Donald Trump ha sufrido en poco más de dos meses dos intentos de asesinato. Tras los disparos contra él en un mitin de Pensilvania el pasado 13 de julio, en los que el expresidente resultó herido de una oreja, la vida del republicano ha vuelto a correr peligro, pero esta vez en su propio campo de golf de West Palm Beach, Florida.
El Servicio Secreto logró detener al sospechoso, llamado Ryan Wesley Routh, antes de que llegara a disparar. El hombre se había acercado al campo de golf en el que estaba jugando Trump armado con un rifle AK-47 con mira telescópica. Tras ser detectado por los agentes, que le dispararon, el hombre logró huir en un vehículo, aunque fue detenido poco después en una carretera cercana.
Las imágenes de la cámara corporal de uno de los agentes muestran el momento del arresto del hombre. El vídeo, publicado por la Oficina del Sheriff del Condado de Martin, enseña a Ryan caminando hacia atrás con la camiseta levantada y las manos sobre la cabeza, para demostrar que no tenía armas, antes de ser esposado y llevado por la Policía.
El detenido había votado por el republicano en 2016 pero estaba “decepcionado” de su mandato. “Yo y el mundo esperábamos que el presidente Trump fuera diferente y mejor que cuando era candidato, pero todos estábamos muy decepcionados y parece que estás empeorando… Me alegraré cuando te vayas”, escribió en 2020 en su cuenta de X (antes Twitter).
Routh está acusado de varios cargos relacionados con un posible intento de asesinato contra el expresidente. Entre ellos, dos cargos federales por poseer un arma de fuego, pese a ser un criminal convicto, y poseer varias armas con los números de serie borrados, por los que podría afrontar hasta 20 años de cárcel.
Por su parte, Trump ha responsabilizado a “la retórica de la izquierda comunista” del posible intento de asesinato. “Debido a esta retórica de la izquierda comunista las balas están volando, ¡y esto solo empeorará!, ha advertido en su red social, Truth Social. Además, ha señalado que “la retórica, mentiras y declaraciones falsas hechas” por la vicepresidenta y aspirante demócrata, Kamala Harris, durante el debate presidencial ha llevado la política a “un nivel completamente nuevo de odio, abuso y desconfianza”.
