Artritis reumatoide: ¿Es importante el ejercicio?

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La artritis reumatoide puede limitar la movilidad y ocasionar dolor constante, pero el ejercicio marca una diferencia significativa. Incorporar actividad física adecuada ayuda a reducir la inflamación, mejorar el rango de movimiento y fortalecer las articulaciones. Además, contribuye a manejar el estrés y la fatiga, problemas comunes en esta condición. Practicar ejercicio no solo es seguro cuando se hace con orientación profesional, también es clave para mejorar la calidad de vida de quienes conviven con esta enfermedad.

¿Qué es la artritis reumatoide?

La artritis reumatoide es una enfermedad crónica de tipo autoinmunitario que afecta principalmente las articulaciones. En esta condición, el sistema inmunológico ataca por error los tejidos sanos, causando inflamación, rigidez y dolor. Aunque suele comenzar de forma gradual, sus síntomas pueden empeorar con el tiempo, impactando no solo la movilidad, sino también la calidad de vida del paciente. Es importante reconocer sus señales iniciales para un diagnóstico y tratamiento oportuno.

Síntomas comunes

Los síntomas de la artritis reumatoide suelen variar en cada persona, pero hay ciertos signos que se presentan con mayor frecuencia:

Dolor articular persistente: las articulaciones afectadas se sienten sensibles y dolorosas.

Hinchazón y calor en las articulaciones: especialmente evidente en manos, muñecas y pies.

Rigidez matutina: dificultad para mover las articulaciones al despertar, que puede durar más de una hora.

Cansancio extremo: fatiga constante, incluso con actividades mínimas.

Fiebre leve y pérdida de apetito: síntomas generales de inflamación en el cuerpo.

Nódulos reumatoides: bultos duros que se forman bajo la piel, especialmente cerca de las zonas afectadas.

Reconocer estos síntomas es clave para buscar atención médica a tiempo, ya que dejar la afección sin tratar puede dañar gravemente las articulaciones.

Efectos en la vida diaria

Vivir con artritis reumatoide puede ser un desafío significativo. Esta enfermedad afecta actividades básicas, como vestirse, comer o abrir una botella. La rigidez y el dolor dificultan movimientos cotidianos. Sentarse durante mucho tiempo o incluso caminar pueden convertirse en tareas complicadas cuando las articulaciones están inflamadas.

Además del impacto físico, los efectos también son emocionales. Muchas personas experimentan frustración al no poder realizar actividades que antes eran parte de su rutina. Esto puede llevar a episodios de ansiedad o depresión. Por último, la limitación puede influir en la vida laboral, forzando ajustes en el entorno de trabajo o incluso la interrupción de la actividad profesional.

Beneficios del ejercicio en la artritis reumatoide

Reducción del dolor

Uno de los beneficios más evidentes del ejercicio es la disminución del dolor articular. Actividades de bajo impacto como caminar o nadar ayudan a fortalecer los músculos que rodean las articulaciones, proporcionándoles mayor soporte y estabilidad. Esto reduce la presión y, por ende, el dolor. Además, el movimiento estimula la liberación de endorfinas, los analgésicos naturales del cuerpo. ¿El resultado? Menos malestar y una mejor calidad de vida.

Mejora de la movilidad

Con la artritis reumatoide, la rigidez articular puede limitar actividades cotidianas. Aquí es donde el ejercicio se convierte en un aliado. Movimientos suaves y consistentes, como los realizados en yoga o tai chi, ayudan a mantener el rango de movimiento de las articulaciones. Estas prácticas no solo preservan la movilidad, sino que también evitan la rigidez prolongada típica de la enfermedad.

Aumento de la energía

La fatiga es uno de los síntomas más debilitantes de la artritis reumatoide. Sin embargo, mantener el cuerpo activo puede romper este círculo vicioso. Al ejercitarse, la circulación mejora, asegurando que los músculos y tejidos reciban oxígeno y nutrientes necesarios. Esto se traduce en un aumento de la energía. Aunque suene contradictorio, gastar energía con ejercicio te llena de ella.

Beneficios psicológicos

No se puede ignorar el impacto del ejercicio en la salud mental. Para quienes viven con artritis reumatoide, el estrés y la ansiedad suelen ser compañeros constantes. La actividad física reduce los niveles de cortisol, asociado al estrés, mientras promueve la producción de serotonina, que mejora el estado de ánimo. También ofrece un espacio para la socialización, reduciendo el aislamiento y reforzando el bienestar emocional.

El ejercicio es, en resumen, una estrategia multifacética en la vida de quienes enfrentan artritis reumatoide. Adaptándolo a las necesidades individuales, los beneficios se sienten tanto en el cuerpo como en la mente.

