¿Y tú, qué propones?

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Hemos caído en una práctica que nos empuja a pensar y a aceptar que la corrupción es algo normal y que es la única forma de crecer económicamente. La corrupción es la práctica más visible y aceptada en el plano político; la estructura mental del dominicano está sometida a una camisa de fuerza abstracta y, esa camisa de fuerza abstracta no nos permite, como familia dominicana, avanzar de forma sana en el crecimiento de todas las esferas, especialmente en lo económico y la reducción de la corrupción. La realidad social nos vence, nos paraliza y está creando círculos sociales que generan inseguridades y descontento en el pueblo dominicano.

Me gustaría dejar bien explícito en este artículo que el costo en las sociedades que practican y “promueven” un sistema de corrosión es muy alto, podemos ver que en ese caldo de descomposición social se alimenta el uso ilegítimo de información, los sobornos, el tráfico de influencias, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes, la malversación, dictar una resolución injusta. También el caciquismo, que no es más que intromisión abusiva de las autoridades en determinados asuntos, con un exceso de poder y capacidad de influenciar. A esto se le suma el compadreo, el nepotismo, y la apropiación de los recursos tangibles y abstractos del Estado dominicano. Un país con esas prácticas corruptivas no podrá resolver el problema educativo, energético; no podrá generar estabilidad en lo laboral y mucho menos en la parte de inversiones extranjeras.

La corrupción es un fenómeno social que debe ser enfrentado; de lo contrario, la misma corrupción nos destruirá. Esa es la principal razón por la cual nos vemos limitados en salir a nuestras calles con libertad y con un sentir de paz. La corrupción nos afecta la esperanza, nos debilita la fe, nos roba las riquezas naturales, nos genera ansiedad. La corrupción nos diluye el patriotismo, nos genera desconfianza y promueve el escapismo. Es tan así que se reflejó en la encuesta Barómetro de Las Américas en República Dominicana, la percepción que tienen los dominicanos de que la mitad o todos los políticos dominicanos son corruptos, esto alcanzó la cifra en el 2023 de 62%. Debemos recordar que la percepción es la realidad que vive una sociedad. Aunque no sea real desde el punto de vista personal, la percepción domina y es determinante en el desarrollo socioeconómico y hasta en el ámbito espiritual de la población dominicana.

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Señor presidente de la República Dominicana, Luis Rodolfo Abinader Corona, con mucho respeto y consideración; y al mismo tiempo, sin ambigüedades o juegos políticos, deseo comunicarle que si desea dejar un real legado a las familias dominicanas, el mejor sería: ¡Cambiar la corrupción por el imperio de la ley! Ahora bien, esto tiene su precio. Señor presidente, este país no sólo cambiará con anuncios emotivos, o haciendo chistes para captar la atención del pueblo no iluminado, mucho menos cambiará haciendo presencias a eventos “importantes”, o bailando merengue en los medios para entrar al corazón del pueblo. Tampoco será transformado intensificando el asistencialismo y creando más cargos en el Estado para fortalecer una estructura política. Se necesita poder y, ya usted lo tiene, el pueblo se lo entregó. Se necesita agallas, determinación y carácter. Se necesita entender que somos pasajeros y sólo tenemos una oportunidad en esta tierra para mermar el dolor e incrementar una mejor vida con más oportunidades y menos privilegios sustentados por la partidocracia.

¿Qué necesitamos para producir un real cambio? ¿Qué podemos nosotros articular para mermar esas realidades que nos esclavizan? ¿Deberíamos buscar a un Mahatma Gandhi en Capotillo o en Arroyo Hondo? ¿Deberíamos identificar a un Caamaño o a un Bukele en las calientes avenidas del
Sur? ¿Deberíamos buscar el rostro de Dios y orar por una intervención social que refleje su voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo? ¿Deberíamos buscar a un dominicomongol como el emperador Gengis Kan que unifique a los dominicanos para articular la potestad ciudadana? Yo propongo que identifiquemos a un ciudadano -que podría ser el presidente actual, si él se lo propone- que luche de manera frontal para erradicar la corrupción, como lo hizo el primer ministro de Singapur, Lee Kuan Yew, cuando expresó: “Si quieres derrotar la corrupción debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”.
¿Y tú, qué propones?

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