La historia de Lane Kiffin y St. Anthony’s en un grupo de amigos de toda la vida

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Cada grupo de amigos guarda alguna historia como esta, una que parece sacada de la ficción pero que cuenta con pruebas que demuestran su veracidad. En el grupo de mensajes con cuatro de mis compañeros de baloncesto del instituto —también cuatro de mis amigos más antiguos— tenemos un par de ellas. Todos recordamos a un chico que iba un curso por detrás: delgado, con buen salto, buen manejo de balón y que llevaba un collar de conchas puka a diario. Jugamos mucho al baloncesto con él desde el otoño de 1982 hasta la primavera de 1983. Pero ahí terminó todo. Se cambió de centro tras dos años y perdimos el contacto con aquel chico flaco. Hasta que un día, años después, mi amigo “Hammer” me llamó. **REDACCIÓN FV MEDIOS**

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