La basura diaria del río Ozama llena dos veces el Olímpico

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Es considerado el segundo vertedero de Santo Domingo; expertos exhortan a trabajar por su recuperación

Para entender en gran medida la magnitud del problema de contaminación ambiental en el río Ozama y su principal afluente, el Isabela, el equipo de reporteros de Multimedios del Caribe, se hizo acompañar de Andrés Bernal, hombre de 66 años de edad y reconocido pescador del sector La Ciénaga, oficio al cual le ha dedicado más de 50 años, según narra.

En su embarcación se realizó un recorrido por los ríos Ozama e Isabela, y durante el trayecto, el veterano pescador contó a elCaribe y CDN, la historia actual de contaminación por desechos sólidos vertidos a las riveras de los dos acuíferos.

“¡Ay mi hijo!, si yo te digo lo que hemos tenido que hacer nosotros, en este río, baja en contaminación de todos los basureros improvisados por las personas, porque el río no crea basura; pero ahí, echan desde un animal muerto, hasta gente”, exclama con evidente preocupación el capitán de la embarcación.

Andrés Bernal agrega que todo el que quiere botar basura o desperdicios de los baños, lo tiran al río, lo que lo lleva a concluir, que por más que las autoridades quieran limpiar este afluente, no lo lograrán.

“La gente tira la basura desde su casa y cae toda al río, aquí; siempre, siempre, cuando cae un chin agua nosotros no podemos trabajar, se tapa el río de lila, envases plásticos, funda de basura y muchas cosas más, como perros, caballos, vacas”, narra Andrés Bernal, mientras también conduce la embarcación.

Se refiere a los desechos que son lanzados desde sectores como, Sabana Perdida, La Barquita, Los Tres Brazos, El Dique, Capotillo, Gualey, La Zurza, entre otros; más los desperdicios que son arrastrados por cañadas que recorren diversos barrios del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, y que desembocan en el Ozama e Isabela.

En todo el entorno de las márgenes de los ríos se puede apreciar una compleja combinación de pobreza, marginalidad, suciedad, grandes embarcaciones ancladas, vestigios puertos, y una agonizante lucha de la misma naturaleza, que procura mantener viva espacios de este ecosistema que, pese a la fuerte y amplia contaminación, muestra interesantes paisajes y áreas llenas de vida vegetal y animal, con especies de aves y plantas.

Muchas personas que viven en las márgenes arrojan desechos al río.

Planes de limpieza

El Fideicomiso DO Sostenible es una iniciativa Público Privada para la Gestión Integral de Residuos Sólidos. La ley 225-20 les ordena resolver los problemas de disposición final de los desechos.

En lo inmediato, las autoridades han clausurado el vertedero de Cancino y han colocado siete sistemas de biobardas, para impedir que la basura flotante llegue al río.

“Esto no es magia y es una opinión personal, yo creo que para que el río Ozama sea un acuífero donde la gente quiera vivir al lado de él y que sea un método transporte y un sinnúmero de cosas más, yo lo visualizo que en 20 años se pudiese hacer algo”, es la opinión de Christian Garrido Cruz, director de ingeniería e infraestructura en DO Sostenible.

Las biobardas son estructuras flotantes que sirven de contención, e impiden que basuras superficiales lleguen el río.

Con la existencia de estos sistemas en las cañadas; más la intervención de otros puntos, la basura flotante ha mejorado en términos visibles en los últimos años sobre el río. Se calcula que un 80% del plástico que llegaba a la ribera del río, ya no se ve.

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Tienen en carpeta un proyecto para un nuevo análisis sobre la carga residual en las márgenes de los ríos Ozama e Isabela; pero se estima que, en ambos ríos, el total de carga residual supera las mil 200 toneladas, lo que hace que el Ozama sea el segundo vertedero más grande del Gran Santo Domingo.

“Con esa cantidad de residuos, en una capa de cinco pulgadas, nosotros pudiéramos forrar el estadio Olímpico dos veces”, es la afirmación del ingeniero Vladimir Martínez, encargado de proyectos del Fideicomiso DO Sostenible.

El especialista explica que alrededor de 99 cañadas, más nuevos espacios urbanos y sistemas de drenaje que ahora se han convertido en nuevas fuentes de arrastre de residuos, son espacios que vierten cantidades de desechos a las riberas del Ozama y el Isabela.

Alrededor de 20 toneladas de basura se recolectan cada día en las biobardas existentes, en las que se usan cerca de mil bolsas plásticas por cada camión que retira esos desperdicios.

La basura que flota en el río Ozama es apenas la parte visible del problema. En las profundidades de este afluente, reposan grandes toneladas de desechos no perceptibles desde la superficie; como pedazos de madera, trozos de cartón, colchones, metales diversos y desechos biodegradables generados en los hogares, entre otros.

Casi la totalidad de los residuos flotantes que se vierten en el río Ozama, van al mar Caribe y se amontonan por toneladas en la playa de Montesino, en el malecón de Santo Domingo, lo que muestra uno de los paisajes más negativos de esa zona turística.

Pescadores se quejan del alto grado de contaminación.

Aguas domésticas e industriales

Otra gran fuente de contaminación en estos afluentes son las aguas residuales domésticas e industriales, las cuales se estima, representan entre el 40% o 50% de la contaminación que tiene el río.

Para Elizabeth Mena, CEO de la fundación Clean Rivers DR, llamar la atención, visibilizar el problema y educar a la gente de las cuencas bajas circundantes, son formas de ayudar para la toma de decisiones, ante una situación que califica de crítica.

“Lo primero que tenemos que hacer es que todo el mundo conozca la situación, si no la conocemos no vamos a actuar; lo segundo es llevar iniciativas público privadas de forma tal que podamos llevar una ruta de los trabajos a realizar y los indicadores de medición, y tercero, trabajar con la educación ambiental”, establece Mena, tras señalar que la situación del río Isabela es de gran alarma para todos, por el nivel de degradación en las últimas dos décadas.

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Desde su nacimiento en la Loma Siete Cabezas, de la Sierra de Yamasá, hasta su desembocadura en el mar Caribe en la ciudad de Santo Domingo, el río Ozama recorre 148 kilómetros, para abarcar una superficie de 2 mil 686 kilómetros cuadrados.



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