no solo ha afectado a las familias que buscaban ayuda, sino que también ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor vigilancia sobre quienes ejercen profesiones que impactan directamente la vida de los más vulnerables. La justicia, finalmente se hizo presente, ofreciendo un cierre a muchas de las víctimas que han sufrido a lo largo de este episodio.

gp

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