Sadiq Khan, alcalde de Londres y quien se ha declarado abiertamente opositor a la visión política de Donald Trump, define al republicano que aspira a volver a gobernar desde la Casa Blanca como un personaje racista, sexista y homófobo.
Durante una entrevista concedida al sitio Político, el miembro del Partido Laborista del Reino Unido, se mostró preocupado por que el magnate neoyorquino pudiera estar al frente de la nación más poderosa de América.
“Es un racista. Es un sexista. Es un homófobo. Si mi mejor amigo fuera racista, sexista u homófobo, lo criticaría y le explicaría por qué esas opiniones están equivocadas2, señaló con respecto a la personalidad del republicano de 77 años.
Consciente de que, hasta el momento, Trump ha demostrado ser el candidato presidencial favorito de las encuestas, Sadiq Khan advirtió que, al igual que él, algunos de los republicanos con quienes ha hablado tampoco están de acuerdo en que Donald Trump regrese a Washington.
“Es realmente importante que tengamos buenas relaciones con los demócratas y los republicanos, pero perdí la cuenta de la cantidad de republicanos con quienes he hablado que también están preocupados por una presidencia de Trump“, enfatizó.
Cabe señalar que la animadversión del alcalde de Londres hacia Trump se debe a que, durante la etapa del neoyorquino como presidente visitó Londres, en 2019, y después intercambiar algunos puntos de vista con Khan lo describió como un “perdedor frío y muy tonto”.
A casi cinco años de distancia, ahora el político británico le respondió al republicano a manera de reproche por su incapacidad de no haberse reelegido y permitir que Joe Biden lo venciera en la boleta en 2020.
“Tengo más libertad como alcalde para simplemente decir lo que siento acerca de Trump, y lo dejo claro. Me llamó un ‘perdedor frío’. He ganado tres. ¿Cuántos ha ganado él?”, expresó.
Mientras tanto, en otros países europeos también existe incertidumbre al atestiguar el apoyo que un amplio sector de estadounidenses muestra hacia Donald Trump quien, en caso de volver a la Casa Blanca, volvería a obligarlos a elevar su gasto de defensa o incluso podría sacar a Estados Unidos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAM) abandonándolos a su suerte ante otras naciones históricamente enemigas.
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