El pasado 9 de agosto, en la Maternidad São José de Colatina en Brasil, una mujer de 39 años dio a luz a un bebé de 6,5 kilogramos y 55 centímetros, un peso considerado excepcional para un recién nacido.
El parto vaginal, que involucró a aproximadamente diez profesionales de salud, presentó complicaciones significativas tanto para la madre como para el bebé.
La madre, Ariane Borges, residente de Água Doce do Norte y madre de nueve hijos, sufrió una hemorragia interna durante el procedimiento, que requirió 55 puntos de sutura para estabilizar su estado.
Por su parte, el recién nacido, llamado Alderico, experimentó una luxación de hombro y permaneció cinco minutos sin respiración, situación que demandó atención inmediata y cuidados intensivos, incluyendo seguimiento de fisioterapia por lesión del plexo braquial.
Según los testimonios recabados, los médicos que atendieron a Ariane habían recomendado inicialmente una cesárea debido al elevado peso estimado del bebé.
No obstante, al momento del parto, el equipo decidió inducir un parto vaginal, considerando la experiencia de la madre con partos previos por vía natural.
Esta decisión condujo a una distocia de hombro, una complicación obstétrica en la que el hombro del feto queda atrapado tras la salida de la cabeza, generando potenciales lesiones neurológicas o traumatismos.
Tras el evento, tanto madre como hijo permanecieron hospitalizados para garantizar su recuperación.
La Secretaría de Salud del Estado de Espírito Santo (SESA) abrió una investigación formal para evaluar las decisiones médicas durante el parto, estableciendo un plazo de hasta 60 días para la conclusión de la auditoría.
El caso ha generado repercusiones en medios de salud y prensa regional, debido al peso inusualmente alto del recién nacido y las complicaciones médicas surgidas durante el procedimiento, resaltando la importancia de protocolos estrictos en situaciones de riesgo obstétrico elevado.



