A pesar de tener una carrera tan demandante como lo es la medicina, el nefrólogo Domingo Martínez encontró el equilibrio entre su trabajo en el consultorio y la paternidad
El doctor Domingo Martínez es un nefrólogo reconocido por su dedicación y compromiso tanto en su carrera médica como en la crianza de sus dos hijos, Dereck de tres años y Dylam de 9 años, un ejemplo de compromiso y sacrificio para aquellos que lo rodean.
Con una carrera demandante y exigente en el campo de la medicina, ha logrado equilibrar sus responsabilidades como médico especializado en enfermedades renales con las de padre de familia, y demuestra que es posible alcanzar el éxito en ambos ámbitos.
Cuando entró al mundo de la medicina, el objetivo Martínez estaba claro: insertarse como profesional competitivo en el mercado. “Me convertí en un buen profesional, a tal punto de que la cartera de pacientes y la responsabilidad me absorbieron tanto que la hora de llegada a mi hogar era a las 10:00 y 11:00 de la noche, nada extraño para cualquier médico responsable y entregado a sus pacientes”, narró.
Pero una noche entendió que también su familia los necesitaba.
“Cuando mi hijo mayor me esperaba despierto para que le ayudara a entender unos ejercicios matemáticos, yo llegaba superagotado y no lograba ayudarlo”, expresó el galeno.
Describe que no lograba explicarle algo básico sobre ejercicios matemáticos debido a que el agotamiento no le permitía entenderlo. “Mi propio hijo me decía: ‘sabes qué, papá, te siento muy agotado. Creo que te va bien un buen baño y un descanso, y mañana le buscamos la vuelta; esa tarea es para el viernes, tenemos dos días a favor aún’”.
Ese fue el momento en que entendió que para alguien más, él era importante, y que también tenía la esperanza de que lo ayudara a resolver un problema que lo atormentaba, como lo hacía con muchos desconocidos que se convirtieron en sus pacientes.
“Pensé muy disimulado, estoy fallando como padre, entonces, comencé a organizarme con la agenda, los pacientes y las responsabilidades”, explicó y, fue así, como la complicidad con sus hijos comenzó a ser diferente.
Al abordarlo sobre los desafíos que ha enfrentado al ser padre y al mismo tiempo tener una profesión exigente como la medicina, confesó que la pandemia fue lo más terrible que le tocó vivir, porque tuvo que separarse de su familia, porque nadie tenía idea de cómo era la forma de contagio al inicio de esa crisis sanitaria.
“Era difícil no poder abrazar un ser que amas en medio de tanto dolor…”
“Para ese entonces mi esposa Fanny Márquez estaba embarazada de mi segundo hijo, y mi hijo mayor no podía abrazarme porque era de primera línea en atención de salud. Era difícil no poder abrazar a un ser que amas en medio de tanto dolor, confusión, soledad…”, expresó el galeno a elCaribe.
Al doctor lo invadían pensamientos intrusivos como la muerte y que su hijo no iba a poder despedirse de él… así fue como dijo: “Tengo que doblar la bioseguridad, porque ambos me necesitan; tanto mi familia como mis pacientes”.
Para Martínez,“ser padre ha sido algo maravilloso, de hecho, no sabría qué sería mi vida sin mis hijos”.
Su rol en la crianza de sus hijos.
Su experiencia como médico ha influido en su enfoque hacia la crianza de sus hijos de manera muy positiva.
Narró que le ha tocado ejercer la medicina junto con sus hijos, sobre todo, con el mayor, que antes de acompañarlo a sus partidos de fútbol los fines de semana, tiene que hacer visitas médicas, dar de alta, ver algún paciente en emergencia… “Mi hijo siempre me dice: ¡Waoooo! Me gusta lo que haces, veo que los enfermos te miran como un superhéroe. Aún no se ha definido por ser médico, pero le he enseñado sobre las responsabilidades que tenemos y que lo más importante de cualquier persona es su vida, y el enfermo te la pone en tus manos y no puedes fallarle. Eso lleva muchos sacrificios que al momento vas a entender, le explico, para no saturarlo”, manifestó el doctor.