Foto Freepik

Tipos de ejercicios recomendados

Elegir los ejercicios adecuados es clave para manejar los síntomas de la artritis reumatoide. Aunque el control médico es esencial, mantener el cuerpo en movimiento de forma cuidadosa puede marcar una gran diferencia:

Ejercicios de bajo impacto

Los ejercicios de bajo impacto son ideales para personas con artritis reumatoide porque minimizan el estrés en las articulaciones mientras fortalecen el cuerpo. Estas actividades se enfocan en movimientos suaves que no generan presión adicional sobre las áreas sensibles, pero promueven la circulación y la movilidad.

¿Cuáles son los más recomendados?

Caminar: fácil de realizar y mejora la salud cardiovascular sin riesgos.

Yoga o tai chi: ayudan tanto a la flexibilidad como a la relajación.

Ejercicios acuáticos: el agua reduce el peso y la presión sobre las articulaciones.

Estos ejercicios no solo mejoran el rango de movimiento, sino que también contribuyen al bienestar emocional. Una caminata tranquila o una clase de yoga puede ser un respiro tanto para el cuerpo como para la mente.

Fortalecimiento muscular

El fortalecimiento muscular es fundamental, ya que los músculos fuertes ofrecen mayor soporte a las articulaciones afectadas. Estos ejercicios ayudan a reducir la carga directa que soportan las articulaciones y protegen contra lesiones adicionales.

Te podría interesar:

Ejercicios clave para fortalecer:

Entrenamiento con pesas ligeras: utilizar mancuernas pequeñas para trabajar brazos y piernas.

Banda elástica: excelente para ejercicios controlados y adaptables a diferentes niveles de fuerza.

Ejercicios isométricos: contraer y mantener un músculo sin mover la articulación, ideal si hay dolor.

Incluir este tipo de entrenamiento en la rutina semanal puede mejorar significativamente la estabilidad y prevenir el deterioro articular.

Ejercicio aeróbico

El ejercicio aeróbico fomenta una buena salud cardiovascular y es especialmente útil para combatir el cansancio crónico que acompaña a la artritis reumatoide. Además, estimula la producción de endorfinas, lo que mejora el estado de ánimo y disminuye la percepción de dolor.

Opciones de ejercicios aeróbicos:

Ciclismo estático o al aire libre: mantiene las articulaciones en movimiento constante sin impacto brusco.

Nadar o caminar a paso ligero: actividades sencillas que aumentan la frecuencia cardíaca sin afectar negativamente las articulaciones.

Bailes de bajo impacto: una opción divertida que combina movimiento y socialización.

Incorporar ejercicio aeróbico moderado al menos tres veces por semana mejora no solo la resistencia física, sino también la calidad de vida general.

Consejos para comenzar a hacer ejercicio

Comenzar a hacer ejercicio puede parecer un desafío, especialmente si se vive con artritis reumatoide u otra afección similar. Sin embargo, adoptar una rutina activa trae múltiples beneficios para la salud física y mental:

Consultar con un profesional

Antes de iniciar cualquier tipo de actividad física, es imprescindible consultar con un médico. Este paso asegura que los ejercicios elegidos sean los más apropiados según las condiciones de salud individuales. Por ejemplo, un chequeo previo puede identificar limitaciones, evitar riesgos innecesarios y personalizar un plan de entrenamiento seguro. El médico también puede recomendar la participación de un fisioterapeuta o entrenador especializado para garantizar una ejecución correcta.

Comenzar despacio

La clave para mantener una práctica de ejercicio sostenible es empezar con calma. Saltar de inmediato a entrenamientos intensos puede causar fatiga, dolor innecesario o incluso desmotivación. Por eso, se recomienda iniciar con ejercicios suaves, de bajo impacto y aumentar la intensidad de forma gradual.

Por ejemplo:

  • Comenzar con caminatas de 10-15 minutos al día.
  • Incorporar estiramientos suaves para mejorar la flexibilidad.
  • Probar actividades como yoga o ejercicios acuáticos, que son gentiles con las articulaciones.

Construir una base sólida de hábitos consistentes es más efectivo que lanzarse sin planificación. Además, es más probable que la persona disfrute el proceso al tomarse el tiempo necesario para adaptarse.

Mantener la motivación

Una de las mayores dificultades es mantenerse motivado. ¿Cómo asegurar que el entusiasmo inicial no desaparezca con facilidad? Existen estrategias simples pero efectivas para mantener la constancia:

Establecer metas pequeñas y alcanzables: lograr objetivos a corto plazo, como completar una caminata semanal, fomenta la sensación de logro.

Hacerlo divertido: explorar ejercicios variados, como baile, natación o paseos en bicicleta, mantiene el interés.

Buscar compañía: entrenar con amigos o en grupo puede aumentar el compromiso y hacerlo más entretenido.

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Registrar el progreso: tomar nota de los avances, ya sea en tiempo, distancia o capacidad física, es un recordatorio visual del esfuerzo.

Mantener el foco en los beneficios diarios, como menos rigidez o mayor energía, ayuda a superar las barreras emocionales. Al final, se trata de encontrar un ritmo que funcione para cada persona y convertirlo en un hábito disfrutable.

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Dany Levito
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