Hace más de un siglo, un influyente revolucionario soviético sentenció: ‘Hay décadas en las que no pasa nada… y hay semanas en las que pasan décadas.’ –
Durante las últimas semanas, hemos sido testigos de la crisis socio-política en Venezuela, del asesinato en Irán —atribuido a Israel— del líder del grupo terrorista Hamas que podría escalar las tensiones entre ambos países, y del atentado fallido contra el candidato presidencial republicano en EE.UU., que casi desencadena una crisis política en la primera economía del mundo. Estos incidentes sugieren que aquel soviético habló, literalmente, por cien años.
Si bien la República Dominicana podría parecer aislada de las agitaciones geopolíticas, nuestra red global de interdependencias revela que estas crisis pueden acarrear impactos insospechados. Comprender por qué es importante evaluar continuamente el panorama geopolítico y cómo nuestras autoridades pueden mejorar su marco de gestión de estos riesgos, es fundamental para asegurar que nuestra economía esté mejor preparada para navegar estas turbulencias.
¿Por qué el análisis geopolítico es crucial para R.D.?
En su libro ‘Riqueza, Guerra y Sabiduría’, el influyente estratega financiero Barton Biggs resalta que durante la Segunda Guerra Mundial, los desarrollos geopolíticos eran analizados y monitoreados constantemente por gobiernos, gestores de inversiones y empresas. Batallas clave, redefiniciones fronterizas, giros políticos y nuevas alianzas entre países eran vitales en la toma de decisiones estratégicas. Sin embargo, tras las tres décadas de ‘Pax Romana’ posteriores a la desintegración de la Unión Soviética, el papel de la geopolítica quedó relegado principalmente al ámbito militar y diplomático.
Esta minimización de la geopolítica se puso a prueba con la invasión rusa de Ucrania en 2022, el ‘cruce del Rubicón’ más importante desde la caída del Muro de Berlín. Este conflicto no solo reactivó el debate sobre la relevancia de los desarrollos internacionales en la gestión de riesgos, sino que también expuso deficiencias críticas en la preparación y respuesta de muchos tomadores de decisiones.
Por ejemplo, a pesar del riesgo de invasión advertido por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), que un año antes de la guerra señalaba la creciente presencia militar rusa en la frontera ucraniana, el estallido del conflicto sorprendió a actores clave a nivel público y privado, revelando una clara desconexión entre la previsión experta y la preparación de los sectores impactados.
Una vez iniciada la invasión, era fácil anticipar que la marcada participación de ambos países en la producción global de recursos esenciales como petróleo, gas natural, carbón, aceite vegetal, maíz y fertilizantes, impactaría la oferta y los precios a nivel mundial, encareciendo significativamente la importación de insumos cruciales de sectores primordiales como la agroindustria y el transporte.
Si bien los efectos macro del conflicto eran anticipados, su estallido reveló impactos insospechados en el ecosistema inmobiliario dominicano. Al momento de la invasión, cerca de un tercio de nuestro suministro de hierro provenía de Ucrania, causando una escasez de varillas y otros materiales esenciales que produjo el mayor encarecimiento de insumos en una década.
El resultante aumento de precios redujo la demanda habitacional, sobretodo en el segmento de ‘bajo costo’, incrementó el riesgo reputacional de muchas constructoras, y elevó el riesgo en las carteras de crédito de los bancos concentrados en el sector inmobiliario. Estos impactos subrayaron la importancia de una gestión eficaz de los riesgos geopolíticos para mantener la estabilidad económica del sector.
El persistente conflicto en Israel y los territorios palestinos es un ejemplo adicional de las consecuencias inesperadas de las dinámicas globales. Desafiando a Israel, insurgentes de Yemen están atacando buques de carga en el estratégico estrecho de Bab-El-Mandeb, el corredor marítimo en el suroeste yemení que une los mercados de Asia y Occidente. Previo a los ataques, aproximadamente uno de cada siete buques a nivel global lo navegaba; ahora, el tráfico se ha reducido a menos de la mitad. Esto ha duplicado los tiempos de entrega y cuadriplicado los costos de envío por estas rutas, que hoy ascienden a unos US$10,000 por un contenedor estándar.
Estas disrupciones han causado un impacto insospechado en R.D.: los productos farmacéuticos que importamos desde India —nuestro segundo socio comercial en este rubro— utilizan estas rutas. Aunque Israel no juega un papel preponderante en los mercados globales de commodities y nuestras relaciones comerciales son limitadas, el conflicto está afectando directamente a importadores, consumidores y parte del suministro de medicamentos en este rincón del Caribe.
Como se puede apreciar, el ajedrez geopolítico acarrea riesgos que deben ser gestionados adecuadamente para fortalecer la resiliencia de nuestra economía. Esto plantea una pregunta crucial: ¿cómo pueden nuestras autoridades mejorar su capacidad de respuesta y adaptación a estos desafíos?
¿Cómo mejorar la gestión de los riesgos geopolíticos?
