La muerte es un tema que a menudo evitamos discutir, pero la enfermera de cuidados paliativos Julie McFadden está decidida a desmitificar este proceso tan fundamental de la existencia humana. Con más de una década de experiencia trabajando en el ámbito de los cuidados al final de la vida, ha adquirido una profunda comprensión de cómo el cuerpo se prepara para el inevitable viaje final.
Cuando el cuerpo comienza a ralentizarse
En las primeras etapas del proceso de morir, alrededor de seis meses antes del fallecimiento, los síntomas que experimenta la persona suelen ser más «generalizados». McFadden explica que en esta fase, la persona «simplemente va a estar generalmente cansada, generalmente letárgica, no comiendo y bebiendo tanto, probablemente siendo menos social».
A medida que el cuerpo se prepara para la transición, es común que la persona disminuya gradualmente su ingesta de alimentos y líquidos. Asimismo, es probable que pase más tiempo durmiendo que despierta, a medida que su energía se va agotando.
Otro síntoma característico de esta etapa inicial es el distanciamiento social. La persona suele volverse más retraída y limitada en sus interacciones con familiares y amigos, a medida que su condición física y emocional se deteriora.
Cuando la fuerza se desvanece
A medida que la persona se acerca más a la muerte, aproximadamente tres meses antes del fallecimiento, su condición física se vuelve cada vez más precaria.
Uno de los principales indicadores de esta etapa es la creciente dificultad para moverse y abandonar el hogar. La persona se vuelve cada vez más confinada a su lecho, a medida que sus fuerzas se debilitan.
Junto con la reducción de la movilidad, también se observa una marcada disminución en la ingesta de alimentos y líquidos. La persona suele consumir muy poca cantidad de comida y bebida a lo largo del día.
Otra característica de esta fase es el aumento significativo del tiempo que la persona pasa durmiendo. A menudo, el individuo pasa más horas dormido que despierto, a medida que su cuerpo se prepara para la inevitable transición.
Cuando el espíritu se prepara
Aproximadamente un mes antes del fallecimiento, McFadden describe un período de «transición» que puede incluir un fenómeno conocido como «visiones». Durante esta etapa, la persona puede comenzar a ver a seres queridos fallecidos, mascotas o incluso a Dios.
Según la enfermera, estas visiones son «siempre reconfortantes» para los pacientes y suelen ocurrir cuando la persona está «alerta y orientada». Ella explica que es común que el individuo pueda mantener una conversación normal con sus familiares mientras afirma ver a su padre fallecido en una esquina, sonriéndole y diciéndole que pronto vendrá a buscarlo.
Este período de «transición» también se caracteriza por una mayor aceptación de la muerte inminente. La persona comienza a despedirse de sus seres queridos y a prepararse emocionalmente para el inevitable final.
Cuando el cuerpo se apaga
La última etapa del proceso de morir es la más «distinta», según McFadden. En este punto, el cuerpo de la persona comienza a apagarse por completo.
Durante esta fase final, la persona suele estar completamente inconsciente, sin ingerir alimentos ni agua durante días. Aunque parezca no responder, sus funciones corporales aún siguen en marcha, lo que la convierte en una persona totalmente dependiente de los cuidadores.
Uno de los signos más evidentes de esta etapa es la alteración en el patrón respiratorio. McFadden explica que la persona «tendrá cambios en la respiración, por lo que su respiración se verá diferente».
Otros cambios físicos
Además de los cambios en la respiración, también se pueden observar «cambios metabólicos», como alteraciones en el color de la piel, variaciones en la temperatura corporal o el «estertor de la muerte», un sonido de gorgoteo causado por la acumulación de fluidos en la garganta y las vías respiratorias superiores.
Si bien estos signos pueden resultar inquietantes, McFadden asegura que esta etapa final es «una parte normal de la muerte y el morir» y que «no le está haciendo daño a su ser querido». La clave, según ella, es estar educado sobre cómo se ve realmente el proceso de la muerte, ya que «las películas y la televisión no le hacen justicia» y, cuando las personas lo ven en la realidad, se asustan.