La Unión Europea, a veces, es como una película. La abrupta salida del hasta ahora comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, es solo un capítulo más… y un ejemplo de cómo chocan los egos entre bambalinas en Bruselas. “Me gustaría expresar mi más profundo agradecimiento a mis colegas del Colegio, a los servicios de la Comisión, a los eurodiputados, a los Estados miembros y a mi equipo. Juntos hemos trabajado incansablemente para impulsar una ambiciosa agenda de la UE. Ha sido un honor y un privilegio servir al interés común europeo“, resumió el galo en las redes sociales, con un mensaje acompañado por una carta en la que, ahí sí, puso sobre la mesa las razones reales de su salida. Y hay una que pesa sobre las demás: Ursula von der Leyen.
Cuando alguien busca la definición de político en el diccionario es bastante probable que aparezca la imagen de Breton. Al francés le gusta el barro, no es tanto un tecnócrata como un experto de la lucha ideológica. Maniobra bien, y eso choca directamente con la idea de Von der Leyen de que todo gire en torno a ella; la alemana no quiere gente en su propia Comisión que le haga sombra, y Breton siempre ha querido ‘competir’. Así, su relación nunca ha sido buena, pero en los últimos meses ha habido mensajes que la han tensado todavía más.
“A pesar de sus cualidades, Ursula von der Leyen está en minoría en su propio partido. El propio PPE no parece creer en su candidata”, escribió Breton el pasado mes de marzo, en un mensaje que mosqueó al entorno de la presidenta de la Comisión. Desde entonces le han puesto en el foco, pero no parecía que el agua llegase al río y de hecho el francés aspiraba a ser uno de los pilares fundamentales del nuevo Colegio de Comisarios como encargado del porfolio de Industria y Autonomía Estratégica. Esa ‘cartera’ será -si nada más cambia- una de las principales en el próximo lustro.
¿Ha querido Breton ser muy protagonista? Sí. Y la realidad es que ha tenido motivos para ello. Es el ‘padre’ político en la Comisión de medidas como la ley de IA, la ley de Mercados Digitales y la ley de Servicios Digitales, tres legislaciones preparadas para poner cerco a los abusos en las redes sociales y que han puesto al galo en el cara a cara por ejemplo frente a Elon Musk. Su dinámica de comunicación, en este sentido, le ha hecho llevar la voz cantante en muchos momentos, opacando la labor de Von der Leyen o de otros colegas como Margrethe Vestager, que tampoco seguirá (por decisión propia) como comisaria.
Von der Leyen y Breton tienen también distancia ideológica: una es popular, el otro liberal. Y aunque en teoría eso no debe ser óbice una vez que se forma parte de la Comisión, la práctica es bien diferente, y se ha notado sobre todo en año de elecciones europeas. El desgaste se agudizó, de hecho, en la campaña. En el PPE, con todo, ponen en duda el despecho repentino de Breton. “Si ahora pasa a formar parte del nuevo Gobierno de Barnier sabremos cuáles son sus razones reales para irse”, aseguran fuentes consultadas por 20minutos. Ese escenario, aunque de momento no hay rumores, no parece quimérico.
El terremoto en Bruselas, eso sí, no cambia los planes: Von der Leyen presentará la nueva estructura del Ejecutivo comunitario este martes en Estrasburgo a los líderes de los grupos políticos del Parlamento Europeo, en lo que es el pistoletazo de salida al proceso… aunque todavía hay algunas dudas. Emmanuel Macron ha propuesto ahora como comisario a Stephane Sejourné, antiguo líder de los liberales en el Parlamento Europeo y también exministro de Exteriores, quien, según Breton, aspira a un porfolio de “mayor rango”.
La salida de Breton acelera, por otro lado, la renovación de la nueva Comisión Europea. Si se completa todo el proceso, repetirían como comisarios, además de Ursula von der Leyen en la presidencia, Dubravka Suica (Croacia), Oliver Várhelyi (Hungía), Vladis Dombrovskis (Letonia), Wopke Hoekstra (Países Bajos) y Maros Sefcovic (Eslovaquia). Solo se mantendrían el 20% de los comisarios aproximadamente.
Lo que ha pasado es el final de una historia con varias aristas. La Comisión Europea es también convivencia de egos, y estos muchas veces chocan. Es este el caso, también porque no deja de ser una traslación del eje franco-alemán hacia lo concreto: cada uno quiere su cuota de protagonismo. Pero quien tiene la sartén por el mango es Von der Leyen, que como presidenta ha podido moverse entre bambalinas para no dar una salida a Breton. Ahora tendrá que ser Macron quien le ofrezca un plan B a su comisario.
Ahora, la disputa Von der Leyen-Breton ha caído del lado de la presidenta, y puede ser un aviso de cómo puede desarrollarse la nueva Comisión: todo en torno a la líder. Será mucho más política que otras y tendrá, parece, una mayor carga ideológica. El Ejecutivo comunitario siempre ha tenido como contrapeso al Consejo, es decir, a los países miembros, aunque las voces más críticas con Von der Leyen la han acusado amargamente precisamente de hacerle “seguidismo” a los gobiernos. Eso es precisamente lo que pueden pretender ahora los 27: que la Comisión mantenga una postura cercana a la suya, evitando choques o debates y priorizando las cargas ideológicas en algunos temas. Solo el tiempo dirá si ese camino es el correcto para la Unión.