Ante un entorno global cada vez más volátil, es imperativo que nuestras autoridades implementen un Marco Integral de Gestión de Riesgos Geopolíticos que permita identificar, monitorear, evaluar y responder de manera efectiva ante los riesgos geopolíticos del futuro. Por ejemplo, ¿cómo responderíamos a cambios del liderazgo estadounidense que afecten las políticas migratorias o nuestra capacidad de renegociar acuerdos como el DR-CAFTA? ¿Estamos listos para enfrentar una duplicación de los precios de los hidrocarburos si el conflicto en Medio Oriente se intensifica? ¿Cómo manejaríamos interrupciones en los flujos comerciales si escalan las tensiones en el Mar del Sur de China? Además, ¿Qué estrategias tenemos si, respaldadas por el narcotráfico, las bandas en Haití retoman el control?
Para ello, el gobierno se beneficiaría de establecer un Consejo Consultivo Geopolítico. Dicho Consejo, integrado por expertos en geopolítica, economía internacional e historia aplicada del calibre de John Mearsheimer (U. Chicago), Sarah Paine (Naval War College) o George Yeo (ex-Canciller de Singapur), en adición a especialistas locales, podría reunirse trimestralmente con el equipo económico del gobierno, incluidos el Gobernador del Banco Central, los Ministros de Hacienda y Economía, el Superintendente de Bancos, y los Directores de Impuestos Internos y Aduanas.
La principal tarea del Consejo sería desarrollar un marco de gestión que evalúe la probabilidad de ocurrencia, el impacto potencial y la duración de los riesgos geopolíticos identificados. Este marco permitirá priorizar protocolos de respuesta, asegurando que nuestras autoridades estén preparadas de manera proactiva ante los cambios en el escenario global.
¿Cómo habría funcionado el Consejo Consultivo en 2022 ante la amenaza de invasión de Rusia a Ucrania? Primero, los expertos en geopolítica, alertados por las advertencias del CSIS, habrían informado al equipo económico sobre el creciente riesgo de conflicto. Esta alerta temprana habría permitido una evaluación detallada de los posibles impactos en nuestra economía: aumento de los precios de hidrocarburos esenciales para nuestra matriz energética, escasez de fertilizantes que elevaría los precios de los alimentos, incremento en los fletes que encarecería las importaciones, reducción del suministro de hierro que afectaría el sector de la construcción y una caída en el turismo proveniente de esa región. Además, se habrían analizado cómo estos efectos podrían desacelerar el PIB, presionar el mercado cambiario y reducir el poder adquisitivo de los hogares, entre otros efectos macroeconómicos.
Posteriormente, se habrían desarrollado estrategias específicas para mitigar los impactos. Por ejemplo, para garantizar un suministro estable de combustible y proteger la seguridad alimentaria, se habrían adquirido seguros contra el aumento de los precios de hidrocarburos y promovido compras anticipadas de fertilizantes vía subsidios. En cuanto a los fletes, la administración tributaria podría haber ofrecido exenciones transitorias para productos que transiten por las rutas afectadas. Ante nuestra dependencia del hierro ucraniano, se habría fomentado la diversificación de proveedores mediante canales diplomáticos para asegurar suministros alternativos. Para contrarrestar la caída del turismo, se habrían redirigido las campañas de promoción hacia otros mercados. Para mitigar posibles impactos en la banca, se habrían delineado planes de reestructuración de crédito para prevenir deterioros en los préstamos otorgados a sectores expuestos al conflicto, como la construcción, el turismo y la agricultura.
En adición, ante los potenciales impactos macroeconómicos y bajo un marco de coordinación monetaria y fiscal, el Banco Central habría diseñado programas de estímulo para los sectores más expuestos y estrategias de reposición de reservas internacionales, asegurando la estabilidad cambiaria. Simultáneamente, las políticas fiscales podrían haber incluido programas de inversión pública y subsidios focalizados en apoyo a hogares vulnerables.
Aunque algunas estrategias, como la compra de seguros contra el aumento de precios de hidrocarburos y la diversificación de los planes de atracción turística, se implementaron unilateralmente durante el conflicto, subrayamos que la eficacia del marco de gestión de riesgos propuesto se incrementa cuando la identificación de riesgos y los protocolos de respuesta se coordinan de manera proactiva e integral entre las entidades gubernamentales competentes. Esto asegura una defensa robusta y cohesiva frente a las turbulencias geopolíticas globales.
Implementar un Marco Integral de Gestión de Riesgos Geopolíticos a través de un Consejo Consultivo brindaría a la República Dominicana una oportunidad de anticipar y responder de forma efectiva ante los desafíos actuales y futuros. Al integrar las recomendaciones del Consejo en nuestras políticas nacionales e internacionales, bajo una efectiva coordinación intergubernamental y colaborando junto al sector privado, proveeríamos a nuestra economía de una defensa en el tablero de ajedrez geopolítico ante crisis que puedan desviarnos de nuestra histórica y exitosa trayectoria de crecimiento