El amor es una de las fuerzas más poderosas y misteriosas que existen en el mundo. A lo largo de la historia, ha sido la musa de canciones, películas y libros, así como el tema central de numerosos mitos y leyendas. Sin embargo, a medida que nos alimentamos de la ficción y de los ideales románticos, corremos el riesgo de caer en creencias que pueden destruir nuestras relaciones amorosas.
El amor es fluido
En muchas ocasiones, nos encontramos con personas con las que conectamos de manera instantánea y profunda. Sin embargo, esto no significa que la relación que se desarrolla a partir de ese encuentro vaya a ser siempre sencilla y sin problemas. A veces, el amor puede parecer complicado y lleno de conflictos. Esto no es anormal ni motivo para pensar que la relación está destinada al fracaso. Los momentos de fricción son inevitables y necesarios en una relación de pareja, incluso desde el principio. Necesitamos poder captar a nuestra pareja en su diferencia».
Es importante recordar que nuestra pareja no es un reflejo exacto de nosotros mismos ni tampoco un producto sin voz propia. Las disputas y las diferencias de opinión son parte natural de cualquier relación. Aprender a manejar y superar estos desafíos nos permite crecer como individuos y fortalecer nuestra conexión como pareja.
No es necesario adaptarse completamente a la pareja para ser amado
Es completamente normal y necesario hacer ciertas concesiones y encontrar puntos en común entre nuestras necesidades y las de nuestra pareja. Algunas personas, por falta de confianza en sí mismas, tienden a diluir su personalidad para adaptarse completamente a su pareja. Si bien esto puede funcionar en un principio, a largo plazo puede llevar a preguntarnos dónde está la persona de la que nos enamoramos. ¿Por qué su carácter ha cambiado tanto?
Al sobre adaptarnos a nuestra pareja, al poner sus necesidades por encima de las nuestras para evitar conflictos, perdemos nuestra identidad y singularidad. Existe el riesgo de convertirnos en seres insulsos, casi transparentes y sin interés. Es importante encontrar un equilibrio entre adaptarse a nuestra pareja y mantener nuestra propia esencia.
Amar a uno mismo es el primer paso para amar a los demás
Nos repetimos constantemente la frase «¿Cómo puedes amar a alguien más si no te amas a ti mismo?». Sin embargo, esta creencia puede ser dañina. Implica que las personas heridas o que están pasando por momentos difíciles no merecen ser amadas de manera sana. Existe una presión para trabajar en uno mismo que puede resultar culpabilizante y sofocante.
Recuerda que estar en pareja no significa renunciar a nuestra individualidad. De hecho, estar en una relación amorosa puede facilitar nuestro crecimiento personal. ¿Por qué? Porque es más fácil realizarnos como individuos cuando lo hacemos en el terreno del amor. Podemos aprender a amarnos viéndonos a través de los ojos de nuestra pareja sin caer en la dependencia emocional.
Admirar para amar
Si la admiración es un sentimiento positivo, que demuestra un respeto hacia la personalidad del otro (¡no se puede amar a alguien sin encontrarle cualidades!), a menudo se convierte en la única base sobre la cual se construye la relación. A corto plazo, esto es perjudicial para la dinámica de la relación, ya que no se establece en un nivel adecuado.
La admiración puede generar desequilibrios en la pareja, haciendo que uno de los miembros se sienta inferior al ser colocado en un pedestal. Además, la persona admirada puede sentir cierta presión al ser idealizada. Por otro lado, esta admiración puede llevar a objetivar a la pareja, convirtiéndola más en un trofeo que en un compañero. Como en todo en la vida, el equilibrio es fundamental. La admiración y el amor pueden ser compatibles siempre y cuando la admiración sea medida y se centre en la esencia de la persona, en su ser más que en sus logros, posesiones o apariencia.
Seducción auténtica
La seducción es un arte que a menudo nos lleva a ocultar nuestra verdadera personalidad. Intentamos mostrarnos como alguien que creemos que es más atractivo, nos adaptamos a la otra persona e intentamos impresionarla. Sin embargo, lo que realmente seduce es ser uno mismo. Al abrirnos con autenticidad, podemos crear una conexión emocional que es esencial para construir un vínculo amoroso fuerte y duradero.
La autenticidad es clave en el proceso de seducción. Dejar de lado las máscaras y mostrarnos tal como somos puede ser aterrador, pero también es liberador. Al ser auténticos, nos permitimos ser amados por quienes realmente somos, sin pretensiones ni falsedades.