
A Carlos Sainz le faltó el aire… y ocho milésimas. Tan cerca estuvo de la Q3 en Abu Dhabi que cualquiera diría que la clasificación del último Gran Premio del año se decidió al milímetro, como si alguien hubiera colocado un cronómetro invisible entre las curvas del Yas Marina.
Lo cierto es que la igualdad fue tan extrema que la Q2 pareció una carrera lanzada: entre el mejor tiempo de Russell y el 15º de Lance Stroll solo hubo poco más de tres décimas. Un suspiro. Una locura casi inédita en un circuito que no es precisamente un karting.

En ese escenario comprimido, Sainz firmó un 12º puesto que, lejos de saber a derrota, confirmó lo que ha sido su segunda mitad de año: rendimiento por encima del coche, constancia y un nivel muy superior al de su compañero. Mientras Alex Albon caía en Q1 con un gris 17º puesto, el madrileño volvía a sostener a Williams y certificaba su victoria interna en el duelo de clasificación: 15-9 a su favor. Nada mal para su primera temporada vestido de azul.
“Se me ha escapado por ocho milésimas“, reconocía Sainz aún con la adrenalina en la voz. “Venimos de un viernes complicado, parecía que éramos más coche de Q1 que de Q3, y al final nos hemos quedado muy poquito de pasar. Estoy contento con los pasos adelante que hemos dado durante el fin de semana”.
Y tenía razones para estarlo. Williams volvió a mostrar ese patrón que ha marcado su 2025: sufren con el blando, florecen con medios y duros. Para mañana, eso abre un escenario seductor. Puntos a tiro. Previsiones imposibles. Oportunidades que Sainz suele oler mejor que nadie.
“Mañana se puede luchar, seguro que vamos a intentar arriesgar un poquito”, adelantó. Lo dijo con esa media sonrisa que suele aparecer cuando sabe que hay algo para pescar. Y es que delante tendrá a un Haas F1 Team (Oliver Bearman), el Red Bull Racing de Yuki Tsunoda y el Racing Bulls (Isack Hadjar) y una parrilla que promete movimientos desde la primera vuelta.
La igualdad, por cierto, fue tema recurrente: “Ha sido de las Qualys más ajustadas de la historia“, remarcó. “En Q2, 30 milésimas me ponían séptimo u octavo… y 30 milésimas me mandaban al quince. Siempre hay rebufos y detalles que te cambian la vida, pero así ha sido”.
Sainz confirma que acertó en su decisión de ir a Williams
Quizá la parte más simbólica de su día llegó cuando le recordaron dónde estaba exactamente hace un año: subido por primera vez al Williams, traje completamente blanco, sin patrocinadores, sin certezas y con mucha gente pensando que su carrera había dado un paso atrás.
Él lo recuerda perfectamente.
“Llegué aquí el martes con un casco blanco y la gente sentía pena por mí”, sonríe. “Pero yo pensaba que este equipo tenía algo para mi futuro. Y mira: tres podios —dos en carrera y uno en la sprint— y un año muy bueno para empezar esta etapa”. Y ahora le queda la última bala: una carrera donde todo puede pasar y donde Sainz, salvo desastre, cerrará su primer año en Williams dentro del top 10 del Mundial y 5º en constructores. Un logro que nadie hubiera imaginado hace 12 meses… excepto él.
Mañana, el madrileño promete arriesgar. Abu Dhabi le debe algo desde hoy. Y él, si huele la oportunidad, no suele perdonar.
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