Un paso más hacia la consolidación del sistema democrático a través del voto es el que toca dar mañana generalizadamente a los dominicanos, en su tierra o fuera de ella, movidos por el derecho a escoger a los titulares de sus poderes Ejecutivo y Legislativo. Es también su deber legitimar con libres y mayoritarias manifestaciones de la voluntad, el ascenso de candidatos a las funciones más importantes del sistema republicano. Hombres y mujeres que jurarán por la patria (digna de todos los sacrificios) para administrar el Estado que es la expresión jurídica de nuestra sociedad.
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El comportamiento ordenado, tanto de los ciudadanos en general, como de quienes vienen mereciendo su confianza para liderarlos políticamente, es la contribución cívica requerida para coronar como un triunfo más del pueblo el proceso comicial que ha involucrado en gran número a organizadores y competidores obligados a contribuir, desde la diversidad de roles, a que la democracia dominicana se eleve como ejemplo y modelo para otras naciones, algunas de ellas cercanas y excluidas, a partir del respeto que con altas y bajas han merecido por casi sesenta años las instituciones que hacen posible la celebración de elecciones auténticas.
Como paso siguiente a la gran consulta de mañana, las autoridades nacidas de las urnas deberán admitir, como acaba de hacer FINJUS, que en este país urge corregir preocupantes ambigüedades y debilidades del sistema electoral para proceder en consecuencia.