Ante responsabilidades demandantes, crear una agenda
Sobre los consejos que daría a otros padres que también tienen carreras demandantes, en términos de encontrar un equilibrio entre el trabajo y la familia, explicó que a veces se hace un poco difícil sobre todo cuando ambos padres trabajan. “Creo que una buena organización con responsabilidades se puede lograr ese equilibro entre la familia y el trabajo, haciendo una agenda que incluya cómo se hará todo, hasta las fecha y horas para la diversión”, expresó sobre lo que le ha funcionado.
Ama cuando cocinan juntos
Como papá disfruta hacer muchas actividades con sus hijos como cuando cocinan juntos, además, hay que ver la interacción que tiene con el mayor a través de las redes cuando le hace preguntas relacionada con su carrera.
“Ellos aseguran que papi cocina más bueno que mami (entre risas), creo que hasta mi esposa me lo reconoce (risas)”, resaltó el doctor.
También disfruta al máximo cuando sale de su jornada laboral y recoge a sus hijos en el colegio. “Ver la sonrisa y alegría de cómo me reciben eso me roba el corazón”, destacó.
En su experiencia como padre son muchas las anécdotas y aprendizajes que ha tenido, asegurando que “que sin hijos no hay familia y sin familia no hay éxito”.
“El éxito es poder disfrutar lo cotidiano, a pesar del afán; estar sano, tener trabajo y estar rodeado de afecto de la familia y amigos”, puntualizó.
Cuando se presenta una emergencia
El ser doctor también es sinónimo de que cuando se presenta alguna emergencia de uno de tus pacientes es salir a asistirlo. “Lo más difícil es tener que romper la agenda que tengo con mis hijos, luego de un tiempo esperando para salir a disfrutar de cualquier aventura, porque se presenta una emergencia médica, y por razones de responsabilidad tengo que posponer la fecha”, reveló Martínez.
Cumplir con su rol de médico y dejar para después la familia, su esposa lo entiende y le apoya, pero a los niños aún les cuesta entender el sacrificio de ser médico responsable.
Entre las actividades o hábitos que promueve en casa para fomentar la salud y el bienestar de sus hijos, figura la combinación de los deportes y una dieta balanceada, sobre todo, crear conciencia de lo que trae el abuso del azúcar y la sal.“Es de entender, que como nefrólogo, hay una persecución en la familia de que deben hidratarse”, concluyó sobre el tema.
Como médico tiene que gestionar el estrés que conlleva su trabajo y su rol de padre. “Pues, no tengo dudas de que sin Dios no hay equilibrio, de modo que mi refugio siempre será en Jesús. Me ha tocado entender y vivir que no cae la hoja de un árbol sin la voluntad de Dios, que cada día trae su propio afán.
En oraciones y meditaciones en la fe de nuestro Señor Jesucristo he aprendido a trabajar mis emociones, mi interior, sin dejar de cubrir mis responsabilidades”, concluyó Martínez.
Sus hijos: un universo de amor
Al hablar de sus hijos, el nefrólogo Domingo Martínez destacó sus habilidades y cualidades. Su hijo mayor se llama Dylam Martínez Márquez (de 9 años) y lo describió como un niño con una responsabilidad extrema; aplicado, muy sentimental, generoso, amoroso, amistoso, talentoso, con buen sentido del humor y una inteligencia admirable, cada año recibe reconocimientos de su colegio. Además de eso, dijo que es un compañero genuino y con deseo de siempre compartir todo lo que consigue.
Sobre Dereck Martínez Márquez, de 3 años, destacó que tiene una sabiduría contagiosa, con mucho carácter y personalidad. “A veces me pregunto de dónde sacó ese carácter, pero es una mezcla de emociones por lo dulce que es. Es cariñoso a tal punto de que me convence con facilidad. Tiene una energía tremenda y con poco interés de hacerlo cambiar de opinión, cuando nos toca corregirlo”, puntualizó el galeno.