#Salud: La rutina anti-envejecimiento que triunfa en redes

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¿Se puede entrenar la cara igual que el cuerpo, sin agujas y sin filtros? A día de hoy, el yoga facial se ha convertido en una de las tendencias más repetidas en TikTok e Instagram, con rutinas cortas que caben entre el café y la ducha. Atrae por una promesa simple, verse más descansado con ejercicios y automasajes, y por una sensación clara de autocuidado. Para muchas personas, es como “desarrugar” el estrés antes de que se note.

Qué es el yoga facial y por qué se ha vuelto viral

El yoga facial es un conjunto de ejercicios, estiramientos y automasajes del rostro que se hacen con atención a la respiración y al control de la tensión. La idea es trabajar los músculos faciales, que también pueden acortarse y cargarse por hábitos como fruncir el entrecejo, apretar la mandíbula o levantar las cejas sin darse cuenta.

En redes, el formato ayuda a que se comparta rápido. En TikTok, #FaceYoga supera los 2,5 mil millones de vistas, y en Instagram Reels rebasa los 500 millones. Los vídeos suelen reducirlo todo a gestos de pocos segundos y a retos de “treinta días”, con un lenguaje muy directo y comparaciones de “antes y después”. Esa simplificación engancha, pero conviene recordar algo básico: el cambio, si llega, depende de la técnica y de la repetición, no de un clip viral.

Qué partes del rostro se suelen trabajar (frente, mejillas, mandíbula y cuello)

La tensión suele concentrarse en zonas clave, por eso muchas rutinas se centran en el contorno de la mandíbula para soltar el bruxismo y marcar el perfil, en pómulos y mejillas para dar sensación de “cara despierta”, en el entrecejo para suavizar la expresión, y en el cuello, donde el gesto diario y la postura dejan huella con el tiempo.

Foto Freepik

Beneficios anti-envejecimiento: lo que puede aportar y lo que no promete

Cuando se practica con constancia, el yoga facial puede aportar un tono muscular más equilibrado y una mejor percepción de firmeza, sobre todo en la zona media e inferior de la cara. También puede favorecer el drenaje y reducir la hinchazón matinal, algo que muchas personas notan como una cara menos “pesada”. Al activar la circulación con masaje y movimiento, la piel puede verse con más luminosidad, como si hubiera dormido mejor.

Lo que no promete, y conviene decirlo claro, es borrar arrugas profundas en pocos días ni reemplazar tratamientos médicos. La piel tiene su historia, y la genética, el sol, el tabaco o el sueño pesan más que cualquier gesto. El yoga facial funciona mejor como hábito que baja la tensión y mejora el aspecto general, no como varita mágica.

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Qué dice la evidencia: resultados moderados con práctica constante

Un ensayo publicado en 2018 en Journal of Cosmetic Dermatology evaluó ejercicios faciales en mujeres de 40 a 65 años durante 20 semanas, con práctica diaria. Los evaluadores observaron mejoras moderadas en la apariencia de la parte media e inferior del rostro, con cambios en la plenitud de las mejillas. El propio estudio señala límites claros, como el tamaño pequeño de la muestra, así que el mensaje razonable es prudente: puede ayudar, pero requiere tiempo.

Rutina sencilla de yoga facial para empezar en casa sin complicarse

La rutina que más se repite en redes dura de 10 a 15 minutos y se adapta bien a una frecuencia de 2 a 4 días por semana, o incluso a diario si se mantiene suave. Suele empezar con unas respiraciones lentas para relajar el entrecejo y bajar el ritmo, porque una cara tensa “se agarra” al gesto como una tela arrugada.

Después, muchas personas hacen un masaje de drenaje desde el centro del rostro hacia fuera y hacia el cuello, seguido de una elevación de pómulos con una sonrisa controlada, sin arrugar la nariz ni tensar los ojos. Para la mandíbula, se busca abrir y cerrar con control, y masajear la zona del masetero, evitando apretar más. Cerrar con una respiración calmada ayuda a que el rostro no vuelva al mismo gesto de siempre.

Errores comunes y precauciones para no irritar la piel

El fallo típico es usar demasiada presión, tirar de la piel en seco o confundir tensión con dolor, cuando lo útil es el control, no la fuerza; también conviene evitarlo con brotes activos, irritación o tras procedimientos recientes. Mejor manos limpias y, si encaja con la piel, un poco de crema o aceite para que el masaje no “arrastre”, y si aparece molestia, lo sensato es parar y bajar la intensidad en la siguiente sesión.

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